Luego de que la Sala 1 de la Cámara Federal de Apelaciones les otorgara en un fallo dividido la libertad, Cristobal López y Fabián de Sousa salieron este viernes de los penales de Ezeiza y Marcos Paz. Habían sido detenidos el 19 y 20 de diciembre pasado por orden del juez federal Julián Ercolini, en el marco de una causa por evasión del pago de 8 mil millones de pesos del impuesto a los combustibles a través de su empresa OIL.
En ese momento fueron procesados por administración fraudulenta agravada en perjuicio del Estado nacional. Sin embargo, la decisión del tribunal de alzada determinó que, a partir de ahora, serán investigados por evasión. En noviembre de 2017, antes de su llegada a prisión, De Sousa habló con Jorge Fontevecchia sobre su rol como empresario y la obsesión con los medios de comunicación.
JF:—Antes de comprar medios y después de tenerlos, ¿cambió su opinión respecto de la importancia que tienen como factor de influencia?
FDS—No, creo que tienen un nivel de importancia en la construcción a largo plazo. De establecer un criterio, un modelo de vida. La clase dirigente aprendió que los medios no le arman tan fácil la agenda del día a día, de qué temas les deben preocupar. Pero sí sirven para construir una visión a largo plazo de qué país queremos, qué modelo elegimos.
JF:—¿Por qué los compraron?
FDS:—Los compramos, y muchas veces lo discutíamos con mi socio y gente que trabaja con nosotros, porque hay muchas cosas para comunicar y no encontrábamos el vehículo adecuado para lograrlo. Participé de muchos congresos donde se preguntaban, ¿qué es eso de la responsabilidad social empresaria? Y yo les decía: “Nosotros como empresarios tenemos una responsabilidad primaria, una responsabilidad social, que es ser creadores de valores”. La sociedad pone bajo nuestra responsabilidad distintos tipos de recursos: humanos, financieros, naturales, para que generemos valores, trabajo, riqueza, capacidad de mejorar la distribución de esa riqueza a través de los tributos. Yo pensaba: voy a los congresos y al final termino discutiendo si apoyamos a un jardín de infantes, si cuidamos una plaza o colaboramos con un jardín maternal. Lo pensaba como hijo de un pueblo olvidado, porque soy de Comodoro Rivadavia, un pueblo muy olvidado y con una riqueza muy grande. Hay chicos que se mueren en Rada Tilly, donde nací, 15 kilómetros al sur de la ciudad, porque no tienen un broncodilatador en el hospital público o en el sector privado. Y allí se producen 3 o 4 mil millones de dólares de riqueza por año. ¿Cómo puede ser que la responsabilidad del empresario sea ver si colaboramos con un club? Hay que asumir otra clase de responsabilidades. Recuerdo cuando empezamos, en 2007, 2008, hablaba con los periodistas y veía que no era nada fácil plantear esta discusión de cuáles son los roles que le tocan a cada uno para construir un país más justo.
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JF:—¿Había un discurso en los medios que no era el discurso nacional y popular al que usted adscribe?
FDS:—No por nacional y popular, porque no se trata de cómo distribuimos la riqueza ni cómo la construimos, sino es cómo entendemos la sociedad. Cómo entiende uno la sociedad. A mí me tocó un rol, por capacidad, por formación, por suerte, o por la característica que uno tenga. Si no desarrollo mi rol desde un punto de responsabilidad, puedo enmascarar las responsabilidades que tengo en algo que parece muy lindo, pero que después, en el mediano y largo plazo, termina proyectando una sociedad muy complicada.
JF:—¿Usted dice que si se juntan varias empresas y dedican sus esfuerzos de responsabilidad social en ayudar a un jardín de infantes o mejorar una plaza, simplemente están dando una pequeña dádiva?
FDS:—Una limosna.
JF:—¿Una limosna porque lo mucho que ganan es, también, la causa de que les falten tantas cosas?
FDS:—No, para mí la rentabilidad empresarial es la condición necesaria para la construcción de la riqueza. No quiero sentarme a pensar cómo cuidar una plaza. Recuerdo haber venido miles de veces a negociar con YPF, desde 1994, y yendo por Pellegrini hasta Figueroa Alcorta, veía el cartel que decía: “A esta plaza la cuida YPF”. Y en mi pueblo no había una sola plaza que tuviera pasto para que los chicos pudieran jugar a la tarde. Una compañía genera semejante nivel de riqueza en mi microsociedad y no tiene el rol que debería tener en la sociedad donde esa riqueza se produce. El empresario, en lugar de pensar en su casa en Miami, debería pensar más en cómo su renta, que ojalá sea extraordinaria en función a su inteligencia, puede ser usada para combinar factores de producción que multipliquen la riqueza. La aplicación de mayor riqueza significa más trabajo, más impuestos…
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JF:—¿Qué es lo que veía que faltaba representar en los medios?
