Las luces la molestaron las más de dos horas de debate. Es que Patricia Bullrich tenía restos de Rimmel – producto de su maquillaje – en uno de sus ojos. Esto la obligó a ser revisada por el titular del SAME, Alberto Crescenti, no bien terminó la discusión con los candidatos presidenciales, quien le puso gotas oftálmicas para que no se le irriten. Acaso por ello, en uno de los tramos del debate, se la vio pestañear de manera extraña.
Con todo, la candidata de Juntos por el Cambio salió sonriendo. Esta vez, a diferencia del domingo pasado, fue mucho más asertiva y dura. En especial con Javier Milei y con Sergio Massa, y tomó varias de las temáticas que incomodan a los candidatos de La Libertad Avanza y de Unión por la Patria.
Entre otras, destacaron en su equipo ante PERFIL, el YateGate y el escándalo de Martín Insaurralde, así como los bolsos de José López pero además se centró en el presunto pacto entre el libertario y el tigrense. Es más: en su equipo festejaron cuando le preguntó a Milei si “tenía chorros” en sus listas, el candidato de LLA cayó en la trampa y le respondió que JxC “también” tenía “chorros”, según cuentan en el frente opositor.
Por otro lado, también se la vio más suelta que nunca e incluso improvisó en varias oportunidades, como cuando le dijo a Massa que las mujeres “no necesitaban” su defensa ante el libertario.
En ese marco, también en JxC marcan que no tuvo errores, como sí ocurrió en el debate anterior, por caso en la última pregunta desperdiciada al candidato del oficialismo.
“Queríamos que sea más picante. Algunas cosas las preparamos pero esta vez improvisó mucho más”, confía una de las fuentes bullrichistas.
“Sabíamos que nos jugábamos mucho en este debate y Patricia fue de menor a mayor, logró dejar sentado todo lo que ella pensaba”, plantea uno de los colaboradores ante PERFIL los minutos posteriores al final del debate.
“Fui al hueso”, confesó a su equipo cuando se retiraba, tras la aplicación de gotas oftálmicas. Entre otros, la acompañaba el armador Damián Arabia, candidato a diputado nacional, su jefe de campaña, Juan Pablo Arenaza, y el economista Carlos Melconian, entre otros.
Por su lado, un nutrido grupo de bullrichistas se habían autoconvocado en la Fernetería, justo frente a la Facultad de Derecho, donde vieron todos juntos el debate. Allí la esperaron. Cuando terminó de retirarse, con su marido Guillermo Yanco, fue a saludarlos. Estaba feliz, aunque con uno de sus ojos todo colorado.
cp