Donald Trump será el primer presidente de Estados Unidos en ser sometido dos veces a impeachment. Sin embargo, el tiempo parece estar de su lado, ya que el Congreso difícilmente lo destituirá antes de que culmine su mandato, el próximo 20 de enero. Entonces, ¿por qué los demócratas y una minoría de republicanos impulsaron el proceso? Porque en los artículos de la acusación, que será evaluada y votada por el Senado, citan el artículo 3 de la 14ª Enmienda de la Constitución, que impediría que Trump ocupe otro cargo federal si se descubre que participó “en una insurrección o rebelión”.
“No podrá ser senador ni representante en el Congreso, ni electo presidente o vicepresidente, ni ocupar cargo alguno, civil o militar (…) quien, habiendo jurado previamente (...) apoyar la Constitución de los Estados Unidos, haya participado en una insurrección o rebelión contra la misma, o haya prestado ayuda o consuelo a los enemigos de la misma”, sostiene la Carta Magna norteamericana. Ese texto, introducido tras la Guerra Civil, fue citado por los demócratas en la acusación contra Donald Trump.
En un Congreso absolutamente militarizado para evitar nuevos ataques, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dio el puntapié inicial al proceso al exigir un juicio político, calificando a Trump como un “peligro claro y presente” para Estados Unidos por incitar a una “rebelión armada” en el Capitolio. “Desde la elección presidencial de noviembre, una elección perdida por el presidente, mintió repetidamente sobre el resultado”, aseveró Pelosi.
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Si el impeachment prospera en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi decidirá cuándo girará al Senado el artículo bajo el que se acusa al presidente. Podría hacerlo inmediatamente o esperar hasta que Trump deje la Casa Blanca, asuma Joe Biden y el nuevo gabinete sea confirmado por el Senado, una de las prioridades del gobierno electo.
Una vez en el Senado, el impeachment enfrenta un incierto panorama. El líder de la bancada republicana, Mitch McConnell no se expresó públicamente sobre el tema. Según información publicada por The New York Times, el senador republicano de Kentucky cree que Trump debería ser destituido y que hacerlo sería una oportunidad para que el partido se despegue del mandatario. Pero tomar esa decisión requiere una audacia que McConnell parece no tener.
Una mayoría de dos tercios de los senadores presentes es necesaria para condenar al presidente, lo que significa que al menos 17 republicanos tendrían que unirse a los demócratas para votar por la condena. En 2020 sólo uno lo hizo: Mitt Romney.
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¿Impeachment pospresidencial?
Si el Senado no sesiona y vota antes de que Donald Trump abandone la Casa Blanca, se abre el interrogante legal de si puede juzgarlo una vez que deje el poder, algo que no sucedió en los tres procesos previos: Andrew Johnson, Bill Clinton y el propio Trump fueron sometidos a impeachment cuando eran presidentes.
El Senado juzgó a ex legisladores y jueces que habían dejado sus cargos. En esa circunstancia cobra fuerza la 14ª Enmienda. Uno de los argumentos a favor del impeachment es que una condena podría impedir que vuelva a ocupar un cargo federal electivo. "El Congreso simplemente tendría que declarar que Trump participó en un acto de 'insurrección o rebelión' alentando el ataque al Capitolio. Bajo la 14ª Enmienda, Trump podría postularse de nuevo a la Casa Blanca solo si fuera capaz de persuadir a un futuro Congreso por un voto de dos tercios de cada Cámara para eliminar tal incapacidad", escribieron en The Washington Post los constitucionalistas Bruce Ackerman y Gerard Magliocca.
En los próximos días el Capitolio decidirá si Trump es culpable o no de instigar una rebelión. La decisión va más allá de este mandato: implicará si Trump tiene o no futuro político.