COLUMNISTAS
reescrituras

Me acuerdo

Ayer en LibrosRef, una de las librerías más hermosas del mundo, di con un libro de George Perec que no sabía que estaba publicado en español.

Imagen Default de Perfil
Portal Perfil.com | Perfil.com

Ayer en LibrosRef, una de las librerías más hermosas del mundo, di con un libro de George Perec que no sabía que estaba publicado en español. Se llama Me acuerdo, y el escritor experimental francés (para llamarlo de alguna manera, creo que escribió una novela sin usar la letra “e”) escribe un libro con 480 anotaciones que siempre comienzan con las palabras que dan título al libro.

Perec mezcla recuerdos de infancia y de juventud y hace un repaso microproustiano por los recovecos de la memoria colectiva de toda una generación.

Uno se siente inmediatamente tentado de usar el artificio y pasarlo a su propia experiencia personal. Hagámoslo:

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Me acuerdo de las marquillas de cigarrillos que juntaba en la calle con mis amigos. Me acuerdo de José Ignacio Rucci sosteniendo el paraguas para que no se mojara Perón. Me acuerdo de Yolanka, un luchador de Martín Karadagian, que también era una marca de yogurt. Me acuerdo del cine Luxor de la calle Lavalle, donde por primera vez vi Manhattan, de Woody Allen. Me acuerdo de las tres hermanas hermosas de Petete, mi amigo del barrio. Me acuerdo de Patricia Alejandra Franco inclinándose en el bebedero para tomar agua en el patio de la escuela. Me acuerdo de que ese día me di cuenta de que me gustaban las mujeres. Me acuerdo de Pipo Mancera saliendo de un baúl, esposado, de las profundidades del Riachuelo. Me acuerdo de la Gran Aventura. Me acuerdo de Alberto Olmedo, triste, tomando un trago en el living de mi casa. Me acuerdo de que la semana pasada me enteré de que murió Dennis Johnson, un grandísimo escritor estadounidense. Me acuerdo de cuando Francisco Melgar me recomendó Hijo de Jesús, de Dennis Johnson, y de cuando lo conseguí en el Parque Rivadavia. Me acuerdo de que me maravilló la traducción de Rodrigo Fresán de Hijo de Jesús y de que pensé que Fresán, traduciendo, era un verdadero poeta.