A finales de mayo el presidente Mauricio Macri viajó a Andalgalá, Catamarca, con una muy pequeña comitiva. Allí tenía previsto un mano a mano y luego ir a almorzar a un restaurante de la ciudad. Sus asesores esperaban alguna voz discordante, algún “vamos a volver”, en el mejor de los casos. Sin embargo, el jefe de Estado se encontró con un clima amigable, vecinos que lo esperaban para saludarlo, banderas argentinas. Lo mismo ocurrió durante la comida.
Días después, en una pequeña localidad de Córdoba, ocurrió algo similar: Macri debía caminar tres cuadras por el centro del pueblo y, aunque las fuerzas de seguridad estuvieron atentas a un escrache o algún episodio de violencia, se encontró con saludos y gestos de apoyo. Los dos viajes fueron los primeros indicios que tuvo el Presidente de que, tal vez, la tendencia estaba cambiando y podían llegar otros vientos para el oficialismo.
De hecho, esta semana hacía tiempo que en la Casa Rosada y entre los dirigentes del oficialismo no se respiraba un clima optimista. Las encuestas que atesoran, la estabilidad macroeconómica y el intento de visibilizar las obras públicas animaron a funcionarios y legisladores en los últimos días para encarar el primer tramo de la campaña hacia las PASO bajo la idea de que es posible la reelección del presidente Mauricio Macri.
“La campaña nos ordena siempre. No tenemos un Dady Brieva que asuste al electorado. Ellos sí y, aunque Cristina Kirchner aún está escondida, en algún momento va a tener que salir”, plantea ante PERFIL un dirigente que forma parte del armado electoral que diseñó el jefe de Gabinete, Marcos Peña. “Ahora nuestra tarea es dar excusas a los votantes para que nos acompañen”, agrega la misma fuente. En este marco, en el oficialismo visualizan una campaña muy desordenada en el kirchnerismo que podría beneficiar al macrismo. “Alberto intenta ampliar pero CFK lo tira abajo cuando habla, no tienen una idea concreta”, desafían en la sede de Balcarce del PRO.
Otro elemento clave son las encuestas que tienen en el equipo de Peña, que marcan una tendencia –no una foto, sino una película en rodaje– de recuperación de la imagen presidencial. No lo suficiente aún para que María Eugenia Vidal logre la reelección en la Provincia de Buenos Aires, pero una tendencia que no se veía desde comienzos de 2018, antes de la feroz crisis económica. Los números varían, pero ilusionan a los colaboradores del Presidente. “Alberto no le sumó un voto a Cristina”, les expresó Jaime Duran Barba a los funcionarios nacionales. Esto es: el techo del kirchnerismo sigue siendo bajo para ganar en primera vuelta.
De todas formas, la volatilidad sigue siendo alta, a pesar de la polarización, y las mediciones son tomadas con pinzas, por ahora. No hay clima de campaña aún, creen en Balcarce 50.
Otros dos elementos se suman para entender el neooptimismo. Por un lado, la posibilidad que dará la campaña electoral de darles visibilidad a las obras públicas. De hecho, los primeros cuatro spots oficiales que empezarán a verse desde el lunes en los medios de comunicación aluden a distintas obras, de autopistas a cloacas pasando por el Paseo del Bajo.
Finalmente, el último componente es la estabilidad económica. La baja del dólar es su principal activo, pero también, si todo sale como quiere el Gobierno, la tendencia a la baja de la inflación permitirán que la discusión electoral no pase solo por la crisis económica sino por los binomios que intenta instalar el oficialismo: “futuro versus pasado”, “república versus autoritarismo”, “mentira versus verdad”.