FDS:—Esta visión central. “Che, no perdamos más tiempo en el foro de responsabilidades sociales empresarias", porque allí van cuatro directores y me dicen que el éxito, o la responsabilidad del empresario, pasa sólo por Fundaleu. Cuando discuto con mi gente que dirige los medios, les pongo siempre este ejemplo: lo que necesitamos es que cada uno de los que tiene una responsabilidad frente a 40 millones de argentinos asuma la suya propia, que no la disfrace.
JF:—¿Los medios le interesaban a usted, no a Cristóbal López?
FDS:—Sí. Es verdad. No puedo echarle la culpa a él.
JF:—Y él, ¿qué le dice?
FDS:—Me acompaña. Cristóbal es un batallador, me acompaña en cada uno de los procesos que llevamos adelante. Pero el impulso, la visión para estar en este lugar de los medios es más mío que de él. No debería decir esto, pero Cristóbal es más básico en algunos aspectos, él no tiene una visión de tan largo plazo.
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JF:—Hadad dice que lo obligaron a vender.
FDS:—Mire, yo le voy a contar una parte de la película que conozco, y que creo es la totalidad de la película. Cristóbal solamente me llamaba cuando aparecían cosas en los medios que lo molestaban, por lo general a la mañana, a la hora del desayuno. Un día me llama y me dice: “Che, mirá lo que pasó…”. Y yo le contesto: “Esperá Cristóbal, mandarle carta documento a éste, al otro y a aquél no sirve de nada, es una locura. No cuentes conmigo para acompañarte con eso. Vos tirás el título y a mí me toca la bajada, seguir a los abogados, los contradocumentos, y mañana estar enojado por todo lo que armó la carta documento. Vamos a entrar en un escenario que a mí no me interesa, y creo que a vos tampoco te sirve. Si querés, ayudame a construir un modelo de sociedad a largo plazo; no lo vamos a ver nosotros, pero sí nuestros hijos”. Cristóbal me dijo que sí, que estaba bien. El tenía relación con Gerardo Werthein y Ernesto Gutiérrez, que eran socios de Hadad con el 30% en C5N y el 50% en las radios: siempre lo llamaban para sentarse a la mesa y pedirle pauta publicitaria. C5N cobraba 500 mil dólares de pauta, por el negocio del juego. Un día hubo un encuentro de Daniel con Cristóbal, al que también habían ido Ernesto y Gerardo.
JF:—¿Dónde se hizo ese encuentro entre Hadad, Werthein, Gutiérrez y López?
FDS:—Fue un almuerzo en la casa de Hadad. En un momento se van Whertein y Gutiérrez y Cristóbal se queda solo con Hadad. Y Daniel le cuenta: “Estoy cansado, el Gobierno ya no me acompaña y tengo que andar corriendo todos los días para cubrir mis costos. Tengo problemas por acá y por allá. Si tengo un cheque por el valor que a mí me interesa, yo soy vendedor”. Cristóbal le pregunta: “¿Cuánto?”. Y Hadad le responde: “50 millones”. Al día siguiente me dice: “Che, estuve con Hadad”. ¿Sí? ¿Y qué dice?, le digo. “Está loco Daniel”, dice Cristóbal. ¿Por? “Me dijo que él es vendedor y yo le pregunté: ¿Cuánto querés? 50 millones, me dijo. Está re-loco”. Entonces lo miro y le digo: “Cristóbal, ¿cuánto saldría armar eso? Desde el punto de vista de la infraestructura, el recurso humano y el tiempo hasta lograr una penetración en el mercado, mucho más que 50 millones. Por ahí no todo junto, pero sí en un proceso de construcción, con un resultado incierto. Para mí no está loco, me parece un número razonable. Si vos me preguntás qué haría yo, me parece un buen espacio para construir. Si me acompañás, vamos”. Entonces Cristóbal lo llama a Hadad y arma una reunión en su departamento. Hadad llegó con su moto, una BMW y con el casco. Yo no lo conocía, así que nos presentó: “Daniel, Fabián” Y le contó: “¿Sabés? Cuando le conté que pedías 50 millones, le dije que estabas loco. Pero él me dijo que le parecía un precio razonable; alto, pero razonable”.
(...)
JF:—De todo ese patrimonio, ¿cuánto valen sus medios?
FDS:—¿Esto? No, los medios son lo que menos valen…
JF:—¿Por qué los tiene, entonces?
FDS:—Es una responsabilidad que me encanta asumir frente a la sociedad. No lo pienso como negocio. Me rompo la cabeza, y estamos todo el tiempo reunidos para encontrar nuevas soluciones porque nunca vamos a tener rentabilidad. Nos desvelamos para que esto sea equilibrado, para que tenga sustentabilidad a largo plazo. Pero si todos los días tengo que traer pesos, es muy difícil que esto tenga sustentabilidad a largo plazo. La única posibilidad de que podamos cumplir nuestro sueño, desde el punto de vista material y económico, es tener todo bien equilibrado.