ESPECTACULOS
SEBASTIAN WAINRAICH

"El humor es la mejor manera de criticar"

Como guionista y actor estrena su primera serie en Netflix: Casi feliz, donde juega con lo autobiográfico y su mundo. Define el humor como una forma inteligente de desconfiar del presente, las normas y el futuro.

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Relatos. El conductor y comediante llega a Netflix con una ficción que posee fragmentos de su vida como profesional. | Gza. Nicolás Castillo / Lisandro Baruffato

La primera sensación al ver los episodios de Casi feliz es, claro, un extrañamiento, por aquel mundo, ese día a día porteño hoy ausente. Pero superada rápidamente esa prueba, Sebastián Wainraich, como actor y guionista, genera un pequeño milagro: detona su mundo desde la autobiografía filtrada. Wainraich es una usina de comedia y de relatos. Así sea en su show radial Metro y medio, en sus pasos como actor (por ejemplo, en largos como Una noche de amor, donde trabajó con el director de esta serie, Hernán Guerschuny) y en sus shows en vivo. Wainraich ha generado una mirada que lo identifica. Pero entonces, ¿dónde está la autobiografía en este show con un protagonista llamado Sebastián escrito por Sebastián? Dirá el mismo Wainraich: “Aparece en la base, en lo radial, en el mundo de la comedia, en el hacer un monólogo en un evento. Y después es todo exageración de algo que me puede pasar. O de algún pensamiento que tengo. Pero claro que es una pregunta válida: el personaje se llama Sebastián, hace radio, hace eventos, es padre, es hincha fanático de Atlanta. Es imposible que sea autobiográfico 100% y que no lo sea”.

—¿Por qué sentís que necesitabas contar historias?

—Yo creo que es lo que me salva de la locura hacer esto. No hay plan B. Yo necesito hacerlo, más allá de que es mi medio de vida. Yo ya tengo ideas para una temporada dos, y para un próximo unipersonal. Por suerte me aparecen, y después, sí, hay que ponerse profesional y bajarlo. Es una necesidad que tengo casi física el contar.

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—¿Cuáles sentís que son los primeros chispazos de comedia que te fascinaron?

—Ahora que soy grande me doy cuenta de que El superagente 86 fue una gran influencia. Tal vez en las cosas que hago no se nota mucho, porque es otro humor, otro contexto, son otras historias. Y ahora que lo analizo con profundidad me parece que era una serie muy inteligente, por cómo estaba construido ese mundo, ese personaje, la gran parodia que era. Me parece que era irreverente, rebelde. Y lo hacía a través del humor, que para mí es la manera más inteligente de criticar algo. El primer chispazo es ese. Después, en la familia de mi viejo había mucho humor, no profesional, humor negro, mucha ironía. Y en mi familia también. No podría ir a algo puntual, claro, pero sí a ese mundo y cómo ahí había una manera de comunicarse a través de la comedia.

—Decís que el humor es la forma más inteligente de criticar; entonces, ¿qué dirías que critica tu nueva serie “Casi feliz”?

—No necesariamente el humor es contestatario. Casi siempre sí. Tal vez en este caso no es tanto una crítica social. Tal vez es una crítica a mi personaje. Pero no está en primer lugar eso. El objetivo es la risa, el buen pasar del espectador, pero también contar historias. Hay una historia que está latente en los episodios y una historia que se desarrolla en cada capítulo. Busca contar historias. Quizás hay una crítica a través de mi personaje que hace cosas de compromiso: va a hacer un monólogo a la fiesta del padre de una compañera de la primaria solo para quedar bien. Ahí hay una crítica, pero es una tercera capa, tenés que encontrarlo: el tipo que por culpa se ve obligado a hacer algo. En el capítulo que se llama Bullying, donde la rompe Julieta Díaz, está la crítica a cómo éramos cuando éramos chicos. Salir con una chica que era gorda era recriticado. Ahí puede haber algo de eso. El humor tiene que criticar y generar contradicciones. Me gusta cuando los personajes no son buenos ni malos, hay confusión también.

—¿Es necesario desconfiar del futuro para hacer comedia?

—Es necesario desconfiar de todo. Para hacer comedia o una actividad artística, tenés que estar mirando todo de reojo. Alguien había dicho: el que hace comedia, ha pagado por ello. Cualquier persona con la que hables te va a contar algo traumático, y aquellos que lo resolvemos con comedia podemos decir que venimos a hablar de esto, a protestar por esto, a dejar en evidencia aquello. Es desconfiar del futuro y un poquito del presente también.

