Gillian Tett, periodista, antopóloga y directora del diario Financial Times de Estados Unidos, participó de Periodismo Puro, el ciclo de entrevistas que conduce el CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia. En un tramo del reportaje, Tett se refirió a la crisis económica mundial que se vive por la pandemia de coronavirus, y, en comparación con la crisis global de 2008, apuntó a que a la situación actual "no se le puede hacer frente solo con herramientas financieras".
La antropóloga, autora del libro Fool’s Gold, es especialista en el periodo de crisis global que tuvo lugar entre los años 2008 y 2009. Para Gillian Tett, la diferencia esencial es que aquella crisis comenzó en las finanzas, y se le dio respuesta mediante herramientas financieras.
“Hoy estamos en una situación económica problemática que llega del mundo real: la crisis médica en torno al coronavirus provocó el colapso de la demanda. Los gobiernos han asustado deliberadamente al imponer los bloqueos", dijo Tett.
En esa línea, agregó: "Es una crisis económica real tangible que tuvo impacto en el sector financiero y lo vimos en algunos sectores. Pero la clave es que no se puede hacer frente a la crisis económica del mundo real solo con herramientas financieras. Se necesita más que eso”, expuso la directora del Financial Times.
En esa línea, consideró que hasta tanto que tengamos “una solución médica” frente a la pandemia y el comienzo de “algún tipo de recuperación económica, que dependerá tanto de la política fiscal como de la monetaria, será realmente difícil ver el final de lo que está sucediendo hoy”.
—En el colapso de 1929 los gobiernos reaccionaron con lentitud. En cambio, esta vez hubo respuesta rápida, con paquetes de estímulo fiscal y el estímulo monetario. ¿Esa velocidad de respuesta podría hacer esta crisis menor o más corta que la de 1929?
—Como sucede en la ciencia médica, los profesionales aprendieron de la experiencia previa a administrar una mejor medicina. En la ciencia financiera y económica se puede observar que los responsables políticos aprendieron de los errores anteriores e intentan actuar rápidamente para obtener algún tipo de remedio. Es una respuesta análoga a tratar a un paciente con un ataque al corazón: se sabe qué hacer en términos de conectar las máquinas para que el paciente vuelva a la vida y no muera por falta de oxígeno. Sin embargo, el problema es que una cosa es tratar una urgencia en términos económicos y otra es permitir el desarrollo de alguien más saludable a largo plazo y capaz de florecer y ser realmente vivaz. El dilema que enfrentamos hoy es: los responsables políticos lograron evitar que lo peor de la crisis se salga de control; pero no está claro si saben cómo volver a encaminar realmente la economía hacia la salud.
—La contribución marginal de los efectos de los agregados financieros es decreciente. ¿Cuando las tasas de interés ya están en cero podrían no generar mayores alivios nuevas formas de quantitative easing?
—Estamos llegando al límite de lo que puede hacer la política monetaria. La política monetaria actúa sobre la economía a través de tres canales. Primero, hace que sea mucho más fácil para los consumidores o las empresas pedir dinero prestado y más barato; luego, aumenta los precios de los activos y finalmente alienta a las personas a trasladar sus tenencias de bonos del gobierno a otro tipo de inversiones más riesgosas. El problema hoy es que, ante el Covid-19, la demanda se derrumbó. No importa cuán barato sea el dinero para los consumidores y las empresas; no van a querer pedir préstamos. El problema es que puede impulsar la inversión, el dinero, hacia otro tipo de inversiones más riesgosas y eso es necesario porque representa alrededor de 4,8 miles de millones de dólares en efectivo, al margen del sistema financiero global, que no se usa, porque la gente está asustada. Necesita poner ese dinero en inversiones productivas. Y no está claro que la gente lo haga, hasta que las perspectivas médicas y económicas sean mucho más claras. Lo que está claro es que si se sigue introduciendo dinero en el sistema en un momento en que la confianza es baja y la gente no quiere pedir prestado, se corre el riesgo de crear burbujas de activos y distorsiones hacia lugares extraños. Lo hemos visto muchas veces antes. Y podría suceder hoy si seguimos confiando en la política monetaria en lugar de utilizar políticas fiscales para tener una mayor respuesta a la crisis.
