OPINIóN
Política en tiempos de pandemia

El homo economicus y el homo solidarius

El virus nos iguala y obliga a un aislamiento. Debemos convivir solidariamente para protegernos y ayudarnos entre los integrantes de cada familia, amigos y vecinos.

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Después de la pandemia | Devanath / Pixabay

La presente crisis nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre nuestra sociedad y rememorar la fraternidad, uno de los ideales de la Revolución Francesa del siglo XVIII, las propuestas sociales de los credos religiosos y de muchos otros pensadores, en aras de desarrollar el homus solidarius, con una conducta ética, de honradez y de ayuda al prójimo sin esperar nada en cambio. El virus nos iguala y obliga a un aislamiento (sin distinciones económicas, afinidades políticas, convicciones religiosas) como la única vacuna para evitar la expansión de la pandemia.

Debemos convivir solidariamente con nuestros congéneres, para protegernos recíprocamente y ayudarnos entre los integrantes de cada familia, amigos, vecinos y otras personas cercanas.

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NOS CUIDAMOS CUIDANDO AL OTRO

Para superar física y psicológicamente estos momentos debemos actuar solidariamente.

 

LA SOLIDARIDAD EN LA VIDA COTIDIANA

Desde hace muchos años, hijos, nietos y amigos hemos aprendido a colaborar con los mayores jubilados, castigados por las políticas públicas.

En estos días, miles de personas, en un gesto solidario, están auxiliando voluntariamente a los jubilados y a otras personas en riesgo.

El incremento de los desocupados (por la paralización de las empresas) y la pérdida de los ingresos de profesionales y trabajadores autónomos (inscriptos o no), pronto aumentará el alto número de personas que requerirán ayuda. Empresas de: turismo, espectáculos, gastronomía, transportes y muchas otras con una alta ocupación de mano de obra, si se mantienen vivas, no se recuperarán de inmediato.

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No existen soluciones mágicas, ni casos anteriores de esta magnitud,  ni la posibilidad de su búsqueda en las bibliotecas.

La creatividad, tanto de los funcionarios públicos como de cada persona (humana o jurídica por sus administradores), será clave para el día después, repensando cada una de las actividades y de los recursos disponibles para cumplirlas.

Una de las múltiples herramientas que podrían aplicarse para planificar el futuro -tanto para los entes estatales como para los privados- es el presupuesto base cero.

Los recursos públicos, con una magra recaudación y los mercados financieros cerrados, serán insuficientes para cubrir las nuevas necesidades. A ello se suma la desocupación, la pobreza y la crisis económica anterior que, en lugar de ser una excepción, es lo normal en nuestro país.

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Reiteramos que, solo será posible superar esta situación y volver a crecer, con el aporte solidario de todos.

Individualmente, existen múltiples pequeñas y grandes acciones, que deberíamos tener presente, con un espíritu fraterno, en nuestra conducta. Tan simple como agregar un por favor, la amabilidad y la gentileza en el trato con  los demás.

No debemos pasar por alto la cultura milenaria de la sociedad japonesa, con el mayor número de ancianos en el mundo (existen otras culturas tradicionales con similares costumbres) y sus comportamientos sociales e individuales solidarios.

Sus muy pobladas ciudades, en un terreno castigado permanentemente por fenómenos naturales, son higiénicamente muy cuidadas y limpias, los zapatos -con eventuales virus o contaminaciones- quedan afuera de las viviendas, se venera a los adultos mayores (el Keirō No Hi -Día del Respeto- se festeja el tercer lunes de setiembre), es habitual (en especial cuando existen síntomas de resfríos) el uso de barbijos (cuidando así a los otros), es mal visto soplarse la nariz en público, es insultante dar una propina, es de mala educación comer en los medios de transporte o caminando, los trabajadores en espacios públicos usan guantes, si bien son muy fumadores tienen recintos habilitados en las veredas y otros lugares comunes. Mientras nosotros pasamos de los apretones de manos y besos al toque de los codos ellos se saludan desde lejos con una reverencia.

Estas culturas nos enseñan cómo, cuidándonos nosotros mismos, nos protegemos todos.

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LA SOLIDARIDAD Y LA EDUCACIÓN

El espíritu solidario en los niños, es un valor que debería inculcarse y fomentarse en la familia y en la escuela.

En la vida diaria, son claves los ejemplos, conjuntamente con el combate permanente a los gestos y las actitudes egoístas o intolerantes.

A su vez, debería ser habitual, el incentivo de juegos y trabajos en conjunto, las tareas mutuas para lograr objetivos, la colaboración, la ayuda al otro y la empatía con los demás.

Son innumerables las pequeñas acciones posibles, que van formando al niño en un camino de valores éticos y fraternos con toda la sociedad.

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LA SOLIDARIDAD Y LA ECONOMÍA

La “economía de la solidaridad”, complementa al empresario con fines de lucro, para el desarrollo armónico de la economía, bajo la conducción de un Estado que debería cumplir eficientemente sus funciones.

LAS “LAGUNAS”  EN LA ACTIVIDAD PRIVADA, POR EMPRESAS QUE, EL DÍA DESPUÉS, NO LOGREN REACTIVARSE BRINDARÁN UNA OPORTUNIDAD PARA EL DESARROLLO DE LOS ENTES SOLIDARIOS.

En dos artículos anteriores, publicados en este espacio, titulados Coronavirus: empresas en crisis "grupo de riesgo Recetario para empresas "grupo de riesgo" en crisis, efectuamos múltiples propuestas para facilitar la continuidad de las organizaciones productivas y de servicios privadas.  A la fecha, lamentablemente, no existen decisiones oficiales para las personas (humanas y jurídicas) que debieron solicitar un concurso preventivo de acreedores para superar su estado de insolvencia. Debería formarse un COMITÉ DE CRISIS que asesore al Presidente sobre el futuro de las mismas.

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LA SOLIDARIDAD Y LA JUSTICIA

La solidaridad puede efectuar un significativo aporte para la solución de las controversias provocadas por los múltiples incumplimientos de los contratos, producto de la paralización económica, que podrían provocar una avalancha de nuevos juicios, imposibles de atender por la administración de justicia actual.

Este tema debe merecer una atención especial que desarrollaremos en una próxima columna.

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Como conclusión, proponemos que los graves problemas y desafíos del día después, se afronten con una alta dosis de creatividad, compartiendo las pérdidas y dando una mano al prójimo que más lo necesite, así tendremos al homo solidarius, una persona con una conducta más humanista, que siempre estará disponible para una gauchada.

Pasada la pandemia, si pensamos en el inimaginable nuevo mundo que nos espera, deberían subsistir las nuevas conductas solidarias y fraternas.

Queda abierta la puerta…

 

 

* Contador Público. Lic. en Administración. Posgrado Sindicatura Concursal. Especialista en Empresas en crisis. Síndico Concursal desde el año 1981. Profesor Universitario en carreras de posgrado en la especialidad, en varias Universidades. Miembro del Instituto de Estudios de Políticas Públicas del Círculo de Ministros, Secretarios y Subsecretarios del PEN.