CULTURA
A 51 años del hecho

La sociedad de la nieve, una mirada humana e inspiradora sobre la Tragedia de los Andes

El libro de Pablo Vierci relata las experiencias de los sobrevivientes y las víctimas del accidente aéreo a través de las voces de los protagonistas, aportando nuevos enfoques tras medio siglo del episodio.

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Luego de 72 días, 16 sobrevivientes fueron rescatados. | Cortesía del equipo de Netflix, copyright Quim Vives

"Tras medio siglo madurando y aprendiendo las lecciones detrás de la tragedia y la adversidad que vivieron, en un escenario desmesurado y solitario, perdidos en medio de la nada, abandonados por el mundo, quienes sobrevivieron lograron crear una sociedad diferente a todas las conocidas, marcada por un pacto de entrega mutua", relata Pablo Vierci en la contratapa de su libro La sociedad de la nieve. A 51 años de la Tragedia de los Andes, la obra del periodista y escritor uruguayo destacó la bondad de los jóvenes en la montaña, considerándola una "inspiración" para "todos los seres humanos".

Debido a un error humano, el 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrelló contra una montaña mientras sobrevolaba la cordillera en dirección a Santiago (Chile). En el avión iban 45 pasajeros, entre ellos los miembros del equipo de rugby Old Christians Club, junto con algunos familiares y amigos. Luego de 72 días de estar perdidos, el 22 de diciembre de 1972, solo 16 personas regresarían con vida, mientras que los otros 29 fallecerían.

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Los sobrevivientes se vieron obligados a buscar distintas maneras para subsistir en las condiciones inhóspitas (estaban a más de 3.600 metros de altura y por las noches la temperatura descendía a -30°C). En ese sentido, utilizaron partes del avión (asientos, equipaje y otros escombros) para crear un refugio y derretían la nieve para tomar agua.

La mayor problemática era en torno a la comida. Ante el hambre (solo tenían ocho barras de chocolate, una lata de mejillones, tres frascos de mermelada, algunas nueces y frutos secos y una botella de vino) y las noticias radiales que escucharon el día 11 de que se había abandonado su búsqueda, los que sobrevivieron se alimentaron del algodón y el cuero de los asientos del avión y, finalmente, de la carne de los pasajeros muertos que se habían conservado en la nieve.

El libro La sociedad de la nieve, publicado por Editorial Planeta, invita a conocer el episodio a través de las voces de sus protagonistas. En diálogo con PERFIL, Vierci, amigo y compañero de colegio de los sobrevivientes y de muchos de los fallecidos, consideró que se trata de una historia "en constante evolución" y "con lecturas permanentes", donde los involucrados dejaron una serie de enseñanzas para la "sociedad del llano" (es decir, la civilización) como la entrega hacia el otro, la autosuperación y la pérdida extrema de egoísmo.

Pablo Vierci La sociedad de la nieve 20231204
Los sobrevivientes le pidieron a Pablo Vierci que contara la historia del hecho ya que era el "escribidor" del colegio.

—A 51 años del hecho, usted menciona que sigue siendo "una historia que nunca deja de mostrar nuevas miradas". ¿Cuál cree que es la nueva mirada que hay hoy sobre el accidente, siendo que ya pasó medio siglo?

Es ese tipo de historias que nunca tienen verdades concluyentes. Creo que una de las razones es por el hecho de que jóvenes veinteañeros en un accidente estuvieron 72 días en la cornisa entre la vida y la muerte. Esa circunstancia y todo lo que ellos aprendieron, qué tipo de sociedad construyeron cuando el mundo los abandona, cómo se reinsertan luego en la sociedad del llano... todo eso es muy inédito y nos interpela a todos los seres humanos. Cuando el ser humano está ante una diversidad extrema, lo que surge es ese tipo de sociedad, una sociedad donde prima la generosidad, la misericordia, la compasión. Todas esas ficciones apocalípticas que nos cuentan que cuando el hombre está sorteando las peores adversidades lo que surge es la jauría, los saqueadores, los huracanes... Se ve que sí, que es verdad, pero también esto es verdad. Este es un hecho que parece pequeño, pero es muy simbólico, por eso creo que tiene permanentes lecturas.

