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Elecciones 2023

Una encuesta reveladora

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Víctimas. Cruz, Morena y Peralta. La inseguridad le genera descrédito al sistema democrático. | cedoc

“Yo voto x bronca y sin ganas, pero voto” es uno de los eslóganes de la campaña de la Universidad de Buenos Aires que promueve la concurrencia a votar en estas PASO.

De todas las piezas de esa campaña, ésta fue la que generó polémicas en el mundillo estudiantil y académico. Después de décadas de dictaduras militares en las que estaban prohibidos los partidos políticos, la militancia y cualquier expresión democrática, ¿hoy los jóvenes van a votar con bronca y sin ganas?

Para qué votar. La lógica indicaría que los jóvenes, las víctimas más directas de aquellas represiones, serían los más interesados en usar la política y la participación electoral como herramienta de cambio de la sociedad. Pero la pragmática campaña de la UBA pone el foco en el malestar de una parte de la población (joven o no) para el cual ir a votar no da ninguna alegría porque entiende que con la democracia no se “cura, se come y se educa”, como había prometido Alfonsín.

Esto no les gusta a los autoritarios
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Esto puede obedecer a que son personas que no tienen la edad o la información para comparar la dimensión de los males del presente con los del pasado o porque, aun teniendo en cuenta la comparación, no sienten que la democracia sea mejor para ellos que un sistema autoritario.

La sociedad argentina aparece como una de las que más defiende la democracia en el continente, pero...

Ese desdén explicaría por qué, tomando en cuenta las elecciones provinciales celebradas hasta ahora, la asistencia a votar bajó al 71%, casi 5 puntos menos que en 2019. En algunos distritos como Santa Fe y en la capital cordobesa, la asistencia apenas superó el 60%. Esto, teniendo en cuenta que no cumplir con la obligación de votar, además de multa, tiene la penalidad de que durante tres años no se podrá trabajar en el Estado y durante un año se tendrá vedado cualquier trámite con un organismo oficial. Más allá de que las penas luego no se terminen aplicando, la amenaza de que exista tal penalidad no despierta temor.

No es un fenómeno sólo argentino. En la década del 80, el promedio de participación electoral en América Latina era cercano al 80%. En la Argentina, era todavía superior. Ahora, el promedio regional ronda el 70%.

Pero el problema mayor ni siquiera es ese, sino la reaparición de la alternativa autoritaria como opción válida de gobierno.

El voto autoritario. Eso es lo que indica el último informe de Latinobarómetro. Lo llama un período de “recesión democrática”.

...un 18% dice que preferiría un gobierno autoritario y a otro 15% le da lo mismo uno u otro

Esta ONG realiza este sondeo desde 1995 y es considerado el más relevante del continente. En este caso se entrevistaron a 19.205 personas mayores de 18 años, cara a cara, en diecisiete países.

Algunos de los resultados de su última encuesta son reveladores:

- Sólo el 48% prefiere un gobierno democrático. El 17% optaría por uno autoritario y a un 28% le daría lo mismo.

- A menor edad del entrevistado, la tendencia a preferir el autoritarismo aumenta. Lo mismo ocurre con quienes menos educación tienen.

- Las clases medias y medias-baja son más proclives a la democracia. Las clases clase baja y alta se muestran más indiferentes a cuál sea el tipo de gobierno.

- Apenas un 28% dice estar satisfecho con la democracia. El 69% está insatisfecho. La mayor insatisfacción se da en sectores pobres.

- El 54% de los latinoamericanos afirma estar de acuerdo con la siguiente afirmación: “No me importaría que un gobierno no democrático llegara el poder si resuelve los problemas”. Los anticuerpos de la historia argentina parecen funcionar en ese sentido: es el país del continente con menor aceptación a tal pensamiento. No obstante, el 38% de los argentinos también está de acuerdo con eso.

