ESPECTACULOS
Guillermo Francella

"A mí no me gusta que se metan con los subsidios"

A punto de estrenar Corazón de León, asegura que le costó mucho llegar a ser reconocido, que siempre fue un actor taquillero y, con respecto al Martín Fierro, que ganó por su labor en El hombre de tu vida, coincide con Jorge Lanata en la grieta que vive la sociedad.

El mejor. Con el Martín Fierro ganado, al igual que su colega Mercedes Morán, por El hombre de tu vida, Guillermo Francella corre riesgos al aceptar un personaje difícil en la nueva película de Marcos
|

1,36 es una medida que no sólo puede dirigirse puntualmente a la altura de León, el personaje protagónico de Corazón de León, nuevo film de Marcos Carnevale (Elsa & Fred, Viudas), sino que es también una forma de medir la ya no tan nueva pero sí movediza vida actoral de Guillermo Francella (1955, ¿ex? y casi único cómico catódico de lujo, popular y de referencia).

Francella es León, o sea, Francella interpreta al enano que se enamora y enamora, en esta Cyrano de Bergerac versión San Isidro, a Ivana (Julieta Díaz). O sea, León es la medida de cómo el recientemente galardonado con el Martín Fierro por su segunda colaboración con Juan José Campanella (el unitario El hombre de tu vida; la primera fue la ganadora del Oscar El secreto de sus ojos) ha logrado mutar y seguir en constante mutación, la caricatura argenta, de la que no reniega (de hecho, sabe dispensarla en Corazón de León con elegancia de cine clásico americano) pero que lo enfrascó durante varios años: “El lugar que ocupo hoy se dio así, pero también fue una intensa búsqueda mía. Yo lo exteriorizaba todo el tiempo. Tenía un potente deseo de enfrentar contenidos nuevos, de mayor profundidad. Pasaban los años y no quería quedar encasillado en lo que hacía, en el cine para chicos y en el cine industrial. Fui feliz ahí, seguro. Pero acá me siento más satisfecho, feliz de otra forma. Pasaron los años y necesitaba otros caminos. Fui valiente en mi postura y en mi deseo. Me decían que era un riesgo pero yo confié en mí”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Es tanta la predisposición de Francella a esa ya no tan nueva vida actoral, que se arriesgó a Corazón de León y el desafío de personificar a un enano, a una persona baja, a partir de “tecnología que usaron para El señor de los Anillos, para El Hobbit”: “Cuando Carnevale bajaba la manito y no se frenaba, y no frenaba, hasta llegar a la altura de León, no lo pude creer. Pero inmediatamente quise ver cómo quedaba. Me pareció original. A veces falta esa originalidad. Nosotros no quisimos nunca caer en el chiste fácil del enano. Más allá del truco, eso pasa a un plano secundario. Los prejuicios, las miradas de los otros... Habla de la burla, habla de qué pasa cuando te enamorás de alguien que la sociedad mira distinto, de esa lucha interna.”