Es un proceso como una carrera de postas, donde ellos dejaron por el camino 29 muertos que fueron fundamentales para que ellos vivieran. Ese pacto de entrega mutua es inédito. Yo no conozco otro caso en la historia de la humanidad contado de esta manera, con 16 testigos más las cartas que dejaron los muertos donde está documentado esto de "si yo muero, yo te entrego mi cuerpo para que tú sigas en representación de la vida". Es un caso muy extraño y muy disruptivo porque se dio cuando no existía el concepto de donación de órganos. Todo esto hace que sea un proceso donde no hay verdades concluyentes y donde los hechos históricos de la vida le dan nuevas luces.

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Los sobrevivientes fueron rescatados 72 días después de que Roberto Canessa, Fernando Parrado y Antonio Vizintín caminaran durante 10 días en busca de ayuda.

—Esta idea del "pacto de entrega mutua" es muy recurrente en lo que usted describe como la "sociedad de la nieve". ¿Podría explicar qué otras diferencias existen entre esta "sociedad de la nieve" que forjaron los sobrevivientes en la montaña y la "sociedad del llano", entendida como la vida diaria?

—La primera diferencia es que en la sociedad de la nieve el concepto que prima es el conjunto, el equipo, es "salimos todos o no sale ninguno". Es decir, se termina el egoísmo. El pacto de entrega mutua es el ejemplo más extremo de la falta de egoísmo. Lo dicen ellos, los sobrevivientes. Hay tres cartas escritas por chicos que murieron que también son testigos donde relatan que se termina el ego. Y justamente se termina el ego porque se van despojando de todo lo que traen de la sociedad civilizada: el egoísmo, el sacar ventaja, lucirme por encima del otro... Se van despojando paulatinamente porque no tienen nada, porque los abandona la sociedad del llano.

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Estás en el peor lugar del mundo, el más inhóspito del planeta. Eso te incita a construir una sociedad con otras reglas donde, por ejemplo, los heridos son los prioritarios porque son los más vulnerables. El herido no va a ser descartado y si ves toda la epopeya de los sobrevivientes, los tiempos los marcan los heridos.

Otro ejemplo. Ellos se dan cuenta en la primera noche del accidente de que si no se abrazan, se mueren de frío. Es como una metáfora ese gesto, pero se dan cuenta de que si no tienen al otro a su lado, se mueren. Tienen que trabajar juntos con inteligencia, pero de forma generosa también. Y lo hacen tomando en cuenta a los que están peores, que son los que están lastimados, los que están quebrados, los que no pueden caminar por sí mismos.

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Los jugadores del equipo de rugby amateur Old Christians Club de Montevideo (Uruguay) se dirigían a Santiago (Chile) para jugar contra el Old Boys Club.

—Otra de las ideas presentes del libro es "lo imposible", que es lo que inspiró a Juan Antonio Bayona a llevar esta historia a la pantalla grande. ¿Cuáles serían otras ideas recurrentes que aparecen?

—Lo imposible está vinculado con la profecía autocumplida. Nosotros vivimos con prejuicio con la forma de socializar y de funcionar en la vida porque no podemos discutir todo el tiempo. Entonces partimos de la base de que hay determinadas cosas que ya son así y ahí encajan las profecías autocumplidas. Yo sé que hasta acá llego, este es mi límite, mi techo. Esta historia sirve como una ventana donde mirar y salir con una visión refrescada de nosotros y de nuestras profecías autocumplidas. Yo no puedo trepar 500 metros, pero ellos tienen que trepar 5.000 a pesar de no estar comiendo bien durante dos meses. Yo no puedo dormir al sereno. Ellos tienen que dormir en la intemperie tapados con una bolsa de dormir que hicieron con harapos de un material aislante que encontraron en la cola del avión porque si no se mueren de hipotermia.

Esto te enseña que las profecías autocumplidas hay que perforarlas. Si tenés ganas, podés perforar los techos. El techo no es el que te dijeron o el que tú crees. El techo está por verse y eso cambia todos los días. Yo me doy cuenta de que mi techo cambia todos los días y cada vez que vuelvo a esta historia me pregunto, ¿dónde está el techo?. Yo no sé cuál es el techo ya. Lo imposible no existe y estos chicos te demuestran que el límite se puede mover constantemente, el techo se puede perforar.

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Los rescatados fueron atendidos por médicos por sus huesos rotos, congelación, deshidratación, desnutrición y escorbuto.

