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Julio Blanck, la última topadora periodística

Era metódico, trabajador, informado, inteligente, irónico, duro, directo, exigente. Las decenas de periodistas que pasamos por su conducción aprendimos de él.

Julio Blanck fue uno de los más grandes exponentes del periodismo gráfico en las últimas décadas.
Julio Blanck fue uno de los más grandes exponentes del periodismo gráfico en las últimas décadas. | La Izquierda Diario

Solo un tipo de cáncer tan furiosamente voraz podía matar a Julio Blanck. Es que esa topadora del periodismo era difícil de frenar, con una capacidad de organización y trabajo extraordinarios sobre todo en los momentos extraordinarios de una redacción, que es cuando los sucesos parecen sobrepasarnos.

Imponía su presencia ya desde lo físico. Era metódico, trabajador, informado, inteligente, irónico, duro, directo, exigente. Las decenas de periodistas que pasamos por su conducción aprendimos de él. Disfrutándolo y padeciéndolo, como pasa en la vida misma.

A través de Blanck se puede entender la praxis periodística de Clarín, en especial en las coberturas políticas, donde ejerció en los últimos 30 años de forma directa o simbólica el liderazgo del sector más caliente y crucial del diario.

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Ya no hay uno como él en las redacciones modernas

Muchos creímos que semejante capacidad y la identificación con la marca llevarían naturalmente a Blanck a hacerse cargo de la redacción de Clarín. Sin embargo, nunca hizo nada ex profeso para conseguirlo. Y no lo vimos llegar adonde merecía. Ya no hay uno como él en las redacciones modernas.

Nadie del ahora llamado círculo rojo y del periodismo de diario desconocía quién era Blanck. Pero se popularizó gracias a la tele (como pasa con muchos de nosotros pese a la trayectoria gráfica), junto a su socio periodístico y editorialista de Clarín, Eduardo Van der Kooy, en un programa cuyo nombre los desnuda: Código político.

Fue el último jefe que tuve en Clarín, donde nací profesionalmente. Fue al que le dije, hace 20 años, que me habían propuesto venir a PERFIL y su enojada respuesta apuró mi renuncia, en tiempos donde era inhabitual abandonar ese diario. Yo era el tercero que se le iba en pocos días.

Cuando me enteré de su enfermedad, hace unos meses, le mandé varios mensajes de aliento que agradeció. Y me animé a decirle cuánto me había dolido aquella reacción, pero el tiempo y mi propia experiencia como jefe me habían permitido entenderla. "Me alegra haber sido absuelto" –respondió–. Tarde pero seguro. Uno acierta tantas veces como se equivoca. Y, como decía Churchill, el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Chau, Julio, gran abrazo. Y gracias.

 

*Editor responsable y jefe de Redacción de PERFIL.