COLUMNISTAS
asuntos internos

El periodismo de hoy, y el de antes /2

Tomas150
|

Decíamos la semana pasada, en respuesta a una inquietud de Roberto Guareschi (quién es un periodista hoy, se preguntaba, apuntando a la explosión de las redes sociales y su función como generadoras de información o productoras de contenidos), que para ser un buen periodista nunca se necesitó más que lecturas, inteligencia, razonamiento, información, ética, creatividad, algo de talento, papel y lápiz. Pero no somos tan ingenuos. Faltaba algo más, claro, una parte de la ecuación: si el periodismo depende de los lectores para completar el circuito de producción y consumo de noticias, para ser periodista no sólo se necesita todo lo mencionado arriba, sino también un espacio de enunciación que permita llegar a la mayor cantidad de lectores (o, al menos, a una porción de lectores lo suficientemente influyentes como para formar opinión pública).

Un par de años atrás, Rodolfo Fogwill organizó el primer (y único) Encuentro de Crítica y Medios de Comunicación, en las catacumbas del Teatro Colón, antes de que cerrara por refacciones. Allí expusieron, entre otros, Elvio Gandolfo, Nora Catelli, Alejandra Laera, Constantino Bértolo e Ignacio Echevarría. Fue Fogwill el que puso en pie de igualdad por primer vez a críticos, editores, escritores, periodistas y bloggers. En ese encuentro, Echevarría (durante más de una década crítico literario estrella del diario El País) se mostró escéptico con respecto al poder de los blogs para intervenir en el campo cultural, un poco por su pretendido amateurismo, otro tanto por su imposibilidad de llegar a un público lector más grande que la propia comunidad blogger. A casi diez años de la aparición de los blogs se puede decir que Echevarría no estaba tan equivocado. Para confirmarlo no hay más que ver en qué se convirtieron la mayoría de esos espacios apenas notaron que podían obtener algún rédito económico: en meros difusores de contenidos auspiciados por marcas y empresas. Por el contrario, la lógica del poder de enunciación sigue vigente: los blogs más confiables y con mayor cantidad de lectores suelen ser los que o se alojan en la Web de un producto preexistente (como pueden ser los grandes diarios o revistas), o que fueron creados por periodistas o profesionales que contaban con un nombre propio desde antes. Esa realidad sigue siendo el mayor fracaso de los blogs (que prometían democratizar la información para revolucionar oficios como el periodismo) a la fecha.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite


Y si eso sucedió con los blogs, ¿por qué nos interesaría, por ejemplo, seguir la cobertura de un suceso político, deportivo o cultural por Twitter? ¿Existe algo menos ligado a la reflexión y el análisis (precisamente de lo que adolece el periodismo actual) que emisiones informativas de 140 caracteres? Hay que decirlo, buena parte de la responsabilidad de que las cosas sean así recae en los propios periodistas y dueños de medios, que por temor a envejecer se dejan arrastrar por la última ola teconológica sin pensar que la solución puede estar frente a sus narices. Internet es brevedad e inmediatez, algo parecido a lo que pasa con la radio y la TV. El periodismo escrito debiera transformarse en otro sentido. Volver a narrar historias, regresar a los textos largos, crear espacios para la difusión de ese género híbrido que, desde hace años, reclama su lugar: el periodismo narrativo, la crónica periodística.