OPINIóN
MAL PASO

El invitado hambriento

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Apoyo. “Milei se nutrió también del voto en los sectores más desfavorecidos del Conurbano”. | Sergio Piemonte

Si hasta el domingo electoral las ansiedades políticas pasaban por definir qué candidatos/as de las dos fuerzas mayoritarias llegarían a octubre con más músculo y con qué nivel de oxígeno; hoy esas certezas y previsiones han sido dinamitadas. No es que no se avizorara, en cierta medida, el peso y la presencia que podía tener la bronca y la frustración manifestándose en el voto en blanco, en una disminución de la participación electoral, o en la capitalización de los halcones de la política. Pero nadie, nadie –y no estoy hablando de las encuestas como herramienta predictiva, cuando no lo son, hablo por el contrario, de los líderes políticos que deben (por serlo) hacer uso de la capacidad de interpretación del contexto–, nadie podía pensar que un 30% del electorado sería embolsado de un solo movimiento por el cisne negro libertario. Es cierto, que una lideresa con altas habilidades de lectura política señaló –quizás más por destreza táctica– que esta elección sería de tercios y habría un nuevo invitado a la mesa. ¿Pero acaso, era posible imaginar que, en la categoría presidencia, dieciséis de veinticuatro provincias se pintarían de violeta, que dicha fuerza conseguiría nacionalizarse de ese modo, algo que nunca pudo lograr Juntos por el Cambio y sí en cambio, el peronismo? Recordemos que en el 2015, ocho provincias se pintan de amarillo en el ballottage y, luego en el 2019, se redujeron a cinco.

La partícula elemental de la política es la emoción. Siempre lo ha sido y aún más en los tiempos que corren, donde las redes se han instalado como el “verdadero” escenario de la política al menos para una parte muy joven, pero cada vez más gravitante del electorado argentino. Ello tiene riesgos, entre tales, que los argumentos de apoyo se entretejan de manera contradictoria y repetitiva, sin demasiada información, a puro golpes de impacto y personalización.

La participación fue más baja pero sólo 4 puntos porcentuales de las de 2019

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Se pateó el tablero y ahora hay que rápidamente aprender a leerlo. La moderación, hacia la derecha en la figura de un Larreta que intentó virar tardíamente dando manotazos de ahogado, incómodo con el traje de un Trump de los suburbios, aunque con años de gestión encima, lejos de pagar, lo dejó en la mesa de saldos. Del otro lado, Massa, que pese a lo que podría parecer en una ligera primera lectura, su performance con tantos atenuantes –ministro de  Economía en ejercicio, altísima inflación y pobreza propia y heredada–, no ha sido mala. Pareció moverse como pez en el agua y ello le propinó un 1% de diferencia con sus adversarios naturales y apenas un 3% con el libertario.

¿Estrategias? Puede que Milei modere levemente su discurso con el fin de pescar en el lago de JxC, y que su candidata haga lo propio, para hacerse con el votante de Larreta. ¿Y qué lugar le queda a Massa? Sería un error salir a buscar únicamente a aquellos que no fueron a votar; la participación fue más baja pero sólo 4 puntos porcentuales respecto de las PASO del 2019, aunque acumula 10% desde el inicio de las PASO en el 2011. Mal que nos pese, Milei se nutrió también del voto en los sectores más desfavorecidos del Conurbano, quienes muchos de ellos, como en el 2015, viraron a la derecha, esta vez, en un intento desesperado de hacer visible el enojo, de poner un límite, aunque se les vuelva en contra. Una mujer me decía hace unos días, “lo voté porque siempre perdemos los trabajadores, pero no sé si lo haré de nuevo, es para que nos vean”. Ver, escuchar, tomar nota, salir de la cueva digital. Hacer.

No parece ser un dato menor advertir que sobrevuela un Macri que se muestra satisfecho, ganador en la jugada y con los huevos puestos en ambas canastas o debiéramos decir, en los compartimentos de una misma canasta ideológica. El invitado hambriento ha dicho en repetidas ocasiones que habla a diario con él, y los esfuerzos por acercar ambos espacios, serán esmerados… y si no, lo mismo da, simbólicamente (y materialmente ya lo sabremos) habrá ganado igual.

¡Calma!, que esto solo fue un mal PASO, ahora hay que ver quién le saca el plato al invitado hambriento.

*Investigadora, Undav/Red de Mujeres Politólogas.