Un año después del crimen del presidente Jovenel Moïse en su residencia, cerca de Puerto Príncipe, el 7 de julio de 2021, Haití continúa en caída libre.
Ni los autores materiales del asesinato han sido detenidos ni los autores intelectuales han sido identificados. El país continúa en picada, con una violencia en alza y una economía en ruinas.
Muchos haitianos huyeron en embarcaciones endebles. Arribaron como pudieron a las costas de países cercanos, de modo de escaparse de la miseria y la hambruna. Los asesinatos se han disparado y miles de familias se han visto obligadas a abandonar sus casas por pandillas que compiten por el territorio.
Un gobierno tan frágil como las embarcaciones intenta perseguir a las pandillas y reducir el pico de secuestros asociado a esos grupos delictivos. Los intentos de formar un gobierno de coalición fracasó, así como el plan de celebrar elecciones generales.
El primer ministro, Ariel Henry, prometió crear un nuevo consejo electoral que se encargará de organizar las elecciones regionales. Quedó en eso. En una promesa.
Tampoco hay parlamento. Moïse destituyó a la mayoría de los legisladores a principios de 2020 y gobernó por decreto durante más de un año antes de ser asesinado. Renunciaron los cuatro jueces nombrados para supervisar la investigación del magnicidio. Algunos dijeron que temían por su vida.
Más de 40 personas han sido detenidas por el magnicidio, inclusive dos policías de alto rango, un grupo de ex soldados colombianos y tres sospechosos extraditados de Estados Unidos, pero el proceso no ha avanzado.
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La viuda de Moïse, Martine, sigue pidiendo justicia. Este mes publicó un comunicado en el que anunciaba que no iba a asistir a los actos de conmemoración organizados el Estado. Sospecha que el primer ministro Henry esté implicado.
Cada día se reportan casi siete secuestros, según la ONU. Sólo en mayo hubo más de 200 asesinatos y 198 secuestros en un país de más de 11 millones de personas. Una pandilla tomó parte de la Corte haitiana de Primera Instancia y quemó archivos y pruebas de casos.
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Un terremoto mató a más de 2.200 personas y destruyó o dañó cientos de miles de viviendas y otros edificios. La ayuda internacional ha sido insuficiente.
En mayo, 842 haitianos quedaron varados en la costa de Cuba. El capitán abandonó el barco. Algunos arribaron a Florida, Estados Unidos. Otros murieron en los últimos meses. Como Haití, en agonía desde siempre.
GA PAR