El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció el miércoles (8 de diciembre) nuevas restricciones sanitarias contra la variante Ómicron del coronavirus mientras en el Reino Unido estallaba la indignación general por una fiesta de Navidad supuestamente celebrada en Downing Street, la sede del gobierno, cuando estaba prohibido.
La polémica no deja de crecer desde hace más de una semana y puso al primer ministro en aprietos: un sondeo de SavantaComRes mostró que 54% de encuestados consideran que el primer ministro inglés debe renunciar, mientras incluso los partidarios de Johnson hicieron escuchar sus críticas.
Intentado calmar los ánimos, el primer ministro anunció en la Cámara de los Comunes haber "pedido al secretario del gabinete que investigue" si miembros de su plantilla se saltaron las normas. De ser así "habrá consecuencias", prometió, afirmando "entender y compartir la ira de todo el país".
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Boris Johnson aseguró ante el Parlamento estar "furioso" por un video filtrado a la prensa en que su exportavoz, Allegra Stratton, y otros colaboradores bromea sobre la supuesta fiesta ilegal, una "ofensa" por la que Johnson pidió disculpas "sin reservas".
Allegra Stratton, una experiodista de 41 años que en octubre de 2020 fue elegida para convertirse en la cara de la vocera gubernamental, fue la primera acusada del escándalo y anunció llorando su renuncia ante las cámaras de televisión.
"Entiendo la ira y la frustración que siente la gente" y "lo siento sinceramente", dijo.
"Mis comentarios parecían restar importancia a las reglas, reglas por las que la gente estaba haciendo todo lo posible por obedecer. Esa nunca fue mi intención. Lamentaré esos comentarios por el resto de mis días", agregó Stratton.
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Queso, vino y risas, aunque las fiestas estaban prohibidas
En un episodio que recuerda a la fiesta de cumpleaños de Fabiola Yáñez en la Quinta de Olivos, la polémica británica gira en torno a una supuesta reunión nocturna celebrada el 18 de diciembre de 2020, en la que según la prensa participaron hasta 50 miembros de la oficina de Johnson, con comida, bebida y juegos.
También se habla de otro encuentro, una fiesta de despedida en la que el propio Johnson habría dado un discurso, pero a la que el primer ministro no quiso referirse.
El gobierno negó que se hubiesen infringido las reglas que por aquel entonces prohibían todo encuentro social en interiores, pero un video divulgado el martes por la noche por el canal privado ITV y visto por millones de personas, contradijo esta versión.
Allí aparecen Stratton, el asesor especial Ed Oldfied y otros ayudantes que ensayaban respuestas para afrontar el escándalo: "Esta fiesta imaginaria era una reunión de negocios" con "queso y vino" y "sin distancias sociales", dijo la vocera. "¿Aprobaría el primer ministro una fiesta de Navidad?", plantea Oldfied, a lo que Stratton reacciona confundida.
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La oposición denunció que la impresión de que los dirigentes no respetan las reglas puede llevar a los británicos a saltarse las nuevas normas. Johnson y su equipo "están tratando al público con desprecio", denunció el líder del partido laborista, Keir Starmer.
Y mientras despierta la ira popular, Boris Johnson intenta afrontar el rebrote del Covid-19 causado por la nueva variante. Para ello, restableció el uso obligatorio de barbijos en interiores, el regreso del trabajo a distancia y la imposición de pases sanitarios para acceder a lugares públicos.
Con 568 casos identificados en el país, y una cifra real "seguramente mucho mayor", "cada vez está más claro que el ómicron se propaga mucho más rápido" que variantes anteriores, explicó Johnson.
ds