"Hasta que tengamos una solución médica y tengamos el comienzo de algún tipo de recuperación económica, será realmente difícil ver el final de lo que está sucediendo hoy"
—Usted adelantó la última crisis global de 2008-2009 y es una especialista en ese período. Su libro “Fool’s Gold” es de referencia. ¿En qué se parecen y diferencian ambas crisis?
—La diferencia esencial es que aquella crisis comenzó en las finanzas. Por entonces hubo una gran dislocación y distorsión en el sistema financiero porque los banqueros habían dado hipotecas a valores en gran escala. Cuando las hipotecas comenzaron a fallar, todo ese esquema Ponzi (N de R: el esquema Ponzi es una operación fraudulenta de inversión que implica el pago de intereses a los inversores de su propio dinero invertido o del dinero de nuevos inversores) comenzó a desmoronarse. Fue una crisis financiera, que comenzó en las finanzas y para la que las herramientas de las finanzas fueron la respuesta política. Hoy estamos en una situación económica problemática que llega del mundo real: la crisis médica en torno al coronavirus provocó el colapso de la demanda. Los gobiernos han asustado deliberadamente al imponer los bloqueos. Es una crisis económica real tangible que tuvo impacto en el sector financiero y lo vimos en algunos sectores. Pero la clave es que no se puede hacer frente a la crisis económica del mundo real solo con herramientas financieras. Se necesita más que eso. Hasta que tengamos una solución médica y tengamos el comienzo de algún tipo de recuperación económica, que dependerá tanto de la política fiscal como de la monetaria, será realmente difícil ver el final de lo que está sucediendo hoy.
—¿Su doctorado en Antropología le permitió descubrir claves o tendencias en esta crisis del coronavitus que los economistas de una formación más técnica no alcanzan a percibir?
—La antropología cultural es una de las disciplinas intelectuales más importantes. Pero también es una de las menos reconocidas y apreciadas. Mucha gente piensa que la antropología se trata de estudiar lugares exóticos remotos, sociedades primitivas, rituales y huesos, aunque en realidad se trata de una herramienta para obtener una visión holística de la sociedad y ver las cosas de las que hablamos y también las cosas de las que no hablamos. Brinda la capacidad de mirar más allá de los modelos económicos y poner las cosas en contexto, algo muy importante. Los modelos de economía que utilizan los formuladores de políticas y los expertos financieros tienden a ser limitados. Excluyen muchas cosas importantes como el medio ambiente, los problemas de desigualdad, los devenidos del riesgo médico. Se llaman externalidades. La antropología analiza esas externalidades, y las considera esenciales también. Esa perspectiva fue la que me ayudó a detectar la crisis financiera de 2008 que se avecinaba. También es clave para otorgar sentido a lo que sucede en estos días. La antropología como disciplina surgió de la idea de estudiar a las personas de todo el mundo. Las élites occidentales consideraron arrogantemente que lo que sucedía en otras partes del mundo no importaba. Pero, como nos lo demuestra el Covid-19, todos estamos unidos en una cadena de humanidad. Si la cadena más débil en esos eslabones se rompe, todos sufriremos. Es muy claro en la pandemia, pero también en otras temáticas vinculadas, como la del cambio climático. Debido a que la antropología se ha dedicado a estudiar todas las sociedades del mundo y reconocer que todas son valiosas, también se aprenden muchas cuestiones que les servirían a los mandatarios occidentales. Cuando el Covid-19 comenzó, hubo una tentación en la gente de la Casa Blanca de los Estados Unidos o en Europa de decir que era un tema de Wuhan y que Wuhan era un lugar distante, con personas diferentes. Que era un problema que se podría ignorar. Una respuesta habitual. Pero un análisis de la realidad demuestra que no se puede hacer eso. Todos necesitamos entender cómo funciona el mundo de manera integral.
La entrevista completa de Jorge Fontevecchia a Gillian Tett
A.G.