COLUMNISTAS
OPINION | ECONOMISTA DE LA SEMANA

La Argentina, en emergencia nacional

¿Qué nos tiene que pasar para entender que estamos frente a una emergencia nacional? ¿Estaremos viendo otra película?

Casa-Rosada-Gobierno-5
Casa Rosada. | cedoc perfil

En general un estado de emergencia se establece en casos de perturbación de la paz o del orden interno de un Estado, ya sea a consecuencia de catástrofes, brotes de enfermedades contagiosas, graves circunstancias políticas o civiles que afectan e impiden la vida normal de una comunidad.

Hay quienes sostienen también que una situación de emergencia no solo es alarma o angustia, es también un llamado y una oportunidad para levantarnos, para emerger y solucionar o encauzar graves problemas.

Ahora bien, nuestro país vive hoy una verdadera tragedia plasmada en los altísimos niveles de pobreza e indigencia con un número muy importante de compatriotas que apenas cubren sus necesidades proteicas y energéticas básicas y que no disponen de cuestiones esenciales como vivienda, luz, agua potable, cloacas, etc. que hacen a la dignidad de cualquier persona. Esto sin siquiera pretender hablar de educación, salud o seguridad.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Esta grave realidad podría ser asimilable, o quizás aún más grave, a situaciones tales como las derivadas de posguerras, catástrofes de la naturaleza, epidemias, accidentes ambientales con consecuencias masivas, etc., en las cuales en general los países que las padecen se declaran en emergencia generando una extraordinaria movilización social y de recursos para el rescate de los más afectados. Miremos sino el reciente ejemplo de la tragedia de Notre Dame.

Sin embargo, en Argentina, salvo algunas acciones independientes, uno siente que es como si nada pasara. No vemos una acción enfática y coordinada por parte del Estado y la sociedad civil en pos de una mejora, siendo que en nuestro caso seguramente la cantidad de gente afectada que sufre y muere sea mayor. ¿Qué nos tiene que pasar para entender que estamos frente a una emergencia nacional?

Sin embargo, sí somos capaces de caer en la trampa de una epidemia electoralista donde todos los esfuerzos y discusiones se centran en el sinnúmero de elecciones que tendremos durante el transcurso del año en algún lugar del país, marcadas en muchos casos por la ambición personalista de lograr un cargo. ¿Estaremos viendo otra película?

Y respecto de la pelea principal centrada en la elección presidencial, vemos cómo dos grandes actores de poder, con recientes experiencias de gobierno, intentan polarizar sus visiones para llegar solos a una victoria electoral sin entender que de lograrlo existirá aproximadamente un 70% de la población que seguramente no comulgue con su forma de hacer las cosas. ¿Podrán seguir gobernando así?

En el otro escenario vemos a una porción de la población, cercana seguramente a un 40%, que mira absorta cómo se organizan los que presuntamente pretenden representarlos, con visiones encontradas principalmente desde lo metodológico.

La mayoría pretende dirimir la elección de quien conduzca ese espacio acudiendo a contiendas internas y sin intentar lograr que sea por acuerdos y consensos, aun siendo que muchos de esos promotores no hacen lo mismo en sus provincias. Pregonan querer ejercer un gobierno justamente de acuerdos y consensos ante una sociedad fragmentada, pero no usan la misma lógica para estructurar su oferta electoral. ¿Realmente creerán que ese expectante 40% los apoyará para lograr un necesario gobierno de unidad nacional y de consensos siendo que ni en esta etapa preelectoral pueden ponerse de acuerdo sobre ideas y programas y menos sobre quién es el más indicado para ejecutarlas?

Si ante la tragedia nacional que vive nuestro país la única respuesta de la clase política es la discusión mediática acerca de realizar o no las PASO o si se logra agrandar la grieta a fin de polarizar más la futura elección, nuestro destino seguramente será el de empeorar aún más nuestra triste y avergonzante situación social.

A nuestra clase dirigente toda, llegó la hora de lograr más consensos y menos disensos, y principalmente abandonar la mezquindad y acudir a la generosidad. Solo de esta forma podremos salir de esta emergencia nacional que todos vemos pero poco hacemos.

 

* Presidente de FIDESnet.