OPINIóN
Consumo

Grieta por el precio del combustible

La nafta a $ 1000 beneficia al sector petrolero, pero perjudica al resto de las industrias y a toda la ciudadanía. Ninguna economía sobrevive a la destrucción de su aparato productivo, y ninguna sociedad se beneficia al debilitar a la mayoría por el bien de minorías fuertes.

Las naftas subieron más del 100% en un mes y empujan la inflación de enero
Las naftas subieron más del 100% en un mes y empujan la inflación de enero | Télam

¿Mil mangos el litro de gasoil está bien? Lo veremos desde dos ópticas diferentes. En primer lugar, a través del principio de selección natural, o supervivencia del más apto. 

Según esta teoría, la naturaleza pone a prueba a todos los seres vivos al mismo tiempo; muchos mueren, y solo se reproducen los que sobreviven transmitiendo sus rasgos genéticos a las nuevas generaciones. Este es el principio de la evolución: buscar la mejora constante en cada nueva generación ya que solo se reproducen los mejores. En esta ley, todo es válido, no hay reglas; el objetivo es uno solo: sobrevivir

Sin embargo, ¿esto es aplicable a las sociedades humanas? ¿Sobreviviríamos todos? ¿Y los que sufren alguna condición limitante? La respuesta es clara: no. Aquí radica la principal diferencia entre humanos y animales: las sociedades nacieron con el propósito de cuidar a todos. Son ellas quienes abolieron la esclavitud, otorgaron derechos a las mujeres, distribuyeron tierras a sus ciudadanos y hasta comenzaron a hablar de justicia y bien común. No se trata solamente de los más aptos, sino de permitir que fuertes y débiles caminen juntos. No  es competencia, es solidaridad. El objetivo de la humanidad no es el de la selección natural, sino que todos vivamos mejor, en armonía y en paz.

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Qué esperan las empresas petroleras sobre el precio del combustible

Dicho esto, volvamos al tema del combustible. ¿Está bien mil mangos el litro? Sí y no. 

Sí, para el sector petrolero, que verá aumentar notablemente sus ganancias. No, para el conjunto del sector industrial, que verá disminuir su producción debido al encarecimiento de sus costos. 

Sí, para el sector exportador, que comercializará mayor volumen (dado lo que se deja de consumir en el mercado interno) de un producto que ahora tendrá mayor valor. 

No, para el mercado interno, que sufrirá una recesión al trasladarse inmediatamente esos aumentos a precios de otros bienes y servicios, a raíz del encarecimiento de la logística y producción. 

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Podríamos decir que sí, incluso, para los trabajadores de las petroleras si ven aumentados sus sueldos en igual proporción -dudoso-. 

Pero no, para el conjunto de los argentinos cuyo poder adquisitivo disminuirá considerablemente. 

Entonces, ¿está bien o está mal liberar el precio? Desde la perspectiva de la ley animal, donde sobreviven los más fuertes, está perfecto. Cada uno por su cuenta. Sin embargo, desde el punto de vista humano y estratégico de un país,no. 

Ninguna economía sobrevive a la destrucción de su aparato productivo, y ninguna sociedad se beneficia al debilitar a las mayorías por el bien de minorías fuertes, a menos que nuestro objetivo deje de ser el de vivir mejor todos en comunidad para que solo vivan bien los que puedan.

Grieta por el precio del combustible

La segunda explicación, un poco más técnica, surge de la dicotomía entre las teorías subjetivas y objetivas del valor. Para explicarlas, centrémonos en productos y servicios de consumo masivo.

¿Cuánto deben valer las cosas? ¿Lo que el mercado estaría dispuesto a pagar (subjetivo) o su valor se determina por su costo de producción más una ganancia lógica (objetiva)? 

En la teoría subjetiva, el valor lo define la percepción del comprador, sin importar el costo de producción: cuánto estamos dispuestos a pagar por algo. En la objetiva, el elemento ordenador es el trabajo que tiene asociado, es decir, lo que costó producirlo en tiempo y recursos, más una ganancia determinada. Esto define su precio. 

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En la teoría subjetiva, es la libre competencia la que de alguna manera “regula” el precio a la baja. Mayor competencia, menores precios. Como sucede en la vida, al ser la realidad más compleja que la teoría, suele tomar otros caminos. Y en una Nación la competencia no se da en todos los sectores y rubros. Ahí es cuando hablamos de monopolios y oligopolios. Éstos surgen en aquellos sectores donde se requieren inversiones gigantescas que por el tamaño y riesgos que implican necesitan garantizarse un mercado mínimo, muchas veces no compatible ya que podría volver inviable el negocio.

Tales niveles de inversión y los altísimos riesgos de perderlo todo por un mercado insuficiente suelen ser elementos más que suficientes para persuadir a potenciales competidores a no meterse en esos negocios, disminuyendo a cero la competencia. Y este es el caso de las petroleras.

¿Nunca se preguntaron para cuántas YPF da el mercado argentino tales que la competencia entre petroleras bajara el precio de los combustibles? Claramente, no da para muchas más que una. Y esto mismo se replica en todas las industrias pesadas y estratégicas de un país: acero, aluminio, energéticas, aviación, naval, ferroviarias, etc.

Ahora bien, es evidente que lo que no regula la competencia debe ser regulado por alguien, a menos que aceptemos que alguna empresa se lleve recursos estratégicos de un país a otro porque nadie pueda pagarlos. 

"Para cuántas YPF da el mercado argentino tales que la competencia entre petroleras bajara el precio de los combustibles? Claramente, no da para muchas más que una"

Si coincidimos en que los recursos estratégicos nacionales deben ser para los argentinos, entonces debemos definir sus precios. ¿Pero a cuánto? 

Teoría Objetiva del Valor: sus costos de producción más una ganancia justa y razonable para quienes lo produzcan. Dentro  de esos factores -costos y ganancia- la única variable es la ganancia, que deberá equilibrarse acorde al tamaño de la empresa y a las necesidades del país: cuidando de que no sea tan pequeña -para que esa compañía continúe su expansión- pero tampoco exagerada, para que todas nuestras industrias nacionales y los argentinos accedan a ellos de manera abundante y barata. El todo es superior a la suma de las partes.

¿No les parece llamativo que muchos digan que los combustibles estaban baratos en Argentina? ¿Baratos en comparación con qué? ¿Realmente los argentinos debemos pagar por nuestros recursos lo mismo que se paga en naciones que no cuentan con esos recursos? ¿Teoría subjetiva u objetiva del valor? 

Más que repetir un eslogan, quizás convenga exigir que se exhiban los costos de producción para saber dónde estamos parados y así tener argumentos para definir si lo que pagamos es caro, barato o justo.

* Ingeniero, CEO en SOYArg, especialista en Energía Nuclear CNEA