MODO FONTEVECCHIA
PANORAMA ECONÓMICO

Marina Dal Poggetto: "Si Javier Milei va por todo, o negocia o corre el riesgo de ponérsela en el camino"

La directora ejecutiva de EcoGo afirmó que "el estado de bienestar en Argentina es cada vez más trucho". A su vez, aseguró que se necesita un "programa de estabilización, reformas y mantener la gobernabilidad".

Marina Dal Poggetto
Marina Dal Poggetto | Cedoc

La economista, Marina Dal Poggetto, aseveró que "la agenda sobre la productividad está relegada en Argentina". "El sector privado está acostumbrado a operar en crisis permanente", sostuvo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Marina Dal Poggetto es economista, directora ejecutiva de la consultora EcoGO. Además, fue subgerente de Análisis Macroeconómico del Banco Central, jefa de Asesores de la Secretaría Política Económica del Ministerio de Economía y anteriormente se había desempeñado como consultora del Banco Interamericano de Desarrollo, la comunidad europea y UNICEF. También fue asesora económica de Facundo Manes y hubiera sido su ministra de Economía si ganaba las elecciones, de la misma manera que probablemente si las hubiese ganado Daniel Scioli en 2015.

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Estoy impresionado con un texto que produjiste inmediatamente después de las PASO, que se llamaba "Productividad: Crisis y oportunidades". Allí dijiste que "lo patológico es que medio fuimos y vinimos con las reformas estructurales: laboral, previsional, tributaria, de Estado, apertura, desregulación que hoy se vuelven a poner sobre la mesa". Fuimos y vinimos con las privatizaciones, las estatizaciones, con políticas tarifarias convenientes al gobierno de turno, incluyendo cambios de mano entre privados que coordinaron derrotas en tribunales internacionales con grandes costos para el Estado, procesos acelerados por cambio de manos entre jugadores locales que aprovecharon la crisis para comprar empresas baratas y jugadores extranjeros que literalmente salen corriendo y se desprenden de los activos argentinos a precio de remate. Procesos de privatizaciones y enajenación de activos públicos, seguido de cambios de reglas de juego que más tarde terminan generando juicios contra el Estado en tribunales internacionales. Es más, el esquema de los 2000 termina sobrereaccionando sobre el esquema de los '90 que, a su vez, había sobrereaccionado sobre el esquema de los '80. Pasamos de una economía cerrada de los '80, a una economía abierta en los '90, y a una economía cerrada del '90 con un cepo gigante y una brecha cambiaria previa a Javier Milei de 150%, que convive con una grosera dispersión de precios parecida a la de los años '80, cuando aquel célebre periodista Bernardo Neustadt le hablaba a Doña Rosa. Al mismo tiempo volvimos a recrear el déficit fiscal de los '80, aunque con una presión tributaria y un nivel de gasto que casi impulsa un cambio que requiere liderazgos y acuerdos políticos que extiendan el horizonte de las decisiones. Para eso se necesita gobernabilidad, entendida en tres dimensiones: la que permita que programa avance sin que prenda fuego la calle, la que permita que pasen por el Congreso las leyes que requiere la estabilización y las reformas estructurales de un país federal que tiene un Senado controlado por las provincias, y la que permita al país alargar el horizonte de una democracia en la cual la alternancia sea la normal. Dicho de otra forma, que las reformas no se den vuelta al poco de andar, algo que no pudimos construir en estos 40 años de democracia que acabamos de cumplir. Acá tomamos prestada la frase de José Sacristán, de su monólogo en Solos en la madrugada, refiriéndose a la demanda de cambios de los albores de la salida de la democracia de España: no podemos pasar los próximos 40 años lamentándonos por lo que no hicimos los 40 años anteriores". Esto fue escrito inmediatamente después de las PASO y leído hoy tiene una vigencia que me impresiona. Te llamaba para saber tu visión sobre tu texto, cinco meses después, como si fuese algo que anticipa, un oráculo de Delfos que anticipa el futuro.

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El texto está escrito a partir de un seminario que armó el Boletín Techint, en donde participamos de una mesa con Fernando Navajas y con Alejandro Katz. La lógica era discutir sobre la productividad y la realidad es que la agenda sobre la productividad está relegada en Argentina. El seminario se llevó a cabo tres días después del resultado de las PASO y el documento lo terminé de mandar unos días antes de la elección del balotaje. Un poco lo que refleja el texto es esta rueda en la cual estamos corriendo sistemáticamente y en donde los temas vuelven a ser los mismos. O sea, cómo pasamos sistemáticamente desde esquemas de represión financiera, de apertura económica y ninguno se puede sostener en el tiempo, por eso esa definición de gobernabilidad. El último punto de la gobernabilidad, que está más en discusión frente a lo que estamos viendo, tiene que ver con cómo hace Argentina para alargar el horizonte de las decisiones, las cuales terminan siendo muy costosas en términos colectivos, es un poco el juego. Argentina está jugando con productividad media parecida a los '80, pero en un mundo que cambió radicalmente y con un mercado laboral directamente que en los últimos 20 años deja afuera a una enorme cantidad de personas que no se pueden insertar y requieren del Estado para poder sostenerse.