—Más allá de la tragedia, también se podría decir que la historia de estos chicos es una enseñanza. Incluso usted habla mucho sobre enseñanzas que deja la sociedad de la nieve: la solidaridad, el despojarse del egoísmo, ir más allá de los límites...

—Es que es una historia inspiradora. Insisto en que lo curioso es que 51 años después te puede servir como una ventana donde mirar y salir con una mirada refrescada. Lo que más vemos nosotros en el mundo de hoy es terrorismo, guerras, y lo que más escuchamos son las ficciones apocalípticas: que el hombre ante una adversidad lo que surge es una jauría, lo peor de nosotros, el sálvese quien pueda. Pero como dice Roberto Canessa (uno de los sobrevivientes), este es un caso de un laboratorio de comportamiento humano, donde podemos mirar que el ser humano cuando se lo despoja de todo no surge lo peor. Es una historia que te reconcilia con el ser humano. Incluso los sobrevivientes dicen que nunca fueron mejores personas que cuando estuvieron en las montañas.

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¿Y qué significa eso? Que cuando estás despojado, cuando no tenés nada, cuando estás perdido, cuando nada más estás con tus semejantes, cuando no hay nada de lo que tienes que vanagloriarte surge lo mejor, el altruismo. Y lo mejor del ser humano es ese ser bondadoso, ese ser que se entrega por el otro, que se sacrifica por el bien del otro. La sociedad de la nieve son 45 personas, no solo los 16 sobrevivientes, sino también los 29 que quedaron en el camino, y muchos de ellos dieron todo para que 16 salieran. Entonces es una carrera de postas, donde el más importante no es el que llega, que es a lo que estamos acostumbrados, sino que también lo son los que murieron en el camino que dieron todo para que los otros pudieran llegar.

No estamos hablando de una utopía ni algo que se le parezca. Con esto tampoco quiero decir que la sociedad civilizada es una matanza. No, simplemente que acá hay un ejemplo concreto de que el hombre cuando se le despoja de todo es un hombre bondadoso. Eso creo que es lo que enseña la sociedad de la nieve y este episodio.

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—Retomando el concepto de carreras de postas, ¿cuál es el papel de los 29 que "quedaron en el camino"?

—Los que no están no es que murieron y ahí quedó su papel, sino que ellos colaboraron o hasta que murieron o después de muertos entregando su cuerpo para que los otros pudieran seguir adelante. Hace unas semanas me encontré con los hijos de dos de las víctimas que murieron en el accidente, es decir, que no vivieron ni siquiera una noche. Ellos se sienten orgullosos porque ven a sus padres en los sobrevivientes. Entienden claramente que los padres hubieran hecho ese pacto de entrega mutua y que si hubieran sobrevivido al impacto estarían vivos en representación de los otros 29. Los nombres podes cambiarlos, esos 16 podrían haber sido otros. Lo real es que hay 29 que ayudaron a que 16 vivieran, en un mancomún muy importante.

La sociedad de la nieve, tanto el libro como la película, lo que aporta como novedad es que incluye a todos, no hay excluidos. Ninguno es menos que ninguno porque forman parte de un mismo organismo. El que está vivo es gracias, entre otras cosas, a que el que murió cedió el cuerpo, como hacen ahora con la donación de órganos. Antes no existía el concepto de "vivir en otro". Es indemostrable, pero yo no tengo la menor duda de que en parte lo inventaron estos chicos. El primer trasplante cardíaco fue en 1967 y esto ocurrió en 1972, entonces ayudaron al concepto de "vivir en otro" que hoy es totalmente normal

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Única fotografía tomada dentro del avión, momentos antes del accidente.

—Usted menciona que del grupo de amigos del colegio era "el escribidor", por lo cual los sobrevivientes le encomendaron la tarea de escribir este libro. Considerando que era cercano a los pasajeros del avión y que la historia no le es ajena ya que lo interpela desde ese lado, ¿cuáles fueron los desafíos a la hora de escribir?

