ESPECTACULOS
Florencia Pea

La bruja que mueve la nariz

Después de muchas idas y vueltas, Hechizada saldrá por Telefe los primeros días de enero. La actriz espera que ésta sea su última sitcom. En 2007 continuará con Sweet Charity y rodará una película en China. Critica la mediocridad de la TV y promete trabajar con los Echarri.

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LOOK. Ser una bruja naive, muy delicada, buenita y algo traviesa. | Cedoc

Ni Moni Argento, ni Charity, ni Samantha. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Porque Florencia Peña es Florencia Peña: una mujer-niña de 32 años, bastante menuda, boca corazón, ojitos luces y cara como Dios la trajo al mundo. Todo lo demás es pura actriz y puro humor estrogénico que la ha llevado a convertirse en una de las comediantes más reconocidas, ganadora de dos Martín Fierro en ese rubro.

“Mi carrera no pasa por la belleza ni mucho menos. Puedo estar linda en una foto y hacer un programa donde salgo como un escracho y no me afecta. Me despojo de la condición de mujer y estoy a disposición del personaje. Si la belleza se antepone a la gracia, te juega en contra. Ahí encontré mi lugar, sin proponérmelo, donde había un nicho vacante, y logrando ser universal, popular. La palabra capocómica no me copa pero ser un referente en el humor tan potente, siendo mujer, es un camino ganado”, dice la protagonista de la ya finalizada Casados con hijos, del musical Sweet Charity (que retoma el 10 de enero en el Lola Membrives) y de la nueva sitcom Hechizada, a partir de los primeros días de enero, de lunes a viernes a las 21 por Telefe, junto con Gustavo Garzón y Georgina Barbarossa.

—Por fin llegó el momento del debut, después de tantos comentarios...
—Es que la prensa empieza con esas cosas cuando no tiene respuestas. Y así salió una sarta de barbaridades que no salimos a desmentir y dejamos que fluyan. A mí siempre me pelean con todos los elencos: me llevaba mal con las chicas de Disputas, con Guillermo (Francella), con Garzón... También se dijo que a Claudio Villarruel no le había gustado. Siempre hay teléfonos descompuestos. La única verdad es lo que uno hace. Hechizada es muy complejo de hacer. Pensá que trabajamos todo el año y sólo tenemos grabados los capítulos para casi tres meses y el 15 retomamos.

—¿Viste la serie original y la película?
—No, porque trato de no contaminarme, de encontrar a los personajes como si nunca hubieran existido. Los libros están basados en los de la serie pero sólo como un disparador, porque en lo demás están muy aggiornados. Se respeta el hecho de que Samantha es una bruja casada con un mortal y con una madre, también bruja, que no está de acuerdo con esa unión. Creo que la que más se respetó fue La niñera; Casados con hijos es una versión bien argentina y Hechizada también. Ya se comprobó que no hay manera de traer algo americano si no lo argentinizás.

—¿Se refiere a “Amas de casa desesperadas”?
—Es que parece muy lejano, la gente no se identifica...

—¿Cómo es tu Samantha?
—Estoy con mi pelo, rubio, corto, a veces batidito con puntas para afuera, a veces con rulitos, siempre con una hebillita rosa o una vinchita, mucha pollera plato, muy fifty-sixty. Es de una prolijidad, de una candidez..., muy fina, es una niña inocente y pícara, muy naïve.

—¿Se mantiene el truco de la nariz?
—Sí, la muevo, la muevo. De cábala, no lo muestro a nadie. Me costó hacerlo porque el secreto está en mover la boca, no la nariz. Lo que mueve es esto (se toca el bozo). Y con el tlin-tlin-tlin se completa y queda muy gracioso.

—¿Temés que Telefe repita “Casados con hijos” duplicando tu imagen en la pantalla?
—No creo, pero todo puede ser. Cuando hacés tele, no podés manejar el tema de las repeticiones, ya no te pertenecen. No sería lo que más me agradaría pero la televisión tiene sus leyes, es un negocio y nosotros somos simples elementos de ese engranaje millonario.