En ese juego, estamos otra vez discutiendo como Argentina sale y el esquema de desregulación. La sensación es que estamos como el conejo en la rueda sistemáticamente e insisto, el alargar el horizonte de las decisiones que, en términos colectivos es costoso, desde el punto de vista del sector privado. El sector privado está acostumbrado a operar en crisis permanente y siempre saca una buena tajada en esquemas de represión financiera, apertura económica y se va adaptando. Desde el punto de vista del esquema de acumulación del capital puede ser exitoso, pero convive con empresas que frente a este ciclo económico que describí tienen un valor mercado que es ridículamente bajo.

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Las causas de pasar de un extremo al otro

Lo que aquí queda expuesto es que nos vamos de una punta a la otra. Cuando decís "alargar el horizonte de las decisiones", lo que queda en claro es que para alargarlo, dado de que hay dos visiones de cuál es la solución, lo que haría falta es un acuerdo o consenso, que es no es casualmente lo que está sucediendo en este momento. Algo que vos planteabas en aquel momento después de las PASO. No sé si tuviste la oportunidad de ver un texto que escribí sobre Federico Sturzenegger en el que decía que coincidía con él respecto de que lo más estable en Argentina era el status quo. ¿Cuál es la causa de que siempre volvamos al mismo lugar, un poco más pobres, es decir que lo que triunfe sea el status quo, y la idea del cambio continúo, cada cuatro, ocho, o en el mejor caso, 10 años, que nos vamos de un extremo a otro? ¿Sería la falta de consenso la causa?

Hay una mezcla de mala praxis y mala suerte. No hay una sola causa. De alguna forma, ningún esquema se pudo imponer al otro y por suerte hace 40 años que vivimos en democracia, y en ella la alternancia es la norma. Ahora, que la alternancia sea la norma (en términos de sucesión del poder) no significa que haya ciertos consensos sobre determinadas reglas del juego que tienen que sostenerse en el tiempo, y esas reglas del juego son las que sistemáticamente cambian.

La convertibilidad falló, en gran medida, porque la rigidez cambiaria adoptada por Argentina no sobrevivió al mundo que tuvimos desde la crisis asiática-rusa en los noventa, hasta el final de la convertibilidad. El país terminó en una crisis de deuda y bancaria que culminaron generando una hiperrecesión, con un desempleo en la zona del 25% y una sociedad que no lo toleró y que ya se había olvidado 10 años después lo que había sido la hiperinflación de finales de los '80. Las demandas de la sociedad cambiaron y habilitaron lo que vino después. Hay una frase de Andrés Malamud, que dice que "para prosperar, las sociedades requieren democracia, instituciones, uno que la pegue y otro que la continúe", cuestión que por algún motivo nunca se logró. Se construye un país con los actores que tiene el país. Pero, en algún momento, este proceso de acumulación originaria por gobierno, en donde sistemáticamente se está discutiendo la corrupción o errores del gobierno anterior, sin entrar en juicio de valor, claramente existe, y está llevando a niveles desconocidos.

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En términos colectivos, la sociedad está deteriorándose cada vez más. El estado de bienestar en Argentina es cada vez más trucho, con sectores enteros de la sociedad se te caen y otros sectores que intentan no financiar más el estado de bienestar. El péndulo va cada vez más fuerte para una lado y para el otro. Cada vez hubo una crisis terminal, esos acuerdos políticos aparecieron, como el del '89 con la hiperinflación, y apareció el del 2001 con la hiperrecesión y ruptura de contratos. Hoy la sensación que hay es que no hay acuerdos políticos, lo que hay es una sociedad agrietada.

Hay un párrafo tuyo que lo sintetiza de una manera muy didáctica para la mayoría del público. Decís que el acuerdo entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner sobreactuó el acuerdo de los '90, y el acuerdo de los '90 sobreactuó en el acuerdo de los '80 (a partir del triunfo de Alfonsín). Lo que planteás es lo que viene  ahora es una sobreactuación del acuerdo del 2000. Por lo tanto, lo que sería constante es la sobreactuación. ¿Cuál es la constante o la invariable en la sobreactuación?

Hay una memoria muy corta en los argentinos. Es un gobierno que recién arranca, llega con legitimidad de las urnas.

