ESPECTACULOS
Sarah Paulson

El desafío de ser grande en la televisión

La actriz es parte de El jilguero, la adaptación del libro de Donna Tartt que acaba de estrenarse. Es uno de los nombres claves nacidos de la edad dorada de la TV. Reflexiona aquí sobre el cine, las series y sus personajes.

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Pasión. Paulson peleó por lograr su rol secundario en El jilguero. | gza. warner

Sarah Paulson ha logrado convertirse en un nombre clave del Hollywood actual. Y no solo eso, la ex estrella de la serie American Horror Story, la antología de terror de diseño de Ryan Murphy, es un nombre muy ocupado. De hecho, junto con Murphy es parte de Ratched, la primera obra de Murphy para Netflix y ahora está filmando Mrs. America para FX (junto a Cate Blanchett). Y, por supuesto, vuelve para ser parte de American Crime Story: Impeachment, la nueva joya de la corona Murphy. Pero hoy la ocupa su rol secundario en la recientemente estrenada El jilguero, la adaptación de Warner Bros. del bestséller de Donna Tartt. Lo extraño es que el rol de Paulson, Xandra, es un rol distinto: “Se trata de una mujer que solo piensa en sí misma y que solo es un pequeño personaje en este gran relato moderno que es El jilguero” dice Paulson en exclusiva para PERFIL. Y agrega: “Es el tipo de rol que no suele pedir una ‘estrella’, por decirlo de una forma que odio expresarme, y del que me enamoré de inmediato cuando lo leí. Apenas leí el libro sabía que quería interpretar a Xandra, que quería no entender, pero sí construír a esa mujer tan complicada, capaz de odiar sinceramente a un niño porque se mete en sus mediocres planes de una vida absolutamente en decadencia, donde Las Vegas es un transfondo, sí, pero también una forma de demostrar el vacío de ella y de él, el padre del protagonista. No fue fácil obtener el papel y es algo que me enorgullece mucho”.

—¿Qué quiere decir que “no fue fácil obtener el papel”?

—Literalmente eso: tuve que pedir el rol, y no me lo dieron de inmediato. El director, John Crowley, desconfiaba que yo fuera la adecuada y me preguntó si no me molestaría realizar todo el proceso. Con suerte, hacía años que no hacía algo así. Y lo hice, y lo hice por completo, es decir, me bronceé con ese estilo californiano y aparecí en su despacho. Me comprometí al 100% y ellos no podían entender por qué quería realizar algo así. Lo cierto es que Xandra es un personaje que cuesta conseguir en Hollywood.

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—¿Por qué decís eso de un personaje, que quizás, uno puede pensar torpemente lo contrario?

—He tenido suerte, y no puedo negarlo. Pero hay un cliché que es cierto: todos sabemos que estas vueltas en el éxito tienen su tiempo, su duración. Y mientras pueda, quiero aprovechar para visitar los roles que más difíciles me son, que más me alejan de mi zona de confort. Me gustan esos rincones más inhóspitos, esos que te hacen sentir que te estás esforzando. Esos donde no suelen brillar los premios, donde no hay luz, donde simplemente te divertís y esforzás siendo el mejor posible en un rol que no te da tanto espacio, tanto tiempo, tanta distinción. Me gusta esa idea que implica que observen de otra forma. Sabía muy bien que mi nombre no estaba entre los candidatos para ser Xandra, y por eso me obsesioné.

—¿Cuál era tu vínculo con el libro y por qué querías ser parte de este relato?

—Me fascinó la novela. Y me fascinó porque creo habla de algo que todos vivimos, que todos sentimos, seas alguien que trabaja en Hollywood o solo en tu escritorio escribiendo: la pérdida.

 

Los tiempos de las series

—Tu nombre ha logrado ser uno de los más pesados en la edad dorada de la TV. ¿Te molestan las comparaciones todavía presentes entre cine y televisión?

—Cualquiera sea el medio, hoy la calidad pasa por el tiempo. Por el tiempo que tenés para que tu personaje se luzca, para que tu personaje se haga humano. Entre ochenta series nuevas por temporada: ¿cómo lográs que la gente sienta algo por tu personaje? Al fin y al cabo, todos los personajes buscan impactar de la misma forma. Es muy importante ser visceral, ir con tu instinto, creer en tu personaje en el breve tiempo que te toca junto a ella. Los tiempos me fascinan: correr para lograr un relato, sentir el oficio se hace en el minuto a minuto. Adoro esa sensación y el lujo de poder sentirla.

—¿Qué desafío te presenta un personaje como Xandra, más cerca de alguien normal, menos excéntrico?

—Cuando interpretás a alguien real, a alguien fácil de identificar, es una gran responsabilidad. Porque no podés ser irresponsable, no podés ir por la caricatura, no podés hacer genérico un tipo de persona, porque, precisamente, querés llegar a todo el mundo. Entonces, tenés que encontrar algo de qué aferrarte, y aquí, y siempre, a lo que te aferrás no tiene que ser obvio, siquiera tiene que redimir, tan solo tiene que generar un vínculo entre vos y el personaje, uno que creés puede superar el instante de la grabación de la escena.

—¿Por qué creés que la pérdida es un sentimiento tan común?

—La pérdida es común, de la forma más simple posible: todos sentimos que nos falta algo, incluso en tu mejor día, en tu mejor instante profesional, muchos que se definen por aquello que no tienen y por aquello que extrañan, que sienten se fue demasiado pronto, o que se rompió demasiado fuerte, que quedó hecho añicos. La pérdida siento que marca cada página de El jilguero.