“Abríamos este programa con el tema de Spinetta, ‘El anillo del Capitán Beto’, cuyo estribillo dice ‘ahí va el capitán Beto por el espacio’, y que sonó durante aquella campaña de Alberto Fernández, que sorpresivamente logró frustrar la reelección de Macri, que el año anterior parecía asegurada”, afirmó Jorge Fontevecchia en la apertura del jueves 2 de marzo en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
"Vamos a hacer un repaso del discurso de Alberto Fernández en el marco de la apertura de las sesiones del Congreso. Pocas veces un discurso del presidente irritó a tanta gente al mismo tiempo, a los propios, al kirchnerismo, a la oposición", relató Fontevecchia.
"Woody Allen dijo una vez que no conocía la clave del éxito, pero sí la del fracaso, “tratar de complacer a todo el mundo", recordó el periodista.
"Tratar de complacer a todo el mundo, o puede ser también criticar a todo el mundo, tomar distancia de todo el mundo. Es esa pretendida posición “anti grieta” de Alberto Fernández lo que irrita, que conlleva cierta pose de superioridad, un colocarse por arriba de ambos bandos", explicó el conductor.
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"Eso, en el periodismo, lo vemos todos los días. De hecho, “la rebeldía de la moderación” es nuestro slogan. En el periodismo hay que “no complacer a nadie”. Quizás no sea la clave del éxito, pero sí la clave para hacer las cosas correctamente. Pero ser Presidente es bastante distinto a ser periodista", manifestó Fontevecchia.
Reivindicación de la institucionalidad y críticas a la Justicia
“En un mundo en el que los gobiernos soportan permanentes acciones desestabilizadoras, provocadas por poderes mediáticos y fácticos, en el que la política es despreciada por minorías intensas, que se ubican en los márgenes de la sociedad, Argentina ha sostenido su institucionalidad”, decía Alberto, reivindicando que Argentina cumple 40 años de democracia.
“Hace seis meses, tuvimos uno de los episodios más desgraciados vividos en estos 40 años, como fue el intento de asesinato de nuestra vicepresidenta”, decía el Presidente, y exigía “a la Justicia que profundice la investigación de aquel hecho, y juzgue y condene a quienes fueron los autores materiales e intelectuales de ese intento de homicidio”.
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Luego, apuntaba contra el Poder Judicial: “Le pido a la Justicia que actúe con la misma premura con la que archiva causas en la que jueces, fiscales o empresarios poderosos asoman como imputados”.
La rebeldía de la moderación
“Con mi moderación fui capaz de enfrentar a los acreedores privados y pude ponerle freno a los condicionamientos que el FMI le había impuesto al Gobierno que me precedió. Con esa moderación, fui capaz de ponerle el pecho a la pandemia y quien terminó de levantar hospitales que, a mi llegada, alguna gobernadora consideraba innecesarios”, se enorgullecía Alberto Fernández.
A continuación, afirmaba: “Fui yo, con mi moderación, el que se empeñó en que la democracia se expanda y respete en toda la región, el que estuvo al lado de Lula cuando, injustamente, lo apresaron, el que estuvo al lado de Evo Morales cuando un golpe de Estado le arrancó el poder que su pueblo mayoritariamente le había dado, el que está al lado de Cristina cuando es perseguida injustamente, y el que reclama y hace todo lo republicanamente posible para que la justicia argentina vuelva a abrazar el derecho y deje de servir a factores de poder persiguiendo a quienes representan el pensamiento popular ”.
El discurso de Alberto Fernández dejó conforme al kirchnerismo
En cada momento que hablaba de la Justicia, Alberto Fernández dirigía su mirada al presidente y vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia, que estaban presentes en el recinto.
El agradecimiento a Sergio Massa y la situación económica
“Quiero agradecer el compromiso de Sergio Massa, que dejó la presidencia de esta cámara para sumarse a la compleja tarea de conducir el ministerio de Economía”. De estas palabras del Presidente se pueden inferir dos cosas opuestas, tanto el lanzamiento de Massa como candidato, como también que se sube a los hombros de Massa para su propia candidatura.
Sobre la inflación, Fernández explicaba que “es un factor central de desorganización de nuestra economía”, y se comprometía: “Estamos abocados a reducirla sin generar incrementos en los niveles de pobreza o frenos en el proceso de crecimiento que venimos experimentando. Quienes minimizaron el problema, terminaron por agravarlo. No necesitamos del FMI para saber que debemos lograr el equilibrio fiscal”.
Y apuntaba contra la oposición: “Quienes hicieron estallar la economía hace apenas tres años son los mismos que ahora anuncian que una bomba explotará en el futuro”.
Un punto de inflexión a partir de los insultos de Fernando Iglesias
Cuando Fernández criticaba el fallo por la coparticipación, afirmando que “le quita recursos a los que menos tienen y destina esos mismos recursos a la ciudad más opulenta de la Patria”, comenzó a haber algunos gritos en la sala.
Fernando Iglesias increpó al presidente, levantándose de su banca, a lo que Fernández respondió: “es un honor que me insulte, diputado Iglesias”.
A partir de ese punto de inflexión, el discurso va dejando su matiz moderado. “Quiero dejar en claro quién respeta la república y quién no”, expresa, ya en un tono más elevado, y agrega: “Los que atentaron contra la Constitución son los que armaron mesas judiciales y perseguían con recursos estatales a jueces, a periodistas, a políticos opositores y hasta a sus propios compañeros, no pretendan ahora dar lecciones de institucionalidad y fervor democrático”.
El in crescendo en el volumen y tono de Alberto Fernández, a este momento, contrasta con la primera parte del discurso, y alcanza su clímax cuando repudia la condena a Cristina Kirchner.
“Simularon un juicio en el que no se cuidaron las formas mínimas del debido proceso, y se formularon imputaciones que rayan con el absurdo jurídico buscando, solamente, su inhabilitación política”, decía un Alberto ya en tono de acusación.
Es interesante detenerse en que Alberto no habla de “proscripción”, sino de “inhabilitación política”.
“Cuando el diez de diciembre culmine este mandato, podrán tener la certeza de que habrán tenido un presidente que le puso el pecho a cada problema que enfrentó. Que, con aciertos y errores, habrá puesto todo su esfuerzo en encontrar salidas del laberinto en el que la historia nos encerró. Habrán tenido un presidente que, honestamente, todo lo entregó, y sólo se llevó el enorme honor que me han dado los Argentinos de presidir los destinos de la Patria”.
“Hace cuarenta años, nuestra utopía fue la democracia, yo les propongo que ahora nuestra utopía sea la igualdad”, decía el presidente sobre el cierre de su discurso, en un tono que parecería una despedida, aunque no está descartado que sea el preámbulo de su lanzamiento para su reelección.
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La clave del fracaso
"Volviendo a la frase de Woody Allen, que decía no conocer la clave del éxito pero sí la del fracaso: “tratar de complacer a todo el mundo”, podemos afirmar que, lo que irrita, es ese “medio”. En esa pretendida superioridad", destacó el periodista.
"Porque, en realidad, la equidistancia no es colocarse en un “medio” aritmético lineal plano, en el que ese medio, claramente, es la nada. La equidistancia es la de un triángulo, donde se coloca arriba, a exacta distancia de ambos puntos, pero en el vértice superior, colocándose por encima de los dos", argumentó el conductor.
"Esa equidistancia con superioridad es la que termina irritando tanto a los de un lado como a los del otro, que pareciera ser que es lo que cosechó ayer Alberto Fernández con su discurso", concluyó Fontevecchia.
FM JL