Unas 36 horas antes que en el Congreso se aprobaran los pliegos de ingreso a la Corte Suprema de Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz –pedidos por el Ejecutivo a poco tiempo de asumir–, los tres integrantes “preexistentes” del máximo tribunal judicial agasajaron a un grupo numeroso de periodistas por su día en el cuarto piso del Palacio de Tribunales. “Proteger” y “tutelar” fueron dos de las palabras que más se escucharon de boca de Ricardo Lorenzetti en su discurso. Dos verbos que, quiso dejar en claro, son casi inherentes a la actuación de la Corte Suprema en relación con su rol de nexo entre el conjunto de los ciudadanos... y el poder político por sobre todas las cosas. El combate de la “impunidad” y la lucha por “mejorar la transparencia” fueron otros dos conceptos que ya eran relevantes y que apenas un par de horas después, cuando estalló el caso José López, multiplicaron esa dimensión. Otra de las frases fue “(Nosotros) no cambiamos, seguimos con la misma coherencia”. A juicio de los oyentes de ese momento quedó la traducción de esa frase a juzgar por algunas miradas. Y finalmente otra que se destacó y tuvo significancia diferente para los presentes fue: “Avanza la economía y retroceden los principios”. Pero ya en rueda con algunos periodistas que Lorenzetti dejó un poco de lado esa formalidad lógica de un juez supremo a la hora de dar un discurso. Verborragia y algo de vehemencia afloraron cuando le mencionaron dos palabras: “Elisa Carrió”. Si bien no perdió compostura, fue gráfico al dejar en claro que los cuestionamientos que cada tanto dispara sobre él la diputada le tienen cierta parte de su anatomía algo inflamada. Y que había pensado en responder a cada afrenta pero que le aconsejaron no hacerlo porque un supremo no está para eso y, sobre todo, porque daría pie a una cuestión mediática interminable y desgastante para un tribunal con otras prioridades. Para cerrar, Lorenzetti fue irónico: “Saben qué pasa, Carrió piensa que habrá un golpe institucional y que la Corte va a tomar el poder”.
Proteger a la dama. Por su espectacularidad y por los efectos colaterales que se extenderán quien sabe hasta cuándo y dónde, el caso José López dio un poco respiro al Gobierno para enterrar, por ejemplo, el mito del venturoso y dorado segundo semestre. También para correr de la escena a María Eugenía Vidal y dejar de utillizar su “candidez” para hacerle decir, por ejemplo: “Era mentira que podían tener calefacción y electricidad sin tarifas reales” o para advertir a aquellos “que quieren la provincia de la violencia”. La semana que pasó volvió a lo que mejor le sale, anunciar cosas como “vaso leche diario” o firma de convenios. Hasta que Carolina Stanley no se anime a jugar más fuerte, es decir, a que sea protagonista y no solo acompañante de Vidal o Juliana Awada, la gobernadora es la mujer mejor rankeada para cualquier desafío electoral en 2017. Después de su explicación de la luz y el tunel quedó claro que para ciertas explicaciones a Gabriela Michetti hay que “coachearla”; Patricia Bullrich no convence a nadie en un cargo que impliquen tareas de sensibilidad social, y a Carmen Polledo, presidenta de la Legislatura, le pueden tirar el tema Time Warp para provocarla ya que su marido es el dueño del espacio donde se realizó la fatídica fiesta. Ergo, no hay que sobreexponer a Vidal.
¿Queres ser espia? La AFI (ex Side) firmó un convenio de cooperación académica con la UBA cuyo objetivo final en esta etapa búsqueda de “profesionales en serio” elegiría a los mejores promedios para tentarlos –laboralmente– a convertirse en “espías”.