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"El infierno en la Tierra": un sobreviviente de Hiroshima recuerda el bombardeo atómico 78 años después

Sadao Yamamoto tenía 14 años cuando EEUU lanzó el primer ataque nuclear contra Japón. Cuenta cómo se salvó de la bomba que destruyó Hiroshima y piensa en sus compañeros de escuela que murieron quemados en extrema agonía y rogando por agua. (Imágenes explícitas)

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Sadao Yamamoto tenía 14 años cuando EEUU lanzó el primer ataque nuclear contra Japón. | CEDOC

"Debe haber sido el infierno en la Tierra. Me asusta demasiado siquiera imaginarlo. Todos murieron allí de inmediato". Sadao Yamamoto tenía 14 años cuando Estados Unidos lanzó el primer ataque atómico contra Japón hace 78 años. Es testigo del holocausto nuclear en el que sus compañeros de escuela murieron quemados en extrema agonía, pidiendo por sus madres y rogando agua. Por una casualidad divina, Yamamoto se salvó de la bomba que redujo a Hiroshima a cenizas en una fracción de segundo y que cambiaría el curso de la historia. 

Yamamoto es uno de los cientos de miles de Hibakusha (sobrevivientes del bombardeo atómico) que toman nota del reloj biológico y se apuran a contar sus historias con un mensaje de paz. Una y otra vez revive su historia con imágenes dignas de película de terror de aquel 6 de agosto de 1945, cuando un B-29 (Enola Gay) de la Fuerza Aérea estadounidense arrojó la primera bomba nuclear sobre la ciudad del acero japonés. “Cuando los bombarderos se acercaron al cielo de Hiroshima, de repente dieron la vuelta y se fueron volando. Eso me pareció extraño”, recuerda con una lucidez envidiable.

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Antes de empezar con su relato, Yamamoto saluda a su audiencia con una sonrisa, aclara la voz y se acomoda en la silla de una oficina estatal en Hiroshima cercana al Parque de la Memoria y la Paz, símbolo de la reconstrucción de la ciudad. A sus 91 años, cuenta que el secreto de haber vivido tanto está en sus chequeos médicos regulares y una vida social activa. También dice que "le encanta el tango" al percatarse del país de origen de esta cronista, parte del grupo de periodistas invitados por el anfitrión del encuentro (el gobierno japonés) en el marco de la histórica Cumbre del G7 que este año tuvo como sede a esa emblemática ciudad.

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La Cúpula de la Bomba Atómica de Hiroshima es el único edificio que sobrevivió al bombardeo atómico y se conserva como un símbolo de la paz y el desarme nuclear. Foto: Perfil.com.

 

La historia de Sadao Yamamoto

El 6 de agosto de 1945 Sadao Yamamoto se despertó temprano y cambió de ruta. En vez de atravesar el microcentro de Hiroshima para llegar a la escuela, un trayecto que le tomaba cerca de media hora desde su casa en el este de la ciudad, giró hacia el noreste y caminó hacia las plantaciones de batatas.

Al igual que otros estudiantes, Yamamoto alternaba la escuela con el trabajo para derrumbar edificios y construir un cordón anti-aéreo o aumentar la producción de alimentos. Un día iba a la escuela (en el centro de la ciudad) y otro a trabajar en las afueras. Era el ocaso de la Segunda Guerra Mundial, Japón era asediada por los aviones caza estadounidenses y no se rendía ante las exigencias de los aliados. Todos los ciudadanos estaban movilizados sin importar edad o género.

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El ingeniero Sadao Yamamoto tenía 14 años durante el bombardeo atómico.

Lo que Yamamoto no sabía era que un mes antes una decisión cambiaría la historia de su pueblo y del mundo. El presidente estadounidense Harry Truman heredó la responsabilidad de su antecesor, Franklin Delano Roosevelt, sobre qué hacer con la bomba atómica, el nuevo armamento de capacidad de destrucción inusitada creado en el marco del Proyecto Manhattan. Después de considerar varias opciones, fue Hiroshima, el enclave siderúrgico de buen clima de la mayor isla de Japón, la elegida como el primer objetivo para medir el impacto de la bomba y forzar a los japoneses -de paso- a la rendición.

A las 8:15 de la mañana y con un "tremendo estallido", según Yamamoto, "vientos calientes arrasaron la ciudad". "Cuando recuperé la conciencia hasta mis pies, vi una enorme llama rosa brillante justo en la dirección de la estación de Hiroshima creciendo a una velocidad tremenda. Inmediatamente después de la explosión nació una bola de fuego de 400 metros de diámetro y después de unos 10 segundos colapsó y se convirtió en una enorme llama. Eso fue exactamente lo que vi", detalla.

 

"El infierno en la Tierra"

El 6 y el 8 de agosto de 1945, EE.UU. arrojó dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, respectivamente.
"Little Boy" fue arrojada sobre la ciudad de Hiroshima a 580 kilómetros de la superficie.

