El freno al aumento de tarifas, que ordenó el jueves la Corte Suprema de Justicia, expuso no sólo al ministro de Energía, Juan José Aranguren, sino a su equipo de técnicos provenientes de empresas de primera línea y la academia, que leyeron mal –y eligieron en consecuencia– los límites del plan que finalmente deberá ser revisado para sortear las audiencias públicas dentro de tres semanas.
A la cabeza de la estrategia normativa estuvo Juan Manuel Carassale, el abogado que llevó Aranguren a su cartera y que le reporta directamente a él. Es el coordinador de Asuntos Jurídicos del Ministerio y maneja como tal todo el andamiaje legal que conlleva revertir una década de congelamiento de tarifas de servicios públicos. Después de estudiar los expedientes de 2004, 2005 y 2006 fue quien sugirió que había argumentos para que la Justicia avalara que no se hicieran audiencias pública, que es lo que terminó negando la Corte. Si bien es de muy bajo perfil, quedó en la mira.
Otro de los cerebros detrás del plan es Andrés Chambouleyron, subsecretario de Coordinación de Política Tarifaria, economista e ingeniero de extracción liberal, formado en la Fundación Mediterránea en Córdoba. De la mano del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, se acercó a la Fundación Pensar y allí armó el esquema tarifario de gas y electricidad. En el cargo, se rodeó de Charly Masano, un técnico histórico que se había corrido de la gestión en tiempos de Axel Kicillof.
El equipo se completa con José Luis Sureda, un prominente hombre del mundo del gas, vicepresidente del área muchos años en Pan American Energy, de la familia Bulgheroni. Es el secretario de Recursos Hidrocarburíferos, hombre clave para el precio de boca de pozo, también afectado por el fallo supremo. Y por último, en el tembladeral también quedó David Tezanos, actual interventor del Enargas que posiblemente no se presente para continuar en el ente tras el proceso de normalización. Si bien no es del círculo íntimo del ministro, viene de YPF y Metrogas y conoce el negocio de despacho de gas.