JUEGOS
Lexicón

Candidato

Incendios, togas y candelabros.

Candidato
Citizen Kane | Orson Welles, 1941

En la antigua Roma, cuando el aspirante a un cargo público visitaba el foro debía vestir una túnica blanca radiante, para informar claramente sus intenciones electorales. Era blanca como símbolo de la pureza y la honestidad deseable en los hombres dedicados a la política. Estamos frente a un raro ejemplo de la vida, muerte y resurrección de las palabras: la figura del candidato era muy usual en la Roma republicana, pero luego de siglos de feudalismo y autocracia los diccionarios castellanos del siglo XVIII la consideran vetusta, arcaica y de rarísima aplicación. Con el auge de los mecanismos democráticos durante los dos últimos siglos vuelve a convertirse en habitual y cotidiana. La palabra deriva del latín candere, que significa «irradiar blancura, brillar intensamente». De esa misma palabra latina derivan otras con cierta cercanía semántica. Candor, por ejemplo, que describe pureza y sinceridad de ánimo; alguien que no tiene sombras o puntos oscuros en su espíritu. Una persona cándida es tan pura de carácter que hasta resulta ingenua y tontuela. Del mismo origen latino deriva candela, la vela de todos los días, que cuando se prende despliega luz por su derredor. También candelabro, por supuesto. Incluso candente e incandescente. Y desde allí hay solamente un paso hasta incendio, pero lo que se expande aquí no es el fulgor sino las llamas en sí mismas, alejadas de toda pureza: avasallantes, prepotentes y destructivas.

 

(En la imagen: Charles Foster Kane presenta su candidatura. En Citizen Kane, de Orson Welles, 1941.)

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