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Estamos en el paroxismo de la sobreactuación. Es decir, si Menem sobreactuó a Alfonsín, si Kirchner sobreactuó a Menem, pareciera ser que, en el caso de la sobreactuación, cada vez vamos en un grado más de estiramiento del péndulo y en este momento lo que Milei representa es una mayor sobreactuación dentro de la sobreactuación. Quizás, tratando de ser hegeliano y creer que las cosas tienen algún sentido, sea el paso necesario para volver al centro. O sea, que la sociedad aprenda que en realidad ir de un extremo al otro lo único que hace es retornar siempre al mismo lugar, cada vez más pobres. 

Sí, en términos colectivos, cada vez más pobres. En términos individuales, con oportunidades infinitas.  La acumulación del capital en Argentina se hizo, en gran medida, en base a esas transferencias de ingresos, que se generaron en forma directa o indirecta desde el Estado, en forma directa o indirecta a través de la nacionalización de las deudas, cambio de mano. No estoy discutiendo la acumulación de capital, sino que digo que las sociedades, para prosperar en algún momento, dejan de discutir la acumulación originaria, establecen reglas de juego y van para adelante. En Argentina, como este péndulo existe y este ciclo particularmente perverso existe, la tendencia es mediocre y los ciclos son extraordinariamente producidos con rupturas sistemáticas de los contratos.

Los grandes empresarios construyeron su capital sabiendo vender a tiempo y volviendo a comprar barato, sabiendo vender antes de que se produzca el crush y luego saliendo a comprar por precio ridículo cuando se produjo el crash. Es decir, más del orden de la especulación y podríamos decir de la toma de riesgo que de la construcción de empresas de largo plazo. ¿Es correcto decirlo de esta manera?

No necesariamente. Aparte de eso, hubo transferencias directas del Estado en término de subsidios. Es más, hubo transferencias directas de los depositantes a los tomadores de crédito del sector privado. Además de eso, hubo ciclos particularmente perversos en donde hubo empresarios argentinos dispuestos a comprar empresas, a valores ridículamente bajos, de empresarios extranjeros que habían entrado en otro contexto y querían salir corriendo de Argentina.

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Sabían aprovechar las oportunidades del momento. 

Exacto. Pero no lo crítico. 

Finalmente, una organización nacional para aumentar la riqueza total en lugar de saber comprar y vender, que parece más un inversor que un empresario, lo que se necesitaría sería empresarios que construyeran a largo plazo, más que estar saltando de un lugar a otro.

Argentina es un país de oportunidades. Las empresas viven por el flujo y no por el valor de las compañías.

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Es ganar al póker en el Titanic, porque una empresa como la telefónica más importante de Argentina cuesta solamente 2.000 millones de dólares, el valor del activo de la empresa, cuando antes costaba 15.000 millones. O YPF: hay un juicio por 16.000 millones de dólares, e YPF vale un quinto de eso.  Por lo tanto, el flujo está todo bien, pero en stocks se destruyó el capital. En cuyo caso, no gana nadie.

De alguna manera, este status quo, si vos lo querés llamar así, fue evolucionando a través de este esquema de acumulación del capital y en donde un poco provocativamente manifiesto que empresarios industriales se convirtieron en empresarios petroleros o en empresarios que se compraron campos. Incluso, sindicalistas prebendarios se volvieron empresarios.

Lo que falta es un norte colectivo y construir ese esquema de liderazgos, no estar sistemáticamente defendiendo el status quo. Eso lo que requiere es política, pero que no te formule y extienda el péndulo para el otro lado con riesgos altos de fracaso, sino que trate de ir en el medio. Si Milei va por todo, o negocia o corre el riesgo de ponérsela en el camino. Se necesita un programa de estabilización, reformas y mantener la gobernabilidad, que en democracia implica que no se te prenda fuego la calle, que se puedan pasar por el Congreso las normas que requerís (y diría que la Corte Suprema no te las termine anulando), y finalmente la que te extiende el horizonte de las decisiones.

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Va menos de un mes de Gobierno y por ahora pareciera que, frente a un shock que es extraordinariamente agresivo y al cual tenía que ir, la discusión era si tenía que ser agresivo con algún esquema heterodoxo de compensación desde el lado de los ingresos. Se requería ortodoxia, pero también heterodoxia y la regulación suponiendo que el sistema de precios se estabiliza. 

Por el momento lo que se tiene es un decreto con muchas observaciones del lado constitucional y una ley que le genera tributos al Poder Ejecutivo y delegación de atributos del Legislativo al Ejecutivo, que las tuvimos en el pasado pero que fueron parte de acuerdos políticos. Esta última no está sobre todo si las normas de arranque, del cambio desregulatorio, están basadas en un decreto que pueda ser fácilmente removido por otro decreto y se vuelve nuevamente al círculo perverso.

BL JL