COLUMNISTAS

Adónde vamos a ir a parar

Muchas cosas se escribieron allá por el siglo XIX acerca del futuro, ¿te acordás, Etelvina? Principios del XX también, todo muy espectacular, todo muy asombroso.

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Muchas cosas se escribieron allá por el siglo XIX acerca del futuro, ¿te acordás, Etelvina? Principios del XX también, todo muy espectacular, todo muy asombroso. Artefactos como protoaviones sobrevolando ciudades llenas de torres y carreteras espiraladas sostenidas en ninguna parte; aerostatos, zeppelines, globos, toda clase de objetos que volaban bajo cielos esplendentes. Quiero decir, casi todo acerca de vehículos veloces como el rayo que llevaban a la gente de acá para allá. También creación de señores y señoras artificiales y otras lindezas por el estilo. Pero lo que yo no recuerdo, Etelvina, es que se hayan descrito utopías o ucronías en las que se hablara de comunicaciones. De las señales de humo a la computadora, quiero decir. Tal vez vos te acuerdes de alguna pero si leí una o un capítulo del tema, me lo he olvidado. Tampoco leí nada o creo que no leí nada sobre medicina. A nadie parece habérsele ocurrido lo de operar a un feto en el vientre de la madre, situación que, sin duda, es altamente novelizable y la c-f podría haber usado con provecho. Ahora, Etelvina, ahora sucede, ya habrás leído los diarios, ¿no? Y se puede mantener un corazón latiendo en espera de que el que ha de nacer madure un poco más, también lo habrás leído. Bienvenido sea el progreso (que no siempre es equiparable a civilización pero qué le vamos a hacer: no se puede tener todo) si permite algunas cosas más que deseables: sostener una vida contra viento, marea y muerte cerebral, por ejemplo. Claro, habría que ver lo que dice la Iglesia, y aquí me da una especie de ataque porque en vista de las pavadas y las crueldades que ha dicho la Iglesia acerca de la vida, ya me veo venir el edicto de culpabilidad. Y ya oigo las amenazas de excomunión y condena a los fuegos del infierno. ¿Quién fue el que dijo aquello tan gracioso sobre los climas? Siempre recuerdo las citas y olvido a sus autores. Pensándolo bien, es todo un homenaje al ingenio y la inteligencia. Pero sí, Etelvina, seguro que te acordás. Mark Twain probablemente. O Bernard Shaw. Uno de esos viejos magníficamente irrespetuosos: “Yo quiero irme al Paraíso por el clima, y al Infierno por la compañía”. Y bué, si la Iglesia condena (son capaces) a quienes salvaron esas vidas, se irán al Infierno y lo pasarán sensacionalmente bien. Decime la verdad, Etelvina: ¿con quién querés alternar para el resto de la eternidad? ¿Con algún santito de morondanga que se pasa las horas eternas poniendo los ojos en blanco y musitando oraciones? ¿O con Baruch Spinoza? ¿Con alguna aburrida virgen cuidadosa y sensata o con Benvenuto Cellini? ¿Con angelitos color de rosa que revolotean cual picaflores o con Helena de Troya, Aspasia, Rosalind Franklin, Colette, Isadora Duncan, Mata Hari y Rita la Salvaje? Viva la Quinta Brigada, Etelvina: compartamos la eternidad con los locos visionarios, los rebeldes, los malos, las desobedientes, las insurrectas, las indóciles, los que sabían lo que se les venía encima y no les importaba y seguían con lo suyo. Si querés que te diga la verdad, el Señor infinitamente sabio, lo llamemos como lo llamemos, debe preferir a los descuajeringados del mate y no a los buenos insulsos.

De otra manera, el Paraíso no tiene justificación. Y no necesito decirte, Etelvina, que hace siglos que alguien nos viene mintiendo. Allá arriba no hay setenta vírgenes para cada varón ni aureolas y alitas de pollo para cada bienaventurado. Allá arriba lo que hay es una eterna felicidad de ver y oír el riesgo, la aventura del pensamiento, las ganas de mirar y descubrir, el estruendo de la mente, el atrevimiento del ingenio, del descubrimiento, del corazón lleno de entusiasmo.

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