Un escándalo diplomático se desató cuando el avión presidencial Dassault Falcon que transportaba al mandatario de Bolivia, Evo Morales, fue detenido cuando volaba por espacio europeo proveniente de Rusia. La nave finalmente aterrizó en Austria casi sin combustible, y en donde Evo pasó casi 12 horas retenido sin tener vía libre para continuar a su país, pues se creía que el exespía estadounidense Edward Snowden también viajaba con él.
Fue una semana de discursos entre países sudamericanos y Europa. La cuestión llegó a la OEA a efectos de lograr una declaración del organismo político de las Américas contra Italia, España, Francia y Portugal, países que se habrían negado a recibir la aeronave presidencial. La moción para una declaración fue presentada por Venezuela, Nicaragua y Ecuador y contaba con la solidaridad, además, de Argentina, Brasil y Uruguay, entre otros países. Bolivia asistió representada por su ministro de gobierno (Jefe de Gabinete), Carlos Romero.
Luego de una presentación esperada de los representantes de los países del ALBA responsabilizando a Europa por el “neo colonialismo alineado con Estados Unidos y sus servicios de inteligencia”, los representantes de los países europeos (que son observadores en la OEA) pidieron también la palabra. Ahí comenzó un espectáculo increíble de excusas.
El observador español lamentó los incidentes y culpó a su embajador en Austria. “Nunca le cerramos el espacio aéreo a los bolivianos, hasta le permitimos aterrizar en Las Palmas. Si nuestra representación en Viena ha sido malinterpretada por Morales y si lo hemos ofendido, le pedimos disculpas”.
Luego siguió el representante francés, que dijo increíblemente que todo se debió a un “error técnico al confundir el control de Francia a la nave de Evo con otro avión".
También habló Portugal, que dijo que “hubo un error en la fecha del permiso de vuelo y que la reautorización llegó en momentos en que el avión ya estaba en Austria” y, para peor, el representante de Italia dijo que jamás su gobierno prohibió a Evo sobrevolar su territorio, que inclusive había un permiso de vuelo que la nave no siguió y que era Bolivia la que tenía que pedir disculpas a Italia por acusarla ante la OEA.
Ante varias chicanas con el ministro boliviano Romero, y las indisimulables murmuraciones entre los otros embajadores, los cuales –como Argentina-, exigían disculpas por parte de los países europeos, el Secretario General Insulza pidió la palabra: “No sacamos mucho con discutir si los hechos fueron de una manera u otra. El caso es que coincidieron cuatro países de Europa en esto. Esto no puede ser una casualidad y es una ofensa gravísima a un mandatario de las Américas”.
Luego de ocho horas de debate, los países latinos aprobaron una resolución que demanda a estos cuatro países europeos disculparse por el incidente y alertarlos por este tipo de situaciones. Leída al cerrar la sesión, el representante de Italia gritaba que habían metido a su país en un embrollo diplomático, mientras que Estados Unidos y Canadá tampoco estaban de acuerdo con la resolución final, porque argumentaban que el caso es un tema “bilateral” y que no debía tratarse en OEA de esta forma.
A la salida, algunos embajadores bolivarianos festejaban el documento contra países centrales de Europa. Claramente, una jornada en la cual se buscaba a través de una formalidad lograr un efecto político, que en la práctica, no se cree generará muchos resultados.
(*) Especial para Perfil.com, desde Washington.