COLUMNISTAS
feria del libro

El lugar menos pensado

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Segato. Antropóloga que incomoda o estrella de rock del feminismo. | sergio piemonte

Nada hacia suponer que la Feria del Libro fuera a descuadrarse de los márgenes que supo delimitar durante sus 45 ediciones y que la realidad, finalmente, abandonara el papel y se corporizara en sus entrañas . El acontecimiento cultural por excelencia que supo masificarse e institucionalizarse, que atrae lectores y aspirantes, que es tradicional en su concepción pero diverso en su convocatoria, ha tratado de mantenerse en sintonía con los “cambios” que exige el “afuera” sin provocar grandes impactos. Este juego de “equilibrios” resulta cada vez más complejo en un mundo zigzagueante.

Si Mario Vargas Llosa  –principal referente intelectual del neoliberalismo hispanoparlante– protagonizó ediciones anteriores e incluso el Congreso de la Lengua, la contracara este año fue “la estrella de rock del feminismo”, “la antropóloga que incomoda” con sus dichos.  Desde un escenario que suele pertenecer al establishment de la cultura, pero que por tercer año consecutivo las mujeres le pusieron sus voces, Rita Segato, con la lucidez de siempre, denunciaba al patriarcado, invitaba a ser más libres e incitaba a la desobediencia.  

El ex ministro de Cultura,  hoy degradado a secretario, la experimentó en carne propia. Intentó hilvanar un discurso que parecía interesar a nadie. Pablo Avelluto fue el centro de un “malestar” creciente. Preso de su  ingenuidad o confiado por conocer la “industria”, no acertó un resultado predecible.

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La “hegemonía” conformada por “sensibilidades colectivas” parece correr un riesgo cierto: transformar el mal humor social en hartazgo. A la agitación inaugural de la Feria se sumó la suspensión de un clásico. El cóctel de Clarín, un evento para el mundillo intelectual, empresarial y político, en el que se reafirman “pertenencias” y miradas del mundo, sucumbió ante el temor del Grupo de ser blanco de protestas a raíz del despido de 65 periodistas.

Los números de la actividad plasman la crisis. Los géneros más buscados son política, economía, actualidad, textos que acerquen una explicación de por qué semejante retroceso. El consumo de libros, comparado con 2014, cayó un 50%: de 40 millones anuales a 20. La subida de los costos y el desmoronamiento de las ventas restringieron la variedad de  títulos en un 25%. Más de 50 librerías porteñas cerraron y 100 agonizan.    

Al gobierno de Macri, por acción y convicción, la cultura le es ajena, le teme, cuesta, no es de su interés, está lejos de sus prioridades. Tampoco entra en su dogma político: esquelético en lo conceptual y raso en el discurso. Para qué, sería la pregunta, si la mercantilización seca las ideas, las voluntades se compran, la manipulación distorsiona, las emociones votan.

Cristina decidió jugar con las herramientas que el poder cree manejar de taquito. Desafió a una troupe de espías y sabuesos poniéndolos en ridículo. Un allanamiento de horas no arrojó pistas. Sus comunicaciones son escuchadas y grabadas. Sus movimientos, registrados. Trabajó más de un año. Tuvo reuniones, se eligió el título, el papel, la tapa. Nadie se dio cuenta.

El próximo 9 de mayo la ex presidenta convertirá la Feria del Libro en un masivo acto (¿de lanzamiento?) que quedará en los manuales de la astucia política. Poco importan las críticas de algunos columnistas sobre las 594 páginas o la desesperación de quienes la aman para contar con un ejemplar en su biblioteca. Sinceramente no solo muestra su talento en golpes de efecto, en jugadas sorprendentes, sino sobre todo la habilidad de una líder para romper la “lógica” que se iba imponiendo e irrumpir con su protagonismo.

 El escenario de la Feria le permite varios guiños. A sectores de clase media que se distanciaron, se acercaron al macrismo, se decepcionaron y buscan una brújula. A quienes piensan que poder y política no pueden disociarse. Que la cultura nos define y  la educación nos construye.

Cristina volvió, se anticipó, sacudió la escena política y es best seller. Nada define la jugada final, pero la acerca.  Mientras tanto, una Casa Rosada en declive se pregunta si polarizar y demonizar haya sido una buena idea.

 

*Experta en Medios, Contenidos y Comunicación. Politóloga.