OPINIóN
En clave comic

Javier Milei y los superpoderes del Doctorniquete

En una gestión de gobierno que combina el anarco-capitalismo con los social media-trends, el Presidente se erige como el médico que vino a salvar a todos y que “la ve”. Su medicina, sin embargo, no es más que un torniquete de primeros auxilios; cuando llegue la hora de ir a terapia intensiva, no habrá hospitales: “no-hay-plata”.

Javier Milei
Javier Milei | CEDOC

El 4 de diciembre del año 1989, un accidente convertiría en muy famoso a un ya conocido motonauta-empresario, luego político argentino. Hablamos desde ya de Daniel Scioli. Su brazo izquierdo quedó atrapado entre su lancha que se dio vuelta y los bordes filosos del kevlar de la carrocería; el brazo se desprendió brutalmente del resto del cuerpo.

Scioli cuenta que la primera tarea que se le hizo para detener la hemorragia no la realizó un médico, puesto que no había nadie en la zona, sino un compañero de su equipo, Roberto Casavecchia. Le hizo un torniquete a la altura del hombro. Y eso le permitió, en el medio de la nada del Paraná, sobrevivir unos minutos esenciales. Scioli vivió en buena medida gracias a esa apurada incursión en los primeros auxilios de un compañero que apenas había leído un manual justo antes de la carrera.

Pero hubo otro hecho fortuito más. Un helicóptero de la fuerza aérea rondaba por la zona porque el evento contaba con la presencia del ex presidente Menem. Fue ese helicóptero el que derivó a Scioli al sanatorio Laprida en Rosario, y eso fue lo que finalmente le salvó la vida. 

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Daniel Scioli: "Si pudiera comprar una sóla cosa, sería el brazo que perdí"

Tan pero tan vivo quedó Scioli que desde entonces logró explorar los confines más diversos (y ajenos entre sí) de la política, con absoluta naturalidad. Un brazo menos, varias vidas más.

Vidas que incluyen esta nueva, en modo anarco-capitalista, que surge espontáneamente luego de comulgar hace días nomás con formas relativas al rol estatal protagónico y amagues de progresismo con sensibilidad social (el patético último gobierno), lo mismo que formas antagónicas y amigables con lo privado en los noventas y que derivaron en otro afortunado, para Scioli al menos, naufragio: el del 2001.

Hay un dato que une aquel accidente de Scioli con el momento político actual. Estamos también en manos, como él con Casavecchi, de alguien que nos está practicando/improvisando un feroz torniquete. No en el brazo, sino en el país.

El Milei político: ¿estratega o incapaz?

Milei, como aquel casual enfermero, no es médico. Pero se auto-erigió en una especie de doctor eximio, casi omnisciente que, en clave de comic -un género que el presidente adora- podríamos bautizar El Doctorniquete.

En una realidad dopada de social-media trends y chicaneos y “sensaciones”, y en lo que es probablemente la mejor semana (al menos en lo comunicacional) de su gestión, después de un discurso acertado en una buena cantidad de argumentos, y un tono y actuación que sorprendieron a todos, Milei se erige como alguien que realmente "la ve toda" .

Alguien que le está salvando la vida a la Argentina, aunque eso paradójicamente le vaya a costar la vida a muchísimos argentinos. Es necesario. 

"No hay plata" y "la situación empeorará": el discurso completo de Milei

No-hay-plata, en cantito, ni para los más pobres. Los comedores no reciben alimentos, los jubilados no reciben plata, los remedios se venden menos en porcentajes alarmantes y la pobreza sube, pero las expectativas financieras le dan la razón y aplauden al Doctorniquete: el dólar se planchó, y los superpoderes llegan hasta la espada de Damocles del índice riesgo-país, que por supuesto baja. Y la inflación amaga con bajar después de subir muchísimo. Los financieros celebran, porque el torniquete ayuda en esas primeras maniobras de rescate.

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¿Y el hospital? 

Si seguimos con el paralelo motonáutico supongamos que Milei ahora tiene que llevar a la Argentina, como Cassavecchia con Scioli, al hospital para iniciar la verdadera recuperación

Bueno, aquí la historia diverge: Milei no lo cree necesario, al menos no se conoce ninguna evidencia de ese plan de recuperación con desarrollo y crecimiento equitativo. Porque él es el médico, y los hospitales, como los colegios, como las instituciones de la cultura, como las universidades públicas, como todo lo que contempla un razonable sentido de servicio público, son gasto. 

Son parte de un “sistema estatal desastroso y corrupto y casta y socialismo abortista asesino que nos arruina”,  todo esto dicho rápido y gritado.

“Para eso estoy yo” dice el Doctorniquete con un uniforme recuperado del ropero en taxísticos amarillo y negro y un tridente inflable recuperados de una fiesta animé (google ayuda si no lo vio).

"Yo, el Doctor-Niquete, los voy a salvar porque la veo".

El resto de los argentinos, se dividen entre los que sienten una duda esperanzada (que no podemos condenar demasiado después de tanto surrealismo que adormece el surgimiento de esta forma más bizarra de sur-surrealismo), aquellos que tienen auténtico y palpable terror a morir de hambre o enfermedad, y los que de verdad no la ven, no porque sean ciegos, sino porque ven (vemos) otra cosa diferente: que el Doctorniquete es realmente un personaje de comic y no un médico, y que la realidad argentina necesita médicos en serio, no para una maniobra de salvataje desesperada, sino para un plan de país sostenible, serio y responsable que incluya a una mitad del país destrozada. 

Salvarle la vida a la Argentina es un logro ficticio, si en el proceso condenamos a aquello que deberíamos ver con la mayor dedicación: a
los argentinos.

* Magister en Fine Arts Media, fundador de New Creative Sciences, asesor en estrategias de comunicación en NASA.