Fueron pocos los minutos que pasaron desde que el Paseo Alcorta abrió sus puertas al público hasta que un fuerte estruendo quebró la tranquilidad matinal del sábado en el barrio porteño de Palermo. En escasos segundos, tres delincuentes ingresaron ayer a Eve, una exclusiva joyería, y escaparon con costosas piezas, mientras un cuarto delincuente controlaba el tiempo del golpe y el entorno. Todo había sido calculado.
Cuando irrumpieron en el local, alrededor de las 10 de la mañana, el resto del shopping aún se preparaba para recibir a los clientes. “Estaba en el cambiador cuando escuché los golpes, pero no pensé que se trataba de un robo, sino de los habituales ruidos de un local que están remodelando”, dijo a PERFIL el empleado de una zapatería ubicada al lado de una de las dos sucursales que la firma Eve tiene en Buenos Aires.
A pocos metros de allí, dos hombres y una mujer, que llevaban gorros negros, gafas oscuras y morrales, avisaban a dos empleados de la joyería que estaban siendo asaltados. No mostraron armas, pero sugirieron que las tenían. Se colocaron guantes y sacaron una maza. Los cristales de un exhibidor interno y el mostrador estallaron con los golpes. Sin resistencia, los ladrones guardaron joyas y relojes en los bolsos. Sabían que el guardia de seguridad realizaba su recorrido cotidiano en el otro extremo del piso.
Dejaron el local 2044 del segundo nivel cuando escucharon el grito del cuarto integrante de la banda: “Tiempo”. El robo también fue cronometrado. “Escuché el estruendo y después pasaron los cuatro corriendo. Fueron segundos, no dieron tiempo a nada, ni de asustarte”, relató la empleada de otro comercio cercano.
Luego, los delincuentes corrieron unos 100 metros por el pasillo hacia la izquierda. Para escapar eligieron una rampa para changuitos de supermercado poco conocida. No es sencillo visualizar el pasadizo que sólo desciende hacia el primer piso. Los delincuentes pasaron por el stand de atención al cliente y le arrebataron el handy al vigilador privado que custodiaba el sector, con la intención de demorar el llamado de auxilio a la Policía.
Por último, bajaron por la escalera mecánica a la planta baja que los dejó a pocos pasos de la salida de la calle Chonino, menos transitada que la principal, sobre Salguero. Allí, los esperaba un Citroën C4 gris que completó el último tramo de la huida.
Los ladrones fueron audaces: la joyería está vigilada por varias cámaras de seguridad, también instaladas en todos los corredores y accesos de Paseo Alcorta. Cada piso es custodiado por un guardia. Además, el edificio está ubicado frente a las sedes de la división Antisecuestros de la Policía Federal e Interpol. Otras cámaras vigilan el exterior del mall.
Llamativas coincidencias. El golpe, investigado por efectivos de la comisaría 53ª, es similar a otro del 15 de diciembre de 2012, cuando dos delincuentes ingresaron a la joyería Testorelli, ubicada en el segundo piso del Alto Palermo. También fue sábado y ocurrió alrededor de las 10 de la mañana. En pocos minutos, los ladrones redujeron a los empleados, rompieron la vitrina y robaron las piezas exhibidas, aunque lo hicieron a cara descubierta y armados con ametralladoras.
El 27 de mayo del mismo año, la sucursal de Tifanny en Patio Bullrich fue el blanco de los ladrones de joyas. En menos de tres minutos, dos hombres y una mujer que se habían hecho pasar por clientes obligaron a los empleados a abrir dos exhibidores. Escaparon sin que nadie se percatara del robo. Un mes más tarde, el 24 de junio, cinco delincuentes armados ingresaron al Hotel Alvear y con una maza rompieron dos vitrinas repletas de Rolex. El asalto duró 37 segundos.
Al igual que en los casos anteriores, los investigadores analizan las grabaciones de las cámaras de Paseo Alcorta. Pero a los ladrones no parece importarles quedar registrados en los videos de seguridad, sino alcanzar con éxito una rápida vía de escape, que estudian en detalle. Del mismo modo, conocen los movimientos de los guardias de seguridad y los empleados.
Todos los robos tienen un denominador común: el escaso tiempo en el que se cometen.
Una serie de asaltos imparables que comenzó en 2012
En febrero de 2012 comenzó una serie de asaltos a joyerías situadas en shoppings con algunos puntos en común respecto de su modalidad. El 28 de ese mes, Giovanna Di Firenze de Unicenter fue asaltada por ladrones que llenaron sus mochilas con joyas y relojes, y escaparon a los tiros.
El 27 de mayo de ese año, Tifanny en Patio Bullrich sufrió un robo que se cometió en menos de tres minutos. Los ladrones, dos hombres y una mujer, se habían camuflado entre los clientes. Cuando todos se fueron, obligaron a los empleados a abrir dos exhibidores. Cargaron todas las alhajas que pudieron en bolsillos y bolsos. Escaparon en un taxi que los esperaba en la calle Posadas sin ser detectados por los guardias.
El 24 de junio, “la banda de los Rolex” eligió como blanco al Hotel Alvear de Recoleta. En 37 segundos, rompieron dos vitrinas con una maza y escaparon en moto. Mirtha Legrand, que tomaba el té con su hermana, fue testigo del robo.
El 15 de diciembre de 2012, la joyería Testorelli de Alto Palermo fue asaltada por delincuentes armados con ametralladoras.
Tres ladrones robaron un local de la firma Cormery del paseo Torres del Sol de Pilar el 9 de junio de 2013. A diferencia de los golpes anteriores, la banda no parecía tener experiencia en este tipo de robos. Sin embargo, lograron reducir al policía que custodiaba la joyería y se llevaron dinero en efectivo y diez relojes Rolex valuados en 10 mil dólares cada uno. Escaparon corriendo hacia un vehículo que los esperaba en la puerta.