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Milei es el resultado de la sociedad en red

Vivimos en una cultura digital con estructura horizontal, en contraposición a la comunidad analógica, que responde a una jerarquía vertical, de arriba hacia abajo. El ascenso de Javier Milei habla de una sociedad civil que se rige por la lógica “down-up” y busca adaptarse a la realidad mutante.

Javier Milei
Javier Milei | Noticias Argentinas (NA)/Marcelo Capece

Hace años que determinadas instituciones que se consolidaron en la segunda mitad del siglo XX - y otras incluso en siglos precedentes - están en crisis. La escuela, las universidades, los cultos religiosos, la Justicia, los partidos políticos, los medios de comunicación, los gobiernos, son solo un ejemplo de las entidades que están sujetas cotidianamente al ojo del público como pocas veces ha sido en la historia de la humanidad.

El caso de la victoria de Javier Milei en las últimas elecciones presidenciales es solamente la confirmación de un fenómeno muy profundo que supera ampliamente la política. Tanto la autoridad en los hogares como en las aulas hasta llegar a la Casa Rosada está sujeta a examen cotidiano.

Un caso notable de esta nueva realidad social se exhibe en el denominado fracaso de las encuestas. Se las acusa de no ofrecer datos certeros anticipadamente frente a una elección presidencial. Esta demanda es paradójica: se pide cristalización y previsión a un instrumento de medición de una sociedad que a su vez cambia muy dinámicamente de parecer. Quien responde a una encuesta y cambia su opinión mucho más rápidamente que en el pasado exige precisión al instrumento que precisamente lo está indagando.

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El análisis político predominante que circula en los medios y redes y que es ofrecido por periodistas, universitarios e intelectuales en muchos casos cae en la misma trampa. La interpretación clásica demandaba partidos políticos estructurados, acuerdos de cúpula, control territorial, análisis de discursos en los medios. El 4-2-3-1, fuera, el doble pivote, fuera, diría Jorge D’Alessandro.

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Estas miradas subestiman, cuando no ignoran, las bases de una sociedad que se desplaza hacia un nuevo formato en red. Una sociedad digital donde prima la lógica de la autoridad de “abajo hacia arriba” y que se caracteriza por la cooperación horizontal. En oposición, la sociedad industrial, analógica, se caracterizaba por una jerarquía vertical “de arriba hacia abajo”.

En el contexto de una sociedad industrial, si alguien se desempeñaba treinta años en una misma empresa era algo muy bien valorado. Hoy es percibido como incapacidad para realizar tareas nuevas y dificultad para actualizarse. En términos criollos, es achancharse.

Es incompatible hacer uso cotidiano del delivery para pedir unas hamburguesas o una pizza a domicilio o informarse por las redes vía un celular y al mismo tiempo reclamar un orden del Estado de Bienestar propio de la segunda mitad del siglo XX. Fractalmente, si algo no funciona más en el ámbito micro tampoco lo va a hacer en la macro.

Para poder sostener una separación clara entre una lógica que guíe la micro y otra opuesta que sostenga la macro es necesario un orden autoritario duro, como es el caso del régimen chino o aquellos que imperan en los países de la península arábiga. Estos permiten digitalización en la base y orden analógico en la cúspide. Por ahora.

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Lo preocupante hoy en día no es que haya un Milei; lo preocupante es que no lo haya. La presión de una lógica down-top y de colaboración horizontal está haciendo crujir estructuras en todos los países democrático-liberales. A la inversa de lo que afirman muchos comentaristas políticos, el riesgo hoy en la Argentina sería no tener fenómenos como el protagonizado por Milei.

El surgimiento del libertario habla de una sociedad civil robusta que busca adaptarse a los tiempos cambiantes. La Unión Soviética parecía muy sólida en 1984. Llegó Mikhail Gorbachov y evidenció lo que muchos querían ocultar.

No entramos a considerar aquí la orientación ideológica de Milei, los decretos, las leyes y la relación entre los tres poderes. Dejamos eso para otra oportunidad. Nos quedamos en la lógica medular.

El tema pasa hoy por saber administrar la convivencia de órdenes pasados con los nuevos. Hay que acostumbrarse a ser más humildes y a comprender nuestro entorno en vez de juzgar y señalar con el dedo inquisidor. En vez de pronosticar en base a tendencias y pretender que las encuestas nos aseguren el futuro, hay que aprender a diseñar escenarios, a convivir con la incertidumbre y con realidades mutantes. A aguantar la marejada.

*Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES