COLUMNISTAS
rachas

Un partido

Rivalidad 20231118
Rivalidad | Unsplash | GR Stocks

Ganábamos 7 a 2. No sé cómo pasó, ya que suelo perder muy seguido. Ambos equipos están hechos de la misma sustancia. Dos valientes (digamos Pablo y Nacho) se reparten los jugadores y son objeto de burlas y reclamos, porque nadie quiere asumir la responsabilidad de que los equipos queden parejos. Los verdes vamos arriba con una comodidad que asombra, así que decidimos parar, tomar agua para soportar el esperado solazo de noviembre y empezar otro partido desde cero.

Mientras tanto, los naranjas hablan, se organizan, pactan cosas. Cambian posiciones. Rosquean. Nosotros, cómodos en la victoria, solo tomamos agua y nos reímos como la liebre de la tortuga.

Somos la liebre y volvemos al ruedo. Pero al rato nos van ganando 4 a 1. Los materiales son los mismos, la gente no ha cambiado, salvo por el cansancio en ambos bandos.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Domesticación amarilla

Como se sabe, yo al fútbol lo veo medio de afuera. Soy inútil en cualquier área de la cancha pero mis amigos (actores, dramaturgos, periodistas) me tienen una paciencia que conmueve. Juego de 4. De vez en cuando despejo algún tiro indecente, de vez en cuando hago de obstáculo. Y no mucho más. Pero pienso bastante. Pienso mucho en ellos. En nosotros. En cómo se nos va la vida en esto que es un juego. Nos queremos. A nuestra manera. Ya hace años. Cada martes. Nunca falta el tercer tiempo, que se alarga hasta la tarde. Es un grupo heterogéneo. ¿Pero cuán heterogéneo? En el balotaje todos vamos a votar igual. En general no conocemos a nadie que vote por el otro.

En el juego, el otro es un simbólico. Tarde o temprano, verdes y naranjas estamos hechos de la misma materia, repartida un poco al azar para que alguno gane y otro pierda. Afuera, no.

Un país memificado

Mientras no entendemos cómo es que vamos perdiendo 4 a 1 si veníamos tan bien, no puedo dejar de pensar que algo está a punto de cambiar para siempre este domingo. Este partido insignificante y a la vez tan significativo quizás haya sido nuestro último partido en democracia. Pocos más, pocos menos, una mitad del país, aturdida, convencida o llena de odio, va a votar por los negacionistas, los haters, los neoliberales, los ridículos, los antiderechos. No sé cómo ni a qué volveremos a esta cancha el martes. Ni a qué precio.

Entonces una racha de goles nos bendice. De pronto nos ponemos 5 a 5 y decidimos qué gol gana. Que un solo azar decida todo. Hacemos ese gol pero no quedó claro para todos si gol ganaba o era a dos goles. Hacemos entonces el segundo gol.

Y terminamos ganando, con una alegría amarga –como si hubiésemos perdido– que proviene de otro lado. Todo proviene siempre de otro lado.