—El principal desafío para mí, o para cualquiera en mi circunstancia, es justamente que no es una historia que me es ajena. Yo no estoy contando la historia de unas personas que no conozco. Es gente con quien me moldeé toda mi vida. Yo tenía que dar la cara porque es gente que conozco. No son fantasmas, tienen cara, sentimientos, corazón. Conozco cómo pensaban tanto los que no volvieron como los que volvieron, entonces es un compromiso suplementario, pero a la vez me facilita llegar a una gran confianza con ellos que te permite otro tipo de diálogos. Generalmente en un diálogo hay compuertas que no se abren, zonas más misteriosas o insondables que mantenés a resguardo. Con ellos tengo la facilidad de que podemos hablar sin compuertas o con compuertas más abiertas de lo normal, y eso era muy importante para contar esta historia y para hacer homenaje a los que no volvieron.

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También otro desafío fue el respeto y la verosimilitud, el ser leal con los sobrevivientes y con los que murieron. Lograr que todos tuvieran un rol porque creo que en esta historia la verdad es que todos tienen un rol y son necesarios. No hay vivos si no es que hubo muertos. No hay un gesto más épico en el sentido tradicional. Es importante que pase el tiempo para que decanten los hechos y vengan nuevas generaciones para contar la historia. Pero es importante que se haga una historia completa, donde esté lo racional, lo espiritual, hasta lo filosófico si querés porque estás rozando temas que trata la filosofía: el sentido de la vida, la vida y la muerte.

—Como parte del equipo de producción de la película dirigida por Bayona, usted viajó a los Andes durante el rodaje. ¿Cómo fue la experiencia?

Fue muy duro, no lo volvería hacer. Estuve dos días a caballo para llegar, dos días a caballo para volver. Aunque no me gustó, considero que era imprescindible vivirlo, pero fue muy agreste. El lugar es muy inhóspito, a esa altura y con la nieve el organismo no funciona, respiras mal porque hay poco oxígeno. Pero repito, hay que hacerla para entender y experimentar de alguna manera lo que vivieron esos chicos durante los dos meses que estuvieron varados en la montaña.

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Mientras estaban en la montaña, quienes sobrevivieron al accidente escribían cartas para sus seres queridos.

—La película que va a estrenarse está inspirada en su libro y usted incluso fue productor asociado de la cinta. ¿Qué expectativas tiene del largometraje?

—Uno de los momentos más emocionantes de mi vida fue el 1° de septiembre de 2023, cuando se proyectó la película acá en Uruguay a las familias de los sobrevivientes. Éramos 300 personas en un cine. Lo que creo fascinante, entre otras tantas cosas, es que esta historia vuelve a emocionar, vuelve a conmover. Por eso la película vuelve sobre esto y siempre le vas a encontrar facetas nuevas. Eso tiene lo artístico, no retrata solamente lo que se ve, sino también lo que no se ve, y acá lo que no se ve es infinito porque estamos hablando de la vida y de la muerte de chiquilines de 20 años que vivieron 72 días en la cornisa entre la vida y la muerte, donde la muerte es inminente. Es una experiencia irrepetible e importantísima. Además, es sin enemigos porque no hay un enemigo a quien echarle la culpa. En las guerras, en última instancia vos podés decir "es culpa del que me invadió, es culpa del imperio". Acá no hay nadie malo. La montaña no es mala, está ahí, el intruso es el avión. El hecho de no haber enemigo le da otro componente que lo hace irrepetible, inédito.

Pablo Vierci La sociedad de la nieve 20231204
La película homónima dirigida por Juan Antonio Bayona (izquierda), y que contó con la producción asociada de Vierci (derecha), fue filmada en el lugar de los hechos.

Volviendo a la película, yo estuve en el rodaje y acompañé prácticamente en toda la filmación. Las expectativas son inmensas porque conozco a Bayona y lo acompañé en el proceso. Otra cosa muy importante para mí es que se creó una especie de sociedad de la nieve en el grupo que creó la película. Se creó una sociedad de la nieve porque fue rodada en pandemia, en una montaña a 3.000 metros de altura, muertos de frío, los actores estaban sin comer porque era cronológico entonces perdían peso... Todos sufrimos muchísimo y estábamos lejos de casa muchísimos meses, entonces se creó esa sociedad de la nieve, acercándonos de alguna manera a aquella sociedad que se construyó allá en el '72. Estamos en una situación muy dura, incomparablemente menos dura que lo que vivieron hace 51 años, pero muy dura, lo que ayudó a sentir empatía por lo que se construyó y lo que se creó en el '72 en los Andes.