En un instante Hiroshima se convirtió en un escenario de caos sin precedentes. En menos de una fracción de minuto, la temperatura se elevó entre 3 y 4 mil grados, suficiente para derretir hierro y poco menos de la registrada en la primera capa del Sol. El 90 por ciento de la ciudad se convirtió en ruinas. "Era el infierno en la Tierra", dice el sobreviviente.

Fueron 140.000 de las 350.000 personas que vivían en Hiroshima las que murieron pulverizadas por la explosión y otras en extrema agonía por las quemaduras del incendio generalizado que siguió, en medio de la desesperación por tomar agua, un triste denominador común entre las víctimas. A ellas se sumaron otras cientos de miles más que murieron en las décadas siguientes por las "enfermedades de la bomba atómica" a causa de la radiación, un fantasma que torturó a los sobrevivientes durante toda su vida.

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El 70 por ciento de las edificaciones de Hiroshima quedaron destruidas.

Temiendo un nuevo ataque, Yamamoto se dirigió al Santuario Onaga Tenmangu que estaba al pie de una colina cercana y, a falta de insumos médicos, pidió que le aplicaran aceite de cocina para aliviar las quemaduras en la mitad de su cara. Luego volvió al centro de la ciudad a buscar a su familia. Allí vio escenas difíciles de describir. Personas con la piel colgando, rogando por agua, otras que desesperadas saltaban al río Motoyasu que se tornó en una fosa de cadáveres al igual que los costados de las carreteras.

"Vi un soldado muerto al costado del camino por quemaduras severas, con el cuerpo hinchado como un globo de goma. También una jovencita a la que una enfermera le aplicaba óxido blanco con un cepillo y que no tenía nada para ponerse", rememora Yamamoto. "Cuánta crueldad", lamenta.

La sombra del holocausto nuclear en Hiroshima

"Niño Pequeño"

Con 14 años, Yamamoto sobrevivió gracias a que ese día le había tocado trabajar a 2,5 kilómetros del hipocentro en vez de ir a estudiar a la Escuela Media de Hiroshima, situada a 500 metros, o a trabajar en los refugios antiaéreos. Otros 321 estudiantes de primer año no tuvieron la misma suerte y fueron “aniquilados” por la bomba de uranio que curiosamente Estados Unidos llamó “Niño pequeño” (Little boy).

"El fatídico día 6 de agosto los estudiantes de primer año fueron a demoler los edificios mientras que los de segundo año fuimos al campo de batatas a 2,5 km del hipocentro. Esta distancia marcó la diferencia entre la vida y la muerte", aclara.

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Cortesía del Museo Memorial de la Paz en Hiroshima (Perfil.com).

Según pudo averiguar más adelante, un tercio de ellos se convirtieron “en polvo” al instante, algunos otros lucharon por llegar a sus casas, otros murieron al costado de las rutas por agotamiento y otros fueron arrastrados por el río mientras decían “mamá“.

"Parece que los estudiantes de primer año de la Escuela Secundaria de Hiroshima, los que se desplomaron en las calles, en el centro de rescate o los que llegaron a sus casas, todos rogaron por agua, pero muchos de ellos no la recibieron. No solo los estudiantes querían agua: todos los expuestos a la radiación y en agonía pedían agua", asegura.

La Escuela Media de Hiroshima

La música fue el canal por el que Sadao Yamamoto, recibido de ingeniero, dedicó su vida a contar la trágica historia de los estudiantes de su escuela. Lo hizo a través de la dirección del coro masculino Ishibumi. Al igual que otros Hibakusha, Yamamoto tiene como misión de vida transmitir las consecuencias de las armas de destrucción masiva, a las que corrige como "elemento de exterminio".

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Sadao Yamamoto es ingeniero y músico.

"Cuando lanzaron la bomba odiaba a los Estados Unidos pero ahora creo que los he perdonado. La razón número uno es que fue Japón quien inició la guerra, por lo que parte de la responsabilidad recae en el lado japonés. La segunda es que cuando miras la guerra, la mejor manera es unirse de manos con los países democráticos compañeros. La responsabilidad de abolir las armas nucleares recae no solo en los países occidentales sino también en Rusia, China. A menos que todos trabajemos juntos, no podremos lograr la abolición de las armas nucleares". 

Yamamoto repite esta historia una y otra vez por un fin que lo trasciende: promover la abolición de armas nucleares en un contexto internacional hostil. También da un mensaje por la paz, representada en la llama que arde en el cenotafio del Parque Memorial por la Paz en el centro de una Hiroshima verde y reconstruida y que, 78 años después, perdona pero no olvida.

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Sadao Yamamoto junto al grupo de periodistas invitados por el gobierno de Japón a la Cumbre del G7 en Hiroshima.

 

CD / ds