ESPECTACULOS
Joaquin Phoenix

El hombre que ríe

El próximo jueves llega a la Argentina Guasón, el film que ganó en el Festival de Venecia con Lucrecia Martel como presidenta del jurado. El protagonista analiza cómo hizo para componer a uno de los villanos más grandes del mundo.

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Guason. El jueves se estrena la película sobre el villano de Batman, que aspira a que Joaquin Phoenix se lleve el premio a mejor actor. | gza. warner

Guasón no para de reírse. En plena fiebre de films de superhéroes, donde Marvel es la juguetería favorita de Hollywood, DC Comics logró lo impensado: después de años de pisar una y otra vez el mismo rastrillo y dárselo en la frente (intentar imitar a sus frenemigos de Marvel creando un universo lúdico compartido por sus personajes, por sus Batman, Superman y Wonder Woman), decidió otro acercamiento. Y ese acercamiento, tan mercachifle como de autor, que esconde la operación y pretende que todos la crean un film libre, Guasón ganó el Festival de Venecia con una historia que cuenta un nuevo origen del Joker, del personaje que le valió un Oscar póstumo a Heath Ledger y derechos excepcionales de merchandising a Jack Nicholson. Así, dirigida por Todd Phillips (de la saga ¿Qué pasó ayer?) y protagonizada por el celebrado Joaquin Phoenix (que, latiguillo de estúpidos, perdió peso, mucho, para el personaje y se perdió en diarios y modelos de enfermedades neurológicas relacionadas con la risa como impulso irrefrenable), Guasón llega a nuestras salas el próximo jueves.

Por ahora, todo ha sucedido con ella: ovaciones de ocho minutos en Venecia (donde el jurado liderado por Lucrecia Martel la premió), salas llenas en el Festival de Toronto, acusaciones de ser una reflexión vacía sobre la sociedad, Phoenix ofendido con quienes le preguntan por los posibles rebotes de la extrema violencia del film en la realidad y, claro, rumores de Oscar. Para Phoenix, para la película incluso, para una apuesta desesperada de DC y Warner por sabotear el modelo feliz de Marvel. Hoy, incluso en un año en el que Marvel ha logrado romper el récord de la película más vista de la historia, DC sonríe. Quizás sea una locura, pero Guasón era la carta bajo de la manga, la carta cinéfila, enamorada de Martin Scorsese y, claro, del marketing que disimula que lo es, que necesitaban dos mundos separados por los tics del cine XL y extremadamente mediano. El mundo de los festivales y el mundo de Hollywood se encuentran: ¿triunfo de la autoría o perfecto diseño de marketing que ha comprado el planeta? Por ahora, las palabras de Phoenix resumen la experiencia única de un film como ninguno antes.

—¿Qué te sucedió cuando recibiste el guión de “Guasón” que hizo que aceptaras el rol de Arthur Fleck?

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—Bueno, me pareció de entrada un rol osado, que iba a lugares nuevos, y que era distinto no solo dentro del género sino distinto a cualquier cosa que yo hubiera leído antes. Y sí, es tremendamente distinta a cualquier película que pudiera llegar a caer en la categoría que implica “película de superhéroes”. Pero de verdad era realmente diferente y de una forma muy sincera a los dramas que suelen llegarme. De entrada permitía ver que tenía muchos tonos, muchos matices.

—Desde siempre, y en especial en esta película, el Guasón es un narrador poco confiable. ¿Ese dato que define la naturaleza del personaje influyó en las decisiones que tomaste a la hora de interpretarlo?

—Hubo momentos en los que pensé cómo le gustaría al personaje alterar su historia y considerar el efecto que eso tendría en alguien, en cómo cualquier persona se sentiría al respecto. En otros momentos creo que la alteraría tan solo porque realmente creía que esa era la única opción, porque realmente creía en aquello que estaba contando. Generalmente con personajes de esta naturaleza es frustrante porque querés entender cuáles son sus motivaciones. Pero en este caso se convirtió en el ingrediente justo para su libertad, y fue lo que hizo dar cuenta de que podía ir en cualquier dirección en cualquier momento.

—El director Todd Phillips ha dicho que el trabajo que hicieron juntos en este film es una verdadera colaboración. ¿Lo sentiste así?

—Sí, y no fue algo que solamente tuvo lugar en el set. Incluso cuando finalizábamos el rodaje, o los fines de semana, nos llamábamos o enviábamos textos o hasta nos reuníamos para hablar de las escenas que todavía nos faltaba filmar. Sentí que estábamos tan unidos durante este proceso que llegamos al punto en que si el otro no se sentía inspirado, con suerte el otro podría inspirarlo. Y muchas veces, muy sorpresivamente, nos fascinaba cómo pensábamos lo mismo, es decir, las mismas soluciones para determinados problemas.

—El personaje en un momento puntual resuelve un “problema” de una forma que genera un instante clave en Arthur. ¿Cómo se generó esa escena y lo que iba a suceder en ella?

—La preparación para esa escena incluyó el estudio del baile y del movimiento, pero no encontramos la verdadera intención, el motivo, de esa escena hasta que estuvimos en el set ese día. Cuando llegamos al set sentimos que todavía nos faltaba algo, algo que ilustrara el nacimiento de una parte distinta de Arthur, de su personalidad. Y llegamos a esa idea, del baile, porque justo había estado estudiando danza, y Todd había empezado a tocar una especie de música para chelos. Era algo que había recibido la noche anterior y ayudó mucho. Dije: “Quizás haya un movimiento aquí”, y me dijo “Bueno, deberían empezar entonces filmando tus pies. Empezá con el pie, y ahí comienza tu movimiento”. Eso fue todo. Y lo dejamos ahí y era todo lo que habíamos preparado para la escena. Y algo surgió, algo diferente, y se convirtió en un punto de quiebre para el personaje y también para el vínculo en el rodaje entre Todd y yo.

—En la película hay una escalera, enorme, que es clave para ilustrar los diferentes momentos en que se encuentra el personaje. ¿Cómo apareció esa forma de vincularse con la ciudad?

—Arthur tiene un diario. Cuando yo escribía ese diario, un proceso que fue parte de mi preparación, Todd me comentó algo sobre unas escaleras, enormes, para que me ayudara en el proceso de la escritura. Me contó sobre estas escaleras que Arthur tendría que subir una y otra vez durante algunas escenas. Creo que hubo incluso varias páginas del diario de Arthur donde escribí “escalón tras escalón tras escalón tras escalón”, una y otra vez en todas las páginas, en todas las líneas que pudiera usar. Y ese “escalón tras escalón” se convirtió en algo que nos enviábamos entre nosotros, “escalón tras escalón”.

*Entrevista genérica, gentileza de Warner