Hoy se cumplen doce años de uno de los días que marcaron a la historia mundial. El 11 de marzo de 2004, 192 personas murieron y 2.000 resultaron heridas por la explosión de una decena de bombas en cuatro trenes en Madrid y sus suburbios. El atentado, reivindicado en nombre de Al Qaeda por una célula islamista radical, es el más mortífero de Europa occidental después del que destruyó un avión en Lockerbie (Escocia) en 1988, donde murieron 270 personas.
En esos años, la crisis en Argentina, como a miles de argentinos, impulsó a Sergio Crocce a dejar Puerto Madryn –donde era cocinero de los barcos pesqueros– y viajar a España para "buscar un futuro mejor" para sus tres hijas, por entonces pequeñas. El 17 de noviembre de 2003 comenzó su nueva vida.
"Llegué con diez euros y estuve casi un mes prácticamente viviendo en la calle", confiesa. Sin embargo, al poco tiempo consiguió trabajo como árbitro de fútbol y de pintor. A raíz de este último trabajo, Sergio tomó aquel 11 de marzo, como hacía a diario, el tren en la estación de Vicálvaro rumbo a Atocha.
"Llego a Atocha, el tren se detiene y se siente una explosión terrible. Pensamos que no habían chocado atrás, porque no nos paso nada, solo nos caímos", recuerda Crocce en diálogo con Perfil.com, quien enseguida explica que "cuando se abren las puertas y empezamos a bajar, todo el mundo empezó a gritar que había bombas y salía fuego del cuarto vagón".
"Me asomo al vagón que había explotado y había muchos heridos, mucha gente muerta", detalla Sergio, quien en Argentina había sido bombero voluntario. Su vocación volvió a flor de piel y, sin dudarlo, comenzó a ayudar a cuanta persona se cruzaba, pero la amenaza no había terminado: "Empezamos con dos policías a sacar los heridos y, en eso, explota una segunda bomba. Esa fue la que nos afectó a nosotros".
Ni la segunda bomba ni los cuerpos a su alrededor lo detuvieron. "Tenía mucho miedo, pero no de morir", asegura y remarca: "Pensé mucho en mis hijas". Un total de 34 fueron las que murieron con las explosiones en el tren en la estación de Atocha.
"El atentado fue algo terrorífico, fue muy difícil de superar", confiesa Crocce, pero asegura: "Llega el momento y me acuerdo la fecha y lo celebro como que volví a nacer, es mi segundo cumpleaños".
Luchador. Durante estos doce años, la vida de Sergio tampoco fue fácil. Hace dos años le diagnosticaron un cáncer bastante complejo pero varios amigos en Argentina –incluidos jugadores de Gimnasia de La Plata– y vecinos en España lo ayudaron para que si hija pudiera viajar y lo acompañara"
"Quiero agradecer a mi hija Macarena que me bancó y vino hasta acá, a mi mujer Elena, que mas allá del atentado, que por suerte ya superé, soportaron todo. También a mi vieja, que me aguanto todo ese tiempo y que en octubre de este año murió", concluye emocionado.
* De la redacción de Perfil.com | Twitter: @hernangsoto