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El economista de la semana

El caso Vale es una luz amarilla para las inversiones

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La decisión comunicada por Vale esta semana no es una noticia cualquiera. La suspensión por tiempo indefinido del proyecto Potasio Río Colorado tiene varias aristas y efectos. Aunque en este espacio nos enfocaremos en las cuestiones relacionadas con la economía, el tema también abarca la política nacional y regional.

El análisis sobre la decisión en sí misma tiene varios componentes. Por un lado, la suspensión se enmarca en una revisión general de Vale de su estrategia de inversiones a nivel global, de la mano de una pérdida de rentabilidad en los últimos trimestres.

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Y en este marco, el proyecto en Argentina reunía varios condimentos que lo hacían candidato a ser suspendido. Aumentos en dólares de costos salariales y de insumos (por inflación doméstica por encima de la devaluación del peso), restricciones y distorsiones de todo tipo en el mercado cambiario, que incluyen trabas a las importaciones pero en especial imposibilidad de remisión de utilidades, y una presión tributaria en ascenso en todas las jurisdicciones (Nación, provincias y municipalidades) forman un cóctel muy adverso para cualquier inversión. En especial dada la situación particular de Vale.

Condimentos. Pero estos condimentos en realidad no son más que una parte de un escenario más general que es contrario a la inversión. El caso Vale no es un tema menor, ya que representaba una de las mayores inversiones externas en nuestro país en años. Con todas las consecuencias económicas que un suceso de este tipo tiene, a nivel nacional (exportaciones futuras y generación de divisas, por ejemplo), provincial (empleo, recaudación) y municipal.

Pero una cuestión clave frente al futuro es preguntarse si la decisión de Vale puede ser parte o el inicio de un proceso mayor de suspensiones de proyectos de inversión externa en nuestro país. O incluso de desinversión. En este sentido, parece conveniente separar el caso Brasil del resto de los países involucrados. Es que las decisiones de inversión de las empresas de nuestro principal socio comercial están enmarcadas en una estrategia de regionalización e internacionalización en la que Argentina juega un rol importante. Lo que las convierte en un caso con características muy particulares.

Directo. Brasil es actualmente el cuarto origen de las inversiones directas en la Argentina en cuanto a stock, detrás de España, Estados Unidos y Holanda. La característica principal de las inversiones brasileñas en Argentina es su distribución en diversos sectores industriales, con una cierta concentración en el sector automotriz y autopartes, pero luego heterogéneamente distribuidas en siderurgia, alimentos, bebidas, química, caucho, plástico, entre otros.

Una muestra de lo que puede suceder en materia de inversiones desde Brasil es el comportamiento de esta variable durante 2012. Es que el cambio de régimen tuvo su inicio el año pasado, por lo que el impacto más importante se sintió ya durante ese período. Durante 2012, la base de anuncios de inversión de abeceb.com registró un monto total de US$ 2.482 millones de empresas brasileñas, lo que revela una caída del 20% respecto del año anterior. Que, si se excluyen los anuncios de Vale, alcanza el 66%.

Dado que los flujos de inversión de las empresas brasileñas en nuestro país forman parte de una estrategia de internacionalización más general, no deberíamos esperar un cambio muy fuerte de esta estrategia. Si bien puede ocurrir que el aumento de la incertidumbre actual puede generar comportamientos puntuales como el de Vale.

Así, lo que viene en 2013 no debería ser muy diferente a lo del año pasado, y en un horizonte más largo de tiempo la situación se mantendría sin grandes cambios más allá de vaivenes puntuales al menos hasta una mejora en las condiciones.

Distinto quizás pueda ser el caso de otras inversiones externas. A diferencia del caso de las empresas brasileñas, Argentina no es un destino clave en la estrategia del resto de los países. No sólo a nivel global nuestro país ha perdido mucho terreno, sino que en la región se ha visto superado ampliamente por otras economías que en el pasado no muy lejano iban a la zaga, como Perú y Colombia, por ejemplo.

Dinamismo.
Así, quizás, en el resto de los casos sí veamos un dinamismo incluso peor. Sin que puedan descartarse procesos de desinversión, en especial en los sectores menos favorecidos por el cambio de régimen y/o en aquellos con menos potencial en materia de competitividad.

Todo esto puede tener fuertes consecuencias negativas en la economía doméstica en el corto y mediano plazo, con impacto en el empleo, el consumo y a nivel social. Así, seguiremos desperdiciando las oportunidades que nos ofrece un mundo con características muy favorables para Argentina. Oportunidades que seguirán vigentes por varios años más, aun cuando no sepamos aprovechar actualmente. Pero con el riesgo de que cuando queramos hacerlo otros ya las hayan tomado.