—¿Es tu última “sitcom”?
Yo ya no iba a hacerla porque me parecía tedioso repetirme en el formato. Pero lo analicé más, era lo más interesante de lo que me habían propuesto, volvía a ser la protagonista y llevar la batuta –como en La niñera– y era otro desafío, el de no repetirme. Intento que Hechizada sea mi última sitcom. Porque es tan facilista la televisión. Podría estar en tiras haciendo de mí misma, que se vendan al exterior, pero nada de eso me interesa mientras yo no me sienta actriz.

—Hablando de trabajo, ¿por qué fuiste la única que no pasó por el casting para “Sweet Charity”?
—¡Porque Daniel Grinbank compró los derechos para mí! La vi dos veces en Nueva York y cuando vinieron los norteamericanos para supervisar cómo estaba, todos se quedaron sorprendidos de la preparación. Hubo casting pero para los otros roles.

—¿Habías estudiado mucho?
Sí. Nunca me subiría a un escenario a cantar si no canto y a bailar si no bailo. En este medio mediocre donde el objetivo es ser famosa, todo el mundo hace lo que no sabe hacer, la gente que no baila; baila, y la que no canta, canta y saca discos. Todo esto dicho sin nombrar a nadie. Más que nunca quiero diferenciarme. Podría hacer tantas cosas que no hago, sólo para ganar dinero pero tengo tanto respeto por lo que hago. Parece que lo más importante es lo que mide y no lo que se hace, el resultado que el contenido, el final del camino que el camino mismo. No se puede ser artista si no hay un camino. Tener que transitarlo. De la noche a la mañana nadie se convierte en nada. Eso es efímero. Vos ves pasar a esa gente y ya sabés cuál va a ser el resultado final. Lo mejor que me pasa es que no soy una actriz que está de moda. Llegué hasta acá después de mucho laburar.

—¿Por qué creés que suman rating esos ciclos a los que aludís?
—No sé... Supongo que hay mucha cosa mezclada, gente que lo mira para reírse de los participantes... Y además los medios hablan todo el tiempo de eso. Es lo que cada uno quiere hacer con su vida y con su espacio. (Marcelo) Tinelli va mutando hasta conseguir el resultado final, que es que la gente lo vea, no importa lo que haga. Es su objetivo, su meta, lo que a él lo llena y me parece bien, nadie puede criticar lo que el otro elige hacer. Yo no haría nada que no me llene, aun cuando no fuera un éxito de público. No siempre coincide el éxito personal con el de afuera. Son de diez fue un éxito para la gente y para mí fue un fracaso estrepitoso; Chabonas no fue un éxito y me fascinó hacerlo, me dio la posibilidad de encontrarme con el humor.

—El año pasado sufriste un asalto armado. ¿Pensaste en mudarte a un barrio cerrado o a un country?
—No. Tomo más recaudos, eso sí, me cuido más pero no me gustan los guetos.

—¿Sos “buena vecina” de los Echarri?
—Toto (Tomás, hijo de Peña y Mariano Otero, de 3 años) juega con los chicos (Luca, de 6, hijo de Nancy Dupláa y Matías Martin, y Morena, de 2, hija de Dupláa y Pablo Echarri) y nosotros somos muy amigos y muy parecidos en muchas cosas, no queremos exposición, somos familieros, nos gusta recibir gente en casa, así que cuando podemos nos juntamos a comer. Nunca trabajé ni con Nancy ni con Pablo, pero ya vamos a laburar.

—Empezaste a los 6 años en Festilindo. Como madre, ¿harías lo mismo con Tomás?
—Le agradezco mucho a mi vieja que me haya escuchado cuando se lo pedí, porque desde muy temprano encontré mis deseos. Yo lo acompañaría a Toto si me lo pide, no le cortaría una posibilidad que a mí no me fue cortada. Acompañaría su necesidad de expresarse pero no para que sea un niño de la tele, ni pondría en sus espaldas la carga de mis frustraciones. Porque ahí es donde los chicos se transforman en monstruos.