- La argentina es, después de la uruguaya, la sociedad que más apoya el sistema democrático, pero alcanza sólo al 62% de la población. Hay un 15% de argentinos que se muestra indiferente y otro 18% que preferiría un gobierno autoritario.

- El país también aparece primero entre los que creen poco o nada probable que vaya a ocurrir un golpe de Estado. El promedio regional es 49%. Aquí es 75%.

Elecciones: la encuesta que acertará

El informe continental de Latinobarómetro concluye que, en las últimas cuatro décadas, hubo veintiún presidentes condenados por corrupción, veinte presidentes que no terminaron su mandato, y presidentes que forzaron su estadía en el poder rompiendo las reglas de reelección: “La recesión democrática se expresa en el bajo apoyo que tiene la democracia, el aumento de la indiferencia al tipo de régimen, preferencia y actitudes a favor del autoritarismo y el desplome del desempeño de los gobiernos y de la imagen de los partidos.”

Pobres-ricos. Con alguna razón, son los pobres los más dispuestos a buscar otro sistema. El actual puede ser más justo, pero en los hechos, para quienes no logran comer, educarse ni cuidarse dignamente, lo justo es injusto.

 Lo curioso es que este malestar, según el informe, alcanza a los ricos. Aunque por otras razones: estos sentirían la injusticia de que los beneficios que reciben no están a la altura de sus capacidades e inversiones.

Una porción de los que hoy no irán a votar, está conformada por aquel 15% de indiferentes frente al sistema democrático, más el 18% que directamente preferiría un régimen autoritario. Un 33% en total. Son quienes acordarían con Bukowski en que la única diferencia entre una democracia y una dictadura es que en la democracia se puede votar antes de obedecer las órdenes. Y eligen no perder tiempo en el trámite.

Pero ese tercio también podría alimentar en estas PASO el voto de Milei o el trotskismo, antis-sistema que participan del juego electoral.

De todos modos, el malestar democrático se extiende a aquellos que aún siguen creyendo en el sistema, con sus virtudes y falencias.

Son los que integran aquel 62% de argentinos que esta encuesta ubica entre las dos sociedades que más confían en la democracia.

La suerte de Alberto Fernández

Quizá entre ellos también se cuenten a quienes sufren los casos más graves de inseguridad, como los de Morena Domínguez, de 11 años, el médico Juan Cruz, el remisero Juan Pompa o el profesor de educación física Nelson Peralta. Por mencionar a los cuatro más resonantes de estas horas. O a quienes entran en coalición cotidiana en las calles, por ser los que protestan cortando los servicios o los que protestan por el corte de los mismos. Como pasó este jueves en el corte de vías en Constitución y la violenta reacción de los usuarios ante la recurrencia de ese tipo de medidas. O a quienes chocan a diario en el Obelisco, y que el jueves concluyó con un manifestante muerto.

O, simplemente, es el malestar de los que siguen creyendo en el sistema, pero no están conformes con sus resultados económicos.

Son todos los que hoy van a votar. Con bronca, dolor, alegría, más o menos ganas. Pero siguen creyendo que éste es el menos malo de los sistemas.

Sistemas. El malestar democrático existe, aquí y en el mundo y cruza a distintos sectores sociales.

Con su conocida acidez, George Bernard Shaw decía que la democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.

En un punto tenía razón. Los sistemas de gobierno son construcciones colectivas que sintetizan la forma de resolución acordada por una sociedad para lidiar en las pujas sectoriales.

Se supone que cada sector elige a sus mejores representantes. Por eso, el éxito o fracaso de sus gestiones es el éxito o fracaso de representantes y representados. Aunque la tendencia natural es a responsabilizar por todo lo que nos falta sólo a quienes elegimos para gobernar.

Siguiendo a Shaw, se podría decir que en estas cuatro décadas, al menos aprendimos que merecemos ser gobernados por personas elegidas por una mayoría.

Ojalá que ahora podamos construir una nueva mayoría que, junto a sus representantes, nos haga merecedores de un futuro mejor.