—Entonces ¿de qué desconfiás en cuanto al presente y el futuro?

—Es remover un poco lo establecido. Reírse de eso sin que sea un acto subversivo. En la obra que estaba haciendo había un fuerte alegato contra la religión, pero no es que me ponía a bajar línea con solemnidad. La religión y creer en Dios es siempre un tema que me obsesiona. No aparece tanto en esta temporada, pero si tenemos segunda temporada ya estoy haciendo unas anotaciones para que esté. Tampoco se ve tan judío, aunque se nota. Es un personaje que está incómodo en la vida, por todo este mundo que lo rodea, y aparentemente tiene todo para estar bien pero no le alcanza.  

—Hay cosas en la serie que parecen entender modos de la comedia, modos que tienen que ver con embrollos a resolver que alteran expectativas; ¿esa idea de no explotar lugares comunes pasó intencionalmente?

—Tampoco es que fue la intención el “vamos a romper todo”. Pero a este personaje le gusta esto y a mí me gusta algo que se da: el tipo va a entrevistar a Paul McCartney, y a él le perturba la situación que se da con su mujer y una chica por ahí. No puede disfrutar siquiera de entrevistar a Paul McCartney, que es su sueño, y el mío también. Deja de ser lo más importante. Se encuentra agotado por lo que sucede a su alrededor.

—¿Qué aprendiste de la comedia haciéndola tu oficio?

—Los tiempos. Cuál es el tiempo en la escritura, en la radio y en la ficción. Son todos distintos. Aprendí a tener paciencia. No soy muy paciente. Los hijos, la cuarentena y la comedia me enseñaron a tener paciencia. A saber que no hay que buscar el chiste desesperadamente. Al menos a mí ya no me gusta buscar el chiste desesperadamente, o no parece el camino más inteligente para hacer reír. Contar la historia, que haya una situación y a partir de eso buscar la risa. Y aprendí que se puede contar una historia, que podés meterte en lugares incómodos. Mi prioridad es hacer una comedia y contar una historia. Si puedo provocar otras cosas, mejor; si no, no pasa nada.

—Te mostrás, obviamente con filtros, desde la comedia. ¿Cuánto hay de lo que mostrás y de lo que guardás?

—Hay bastante en la demanda. Ahora en las redes hay pedidos muy nobles, de ONGs, y de gente que está sola. Y después, absurdos: si puedo hacer que otro me salude. No me hago tanto rollo. Mi personaje en la serie no sabe qué hacer con el hecho de ser conocido. Tampoco soy Messi o Maradona, que no pueden caminar por la calle. Además, soy bastante terrenal.

 

El trabajo en equipo y la sonrisa en casa

—¿Qué te hace reír por estos días encerrados?

—Con mi familia me río. Hay momentos de angustia y de risa. Peto Menahem siempre me hace reír muchísimo. Mis compañeros de la radio, Julieta y Pablo. Estoy rodeado de gente que me hace reír.

—¿Cómo fue el trabajo con Hernán Guerschuny, director con el que ya trabajaste otras veces y con quien lo hacés en esta serie?

—Es espectacular. Con Hernán nos llevamos muy bien. Hablamos mucho, nos imaginamos este mundo y entendimos que lo tenía que escribir yo (bah, capaz le hinché las pelotas y lo hice). Yo confío mucho en él. El habla con los actores, la edición, la post. Confiamos mucho en el otro. Nos hicimos muy amigos también. Para este trabajo suma un montonazo. 

—Los cameos, como con Adrián Suar o Julieta Díaz, ¿los pensaste, a la hora de escribir, para esos nombres?

—Julieta fue la primera actriz pensada para eso. Pero hay un poco de ambos casos. Con Adrián soy amigo, él me pidió estar. Y fue un gesto hermoso. Escribí algo rápido para que él pudiera estar. Creo que se corrió bastante de él para contarlo. Así todos. Nos divierte mucho pensar el casting y creo que armamos un evento soñado.

—¿Dónde te aparecen las ganas de contar como lo hace la serie?

—Son ganas, pero también es algo que me surge espontáneamente. No es que yo digo “bueno, voy a contar esto”. Creamos un mundo que le quedará cómodo al personaje para contar esta historia; es el mundo de la radio, el mundo de una ex mujer y todo lo que lo define.