OPINIóN

Carta de despedida a Robert Frank

El autor dedica un emotivo texto ante la partida física del prestigioso fotógrafo estadounidense.

Robert Frank
El fotógrafo Robert Frank murió a los 94 años. | AP

Querido Robert:

            Y un día decidiste irte. Decidiste que ya era suficiente, que ya estaba bien. Decidiste reencontrarte con tus hijos fallecidos prematura y trágicamente, seguramente también con tu madre y tu padre. Te fuiste a ese lugar donde el verdadero misterio de la Fotografía es revelado. Allí donde habita “el espíritu en la máquina”, para mantener una conversación con él. Para que te confirme lo que vos siempre sospechaste: que la Fotografía es el Tiempo mismo, ése que en cualquiera de tus irreverentes negativos blanco y negro reventados de grano se tomaba un descanso de su fluir implacable.

            La generación a la que perteneciste junto con Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William Burroughs y tantos otros menos conspicuos, intentó vivir la vida con la mayor de las intensidades, de alguna manera como después lo intentó el Hippismo, hasta derivar en la década del ’70, sangrienta como ninguna otra, al menos aquí en Argentina. En esa década yo despertaba a la vida de adolescente, ya con ciertas percepciones que se alejaban y mucho de lo que el Capitalismo intenta imponer como “una vida correcta” -es decir, a su servicio-. Para el Capitalismo, la vida consiste en acumular y depredar, en usar y tirar. Tirar, descartar, lo que sea, un ser humano, un kilo de plutonio, miles y miles de litros de leche que “no se pueden vender”... lo mismo da. Pero para quienes no hemos sido educados en esa escuela, la VIDA consiste en... exactamente lo contrario.

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Te fuiste a ese lugar donde el verdadero misterio de la Fotografía es revelado

 

            Accedí al mundo de la Fotografía con “The Americans”. Por supuesto, también con Henri Cartier-Bresson, Edward Weston, Eugene Atget, Walker Evans, Alfred Stieglitz,Minor White (quien se refería a la Fotografía como un “espejismo” cuyo significado jamás es literal), Joseph Koudelka, Diane Arbus... hasta que en los ’80 descubrí el mundo del color gracias al genio minimalista, falsamente banal y filosóficamente marginal, de William Eggleston. Eventualmente, me hice “amigo epistolar” de ese enorme fotógrafo contemporáneo, miembro de Magnum, llamado Alex Webb, quien me comentaba en sus cartas manuscritas su decepción con el mundo de la Fotografía. Todos ustedes, y muchos otros que ahora olvido, modelaron mi sensibilidad.

            Hoy, ya grande y a pesar de todas las heridas de la vida, la pasión que sigo sintiendo por la Fotografía sigue consumiendo mis días, como comenzara a hacerlo a mis 8 años, cuando mi amado padre me regaló mi primer cámara fotográfica para el día de mi cumpleaños, un 26 de enero. Y estoy muy de acuerdo con que así sea, con conservar ese fuego que me consume el alma, aun comprobando que las advertencias del amigo Webb con respecto al ejercicio de esta profesión / arte / oficio / etc., eran ciertas... Y aunque el mundo esté ocupado en otra cosa, por cierto muy distinta. Por ejemplo, en cómo darle cada vez mejor forma a nuestra ya próxima extinción como especie. Y vaya que lo estamos haciendo muy bien. Tan bien que, según los científicos, ese proceso no solamente ha comenzado, sino que ya es irreversible.

 

La Fotografía es el Tiempo mismo, ése que en cualquiera de tus irreverentes negativos blanco y negro reventados de grano se tomaba un descanso de su fluir implacable.

 

            Han habido muchas civilizaciones que se han ido, han desaparecido. Muchas de ellas misteriosamente, como los Mayas en México. Evidentemente, nosotros somos los siguientes en esa macabra lista. Sin embargo, algo nos sobrevivirá, como ha sucedido con las civilizaciones desaparecidas, que nos han legado exquisitas, maravillosas expresiones de su arte, como los Sumerios, los mismos Mayas, las fascinantes culturas pre-colombinas de Sudamérica...

            En tu caso, querido Robert, el legado serán tus fotografías. Y, modestamente, espero que también sea el mío.

            Finalmente, debo decirte algo con lo que seguramente estarías de acuerdo: tu Fotografía, y el arte en general, no sirven para nada. Por eso son tan importantes.

Hasta siempre, Robert Frank. Tu vida no fue en vano.

 

* Fotógrafo.