Con la mira en la ruptura del orden constitucional en Venezuela, los ecuatorianos acuden hoy a las urnas para elegir al sucesor del presidente Rafael Correa, en una segunda vuelta que marcará la continuidad del “correísmo” o, como sucedió en Argentina y Perú, el cambio de signo político, con un giro hacia la derecha. El oficialista Lenín Moreno encabezaba las últimas encuestas, pero el opositor Guillermo Lasso aspiraba a capitalizar electoralmente el golpe judicial del chavismo, vinculando a su rival con Nicolás Maduro.
Moreno, que el 19 de febrero logró un 39,3% de los votos y quedó a décimas de ser elegido en primera vuelta, es la carta de Correa para consolidar el “socialismo del siglo XXI”, en vigencia desde 2007, aunque con distintos matices a los de Venezuela y Bolivia. De 64 años, el postulante sufre una paraplejia, provocada por un disparo en un intento de asalto en 1998. Luego de ese trágico incidente comenzó a militar en política, se convirtió en vicepresidente de Correa y la ONU lo nombró Enviado Especial para la Discapacidad y Accesibilidad. Es reconocido por su carácter afable y conciliador, en contraposición al estilo combativo de Correa.
Lasso, ex presidente del Banco de Guayaquil y miembro del Opus Dei, obtuvo un 28,1% en primera vuelta, y se convirtió en la esperanza de la oposición para poner fin a una década de Revolución Ciudadana. Acusado por el gobierno de beneficiarse con el “feriado bancario” de 1999 –una crisis financiera que culminó con el cierre de instituciones bancarias y la dolarización del país–, Lasso propone la creación de un millón de empleos en cuatro años, la eliminación de impuestos, más acuerdos comerciales e inversión extranjera.
Venezuela. Sin debate antes del ballottage, los dos candidatos agitaron la campaña del miedo. Desde las huestes de Correa compararon a Lasso con Mauricio Macri, al sostener que aplicaría las mismas medidas en caso de asumir. Y la oposición, por su parte, azuzó el fantasma bolivariano. “Lenín Moreno es el Nicolás Maduro de Rafael Correa”, sentenció Lasso. “Democracia con independencia de poderes, con Justicia independiente, con una asamblea autónoma, no lo que acaba de pasar en Venezuela, un golpe de Estado anulando a la Asamblea Nacional. ¿Ustedes quieren eso?”, preguntó a sus militantes en el cierre de su campaña.
Según Napoleón Saltos, profesor de Ciencia Política de la Universidad Central del Ecuador, la alternativa entre seguir los pasos de Argentina o de Venezuela es una “falsa dicotomía”. “Tanto en la primera como en la segunda vuelta, las campañas promovieron la polarización. De un lado, se esgrimió que se regresaría al pasado a través de la reinstauración del modelo neoliberal y se perderían las conquistas sociales que se alcanzaron con Correa. Del otro, se planteó el temor al socialismo de Maduro. Esa dicotomía no responde a las condiciones específicas de Ecuador”, explicó a PERFIL.
Nadie sabe cómo impactará en las urnas la sentencia judicial que inhabilitó a la Asamblea Nacional venezolana –y su consiguiente marcha atrás–. Por ley, no se pueden divulgar encuestas diez días antes de los comicios. Los últimos sondeos de Cedatos-Gallup Internacional auguraban que Moreno tenía una intención de voto del 52,4%, contra un 47,6% de Lasso.
El Instituto de Estudios Sociales y de la Opinión Pública, en cambio, sostenía que el 17% del electorado aún estaba
indeciso. Pero ninguno de esos estudios reflejaba el impacto del “Madurazo” en la opinión pública.
“Hay dos factores que en la última semana pueden afectar a Moreno. Uno de ellos es el fútbol. El martes la selección de Ecuador perdió.
Al estadio fue el candidato Lasso. Hubo un operativo montado por el gobierno que generó un intento de agresión a Lasso. Eso provocó una reacción contraria al gobierno y al oficialismo. El otro elemento es Venezuela. Moreno se solidarizó y apoyó al régimen de Maduro”, afirmó Francisco Carrión Mena, ex canciller de Ecuador.
Con la incertidumbre a tope, Ecuador tendrá un test electoral clave para su futuro y el de la región.