—En el último Martín Fierro se le dio una mención a Juan Carlos Calabró. Y a vos te costó mucho tu actual lugar como actor. ¿Somos desconsiderados con nuestros cómicos?
—Siempre hubo un prejuicio para la comedia. O se le da valor al actor de drama. Eso es así desde que la vida es vida. Acá se notó, pero en todo el mundo es así. Aunque ya no tanto, eh. El chiste fácil es más menospreciado. Cuando hay comedia de situación, y la representación es austera y medida, hay un mayor respeto, ahora creo que lo hay. Pero creo que yo estuve en todos los procesos, hice películas de todo tipo y puedo hablar con propiedad de esto.
—Siguiendo en los Martín Fierro, ¿creés que existe la grieta de la que habló Lanata cuando ganó su premio?
—Sí, sí, hay una grieta, hay una división. Es feo, pero existe. Si uno dice que no está siendo absurdo. Hay mucha gente de un lado y mucha gente del otro, y esto se generó de esta manera y no es bueno para nadie. Si no hubiera grieta no hablaríamos de ella, y eso es evidente. La hay.
—Estuvieron tensos los Martín Fierro este año.
—Siempre está un poquito politizado y esta vez eso se exacerbó, es cierto. Hay alguien que usó un espacio para seguir criticando, más allá de su programa, que lo hace todos los días. Y gente que ama el modelo no compartió que lo hiciera en ese espacio.
—Ese alguien también generó una polémica por tratar el tema de los subsidios al cine argentino. Y justo ahora PERFIL da a conocer los números y hay películas que tuvieron sólo 13 espectadores. ¿Qué pensás al respecto?
—Se está hablando de otra cosa, y eso se tergiversó. Obviamente a ninguno de nosotros nos gustó lo que dijo Lanata. Pero también Lanata se dirigió a aquellas personas que, y si tiene pruebas tiene que ser contundente, elevan el presupuesto para quedarse con la plata. Y eso es un robo. Y si es así, a nadie le gusta. A mí no me gusta que se metan con el subsidio para con la cinematografía argentina, no me gusta. Ahora, cuando roban no le gusta a nadie.
—Vos has sabido estar en películas de Campanella, que llevan millones, y con Ana Katz, que llevó 220 mil. ¿Cómo vivís eso? ¿Pensás que tiene que ver con que el público todavía busca “Poné a Francella”?
—Je, no, no. No está bien fijarse únicamente en la taquilla. Yo no estoy acostumbrado a hacer películas que lleven 220 mil personas. Siempre he sido muy taquillero. Pero filmar con Ana Katz me pareció distinto, como lo fue El secreto de sus ojos. Trato de ser heterogéneo.
—¿Corazón de León muestra el miedo de los argentinos a lo distinto?
—El argentino es prejuicioso. Pero no sé si diría que le tiene miedo a lo distinto. Les tenemos miedo a los mandatos sociales. La opinión externa suele ser muy fuerte. Es duro. Y mi personaje lo sabe. Esta película tiene un disparador original. No hay muchos disparadores originales en el cine. Pero también hay otras cosas: la profundidad. Creo que el público se va a sentir conmovido. Creo que es una película valiente, y es un riesgo. Pocas veces un director que apunta a la industria corre este riesgo: puede quedar ridícula la idea. Pero Carnevale siguió hacía adelante. De verdad, creo que nos faltan disparadores originales, que se arriesguen. Por eso confié en la película.
—Campanella también tomó un riesgo enorme. Hizo una película animada que él sostiene que, aunque la vieran dos veces todos los argentinos, no cubre el costo. ¿Creés que ése es el camino que tiene que seguir el cine argentino?
—Lo que hizo Juan me parece admirable. Juan es un hombre muy talentoso, muy extraordinario. Estuvo muy bien. Necesitamos estos Quijotes, que se metan en terrenos nuevos, que en este caso puntual sería la animación. Gente que pise en terrenos nuevos. Me encanta que Juan lo haya hecho y él sabe tanto lo que quiere. Se mete en un lugar nuevo y se rodeó de los mejores. Me pone muy feliz lo que implica Metegol.

 

“Filmar con mi hijo fue muy conmovedor”

“Nico es muy hermoso”, dice Francella y se le ilumina el rostro. Habla de su Nico, de Nicolás Francella, su hijo, nacido en 1990, que actualmente está en la escudería Cris Morena y que debuta en el cine interpretando, precisamente, al hijo de León, el enano que Francella interpreta. O sea, debuta siendo el hijo de su padre. Francella: “Me cuesta, porque me encanta. Pero creo que él está muy bien en la película. Estoy muy orgulloso de lo que está haciendo en su carrera. Veníamos muy preparados al set los dos, porque se trabajó con mucha intensidad cada escena, cada momento. Y lo vi muy seguro a Nicolás. Teníamos todo probado, las letras al derecho y al revés”. Aun así, hay escenas donde padre e hijo en la ficción generan una densidad emocional que cuesta pensar que no se filtró a los Francella: “No, no, no, eso es cierto, puedo hablar de lo profesional, pero hay instantes como el de la pileta que fueron muy emotivos. Pero muy emotivos. Y además para él, debutar con papá enano, conmigo haciendo algo que nunca había hecho y que nunca imaginé que haría. Y yo teniendo a mi propio hijo enfrente. Es muy conmovedor”. Y del desafío físico de hacer de enano, que implicó un trabajo de animación enorme, y muchas horas de rodillas para Francella, el actor recuerda: “Fue agotador, pero en un sentido muy saludable. Había muchos detalles que aprendí a leer, que aprendí a respetar. Fue muy trabajoso todo. Estoy muy contento, muy orgulloso de esta película y de mis compañeros. Creo que hicimos una película que va a conmover, que apunta al gran público”.