OPINIóN
Nuevo horizonte

Bioeconomía: qué necesita la Argentina para capitalizar sus fortalezas

Suelos y recursos hídricos, desarrollo agroindustrial, sectores ya consolidados en biotecnología, farmacología e informática, y recursos humanos calificados son algunos méritos que pueden garantizar un ingreso exitoso del país a la bioeconomía que hoy mueve al mundo.

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El país enfrenta dos desafíos paralelos: superar la pobreza e integrarse a la sociedad del conocimiento. Un camino de desarrollo acorde requiere consensos que deben incluir al menos seis grandes temáticas: la diversificación productiva y la valorización de los recursos naturales; la innovación tecnológica en los sectores críticos; la planificación inteligente de las economías regionales; la inserción competitiva en la economía mundial; las nuevas demandas educativas y la recapacitación laboral, y la gestión ambiental y la mitigación del cambio climático.

El concepto de bioeconomía fomenta la producción, utilización, conservación y regeneración de los recursos biológicos en un marco socioambiental sostenible. En el sector agroindustrial, promueve la instalación de biorrefinerías, aglomerados productivos en los que la biomasa es integralmente procesada en alimentos, compuestos químicos, medicamentos, biomateriales y bioenergía.

En este marco, la bioeconomía podría entenderse como una propuesta para la industrialización de la biomasa con una base conocimiento-intensiva. Asimismo, incluye a los sectores económicos asociados con la gestión y el usufructo de servicios como la protección de la biodiversidad, la biorremediación y el turismo de naturaleza, procurando compatibilizar el crecimiento económico con la sostenibilidad ambiental.

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Más de 50 países ya establecieron programas específicos de bioeconomía y delinearon estrategias adaptadas a sus perfiles productivos y sus objetivos nacionales. 

Argentina presenta características muy promisorias para el desarrollo bioeconómico, pero no ha logrado consolidar una estrategia propia y las iniciativas sobre este tema siguen siendo fragmentadas. 

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Entre las fortalezas con las que cuenta nuestro país, sobresalen su gran dotación de suelos y recursos hídricos, la competitividad de su agricultura, el fuerte desarrollo agroindustrial, la existencia de sectores consolidados en biotecnología, farmacología e informática y una notable disponibilidad de recursos humanos calificados.

En simultáneo, la creciente demanda mundial de alimentos, biocombustibles, biomateriales y biofármacos ofrece un una extraordinaria ventana de oportunidad para capitalizar estas potencialidades. 

 

Bioeconomía: qué necesita la Argentina 

Sin embargo, las flaquezas del país son también considerables. La excesiva primarización de las exportaciones, las grandes falencias en infraestructura crítica, la ausencia de marcos promocionales, el deterioro educativo, la baja inversión en ciencia y tecnología, las trabas burocráticas y, sobre todo, la discontinuidad de las políticas económicas se conjuran para neutralizarlas capacidades disponibles. A ello deben sumarse las amenazas que escapan al control nacional, como las consecuencias del cambio climático y las posibles barreras comerciales.

En particular, se estima que las nuevas tecnologías de producción alimentaria superarán en el futuro a las tecnologías tradicionales, abaratando costos, incrementando la eficiencia, deslocalizando la producción y disminuyendo los impactos ambientales, lo que afectaría gravemente a las exportaciones argentinas. 

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En este caso, el país se beneficiaría mucho de una mirada estratégica que le permitiese valorar los riesgos y anticiparse a sus consecuencias.

Un aspecto fundamental para el diseño de una estrategia bioeconómica nacional es la estructura demográfica de la Argentina. 

Su disímil distribución se refleja en las participaciones provinciales en el PBI nacional, en los principales parámetros de desarrollo social y en la dotación de infraestructuras apropiadas de transporte, energía y servicios.

Paradojalmente, los recursos naturales de la Argentina se localizan en su mayor parte en las provincias menos pobladas y de menor desarrollo. Ello es especialmente cierto en el caso de los recursos energéticos, forestales y marinos, pero también en el de los asociados a la biodiversidad y la biomasa naturalmente disponible.

Cómo capitalizar fortalezas 

Por esta causa, un factor decisivo para el diseño de una estrategia nacional es la constitución de programas provinciales que establezcan objetivos y metas acordes con las ventajas y oportunidades locales. Tales programas aportarían una poderosa palanca para estimular la agroindustrialización, impulsar nuevos puestos de trabajo y consolidar el asentamiento poblacional, promoviendo al mismo tiempo la descentralización de la economía nacional. 

Sumado a ello, el despliegue bioeconómico vigorizaría a los sectores de la construcción, producción de maquinarias e insumos, logística de transporte, comercialización y finanzas, lo que multiplicaría la ocupación laboral y generaría nuevos círculos virtuosos

Otro atractivo importante de esta visión es que también incentivaría conexiones directas con el mercado global, con el consiguiente impacto sobre la competitividad de la economía nacional.

Aun cuando los programas provinciales constituyan el basamento de una estrategia bioeconómica, el gobierno nacional debe integrar las iniciativas provinciales y regionales a una estrategia general que incluya la planificación territorial, la construcción de infraestructuras críticas, los mecanismos de promoción económica, el fomento de la ciencia, la tecnología y la innovación, los marcos normativos y regulatorios y los aspectos relativos al posicionamiento internacional.

Los problemas financieros de nuestro país son coyunturales y podrían ser superados si se lograse acordar un rumbo. Pero el verdadero problema que subyace a la crisis es un modelo productivo perimido. Su modernización sólo puede encararse con políticas consensuadas y con el respaldo activo de la sociedad. Ningún camino de desarrollo razonable podrá encararse sin una base de acuerdos de largo plazo ni la participación de los actores interesados.

Por el contrario, si se continúa insistiendo en profundizar los disensos, ello sólo conducirá a acentuar la decadencia.

*Director de la Maestría en Bioeconomía del Instituto Universitario para el Desarrollo Productivo y Tecnológico Empresarial de la Argentina (IUDPT)