Cómo es su rutina?
—Muy difícil. Estoy haciéndome unos exámenes médicos, que necesito. Y estoy terminando esta batería de estudios en un momento de tensión muy fuerte.
—¿Va a volver al Senado?
—Mi licencia termina la semana que viene. En ese momento retomaré mis actividades.
—¿Cómo espera ser recibido?
—Es una incógnita, claro. Por eso tengo que evaluarlo bien. Tengo que dejar madurar las cosas un poco. Eso es lo mejor.
—¿Cuál es su expectativa?
—Creo que pasarán muchas cosas, tanta confusión... De aquí a poco surgirá otra agenda. No da tiempo ni para respirar.
—¿Tiene pruebas de lo que afirma en su delación?
—Es necesario decir que mi colaboración es una colaboración de político, no una colaboración de lobista, de ejecutivo, de empresario. Es una colaboración de político.
Lo que avala todas las cosas que diga son las agendas, los viajes, y la precisión de los acontecimientos. Y cómo yo registro mi día a día. Otras situaciones que ya forman parte de esta investigación (el Lava Jato) vienen a comprobar lo mismo. Como toda agenda de político, yo registro todo, fechas, horarios. No tengo dudas de que en función de las agendas, de los indicios, lo que se afirmó va a ser confirmado. Además, en buena parte de los episodios mencionados ya hay comprobación incluso por otras colaboraciones (delaciones). Sé que algunas cosas que relaté ya fueron confirmadas por ejecutivos de una constructora. Confirmaron todo.
—¿El camino está abierto para los investigadores?
—La verdad, la manera en que mi colaboración fue estructurada fue una manera sistémica. Junta los extremos y se complementa con otras informaciones. Va a ser fácil para los investigadores trabajar con otras informaciones ya existentes. Una cosa cierra con la otra. Las evidencias coinciden con las historias, con los horarios, las fechas, con todo.
—¿Tiene miedo de morir?
—Yo, personalmente, no. Pero, evidentemente, tengo que tomar mucho cuidado con la familia. Tengo una hija joven, tengo muchas preocupaciones. Mi madre vive en el Pantanal, en una hacienda. Voy a conversar con mis abogados sobre eso. Uno nunca sabe. Uno puede tener una percepción de los hechos de una manera general, o más equilibrada, pero no tiene control sobre iniciativas personales. Es un tema complicadísimo. Le confieso que estoy muy preocupado. Tanto que voy a conversar con mis abogados para tomar todas las precauciones. No se puede jugar, hay que actuar con máxima cautela.
—¿Muy asustado?
—Ya pasé por una situación muy parecida en la comisión que investigó la corrupción en el Correo, pero ahora, por la gravedad del momento, es mucho peor.
—¿Qué piensa de la llegada de Lula al gabinete de Dilma?
—Es una locura. Creo que lo hace para tratar de blindarse de Moro (el juez que investiga el Lava Jato, N.D.R.).
—¿Por qué se desafilió del PT?
—No quiero quedarme ahí. Primero, por lo que sucedió cuando fui preso. Es increíble lo que el partido hizo conmigo. Eso me perjudicó de una manera muy intensa. No había manera de quedarme en el PT con la homologación (de la delación premiada de parte de la Justicia). Es algo normal, el curso natural de las cosas.
—¿Y las denuncias en su contra?
—No existe ninguna acusación que quede en pie en mi contra. En todo el proceso nada quedó caracterizado como un caso de corrupción en mi conducta. Aproveché la colaboración para responder a todas las acusaciones que existían contra mí. Mi colaboración fue más como testigo. La gente se confunde y dice que el delator tiene que asumir una culpa. Pero no es así en mi caso, yo soy prácticamente un testigo
Entrevista de Estado de Sao Paulo.