COLUMNISTAS
Defensor de los lectores

Para separar la paja del trigo

HOY COMO AYER. Del Neolítico a Facebook, igual tarea.
HOY COMO AYER. Del Neolítico a Facebook, igual tarea. | Cedoc

Poco menos de nueve mil años atrás, los humanos primitivos descubrieron que una planta cargada de granos comestibles podía ampliar una dieta preferentemente carnívora, cazadora y pescadora. Casi naturalmente, lograron técnicas de cultivo y procesamiento que hicieron del grano una sustancia blanca, fina, un polvo nutricio al que el tiempo bautizaría como harina. Harina de trigo, en fin. El molino era impensable, pero las técnicas mejoraron, y más aún cuando aquellos pioneros lograron un avance notable: los granos y la paja de la planta quedaban mezclados hasta que el viento los divorció: se llevaba la paja y dejaba el trigo limpio para ser harina.

Separar lo importante de lo superfluo fue, entonces, un hallazgo y también un enorme avance en la civilización. Hoy, separar paja de trigo también es un desafío difícil, por momentos imposible, al menos en la metáfora y la práctica comunicacional: lo verdadero y lo falso, lo importante y lo innecesario van caminando a la par, y transitar el sendero de la verdad es un arduo trabajo cotidiano. Más, cuando las redes sociales –ese monstruo creciente que amenaza con devorar cuanta certeza se le cruce por el camino– están habitadas por personajes más o menos reales que las emplean como cotos de caza para capturar incautos.

En esta última semana, esto se vio con mayor intensidad en las redes y también en buena parte de la prensa ocupada –razonablemente– en transmitir los avatares de la desaparición y búsqueda del submarino ARA San Juan, presuntamente hundido en algún lugar del Atlántico Sur. Mezcladas con certezas, las especulaciones, afirmaciones y acusaciones a uno y otro margen de la famosa grieta nacional fueron consumidas como verdades y retransmitidas una y otra vez, hasta el hartazgo. El mal que se está haciendo a la ciudadanía es creciente, casi brutal, y se lo perpetra livianamente, sin culpa alguna.

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Este ombudsman quiere, con esta introducción, advertir a los lectores de PERFIL que profundicen su práctica de separar la paja del trigo (algo que la redacción ha hecho con eficiencia, debo destacar), porque todo parece indicar que estamos volviendo a 8.700 años atrás. Tortugas en fuga. En la edición de ayer, PERFIL incurrió en errores, omisiones y otros males que afectaron el buen ejercicio de la edición y la redacción periodísticas. A saber:

Es probable que algunos lectores compartan con este ombudsman su perplejidad al leer el título adjudicado por Jorge Fontevecchia a su editorial de la contratapa. No resultó muy afortunado y menos fácilmente comprensible: “El submarino, Maldonado, la ‘Psicopolítica’ de Byung-Chul Han y la historicidad” (http://www. perfil.com/columnistas/ el-submarino-maldonadola-psicopolitica-de-byungchul-han-y-la-historicidad. phtml). A veces, intentar que en un título quepan todos los conceptos de un artículo es una misión casi imposible. A juicio de este Defensor de los Lectores, éste es uno de esos casos.

En el primer párrafo de la nota de página 4, bajo el título “Las hipótesis más firmes apuntan al desperfecto en las baterías de la nave”, su autor incurrió en un error al rebautizar como “Esfuerzo de Búsqueda y Rescate” la denominación del capítulo argentino del SAR (Search and Rescue, en su sigla original). En verdad, el nombre correcto es Servicio de Búsqueda y Rescate, organismo de la Marina que funciona en un edificio contiguo al Comando de Adiestramiento y Alistamiento, Puerto Belgrano. Su misión es recibir, confirmar y retransmitir pedidos de socorro (civil y militar) en un área marítima de casi 15 millones de kilómetros cuadrados, con tres centros de coordinación en Puerto Belgrano, Buenos Aires y Ushuaia.

En la página 8 se observan algunas omisiones en la infografía que ilustra la nota principal (“Con más de 30 años, el submarino era de lo más avanzado de la Armada”). El sector destinado a identificar los medios aéreos de que dispone la Marina incluye los aviones Beeechkraft B-200M y Grumman S-27 y los helicópteros Eurocopter AS-555-SN. Aunque no todos están operativos, aún pueden volar también un avion P-3 Orion (en bajas condiciones), los cazabombarderos Super Etendard (son once, pero sirven cuatro o cinco y están parados para renovar tecnología) y los helicópteros Sea King (dos de cinco). En el texto, se afirma además (en un recuadro) que la Fuerza Aérea no tiene “un solo avión de ataque a propulsión moderno en funcionamiento”. Si se refiere a propulsión a reacción, funcionan 12 de 26 A4-AR Skyhawk. La Armada no da cuenta de los aparatos fuera de servicio, aunque sí su página oficial en internet.

Es de suponer que la distribución de los materiales vinculados al submarino con la premura del cierre constituyó un difícil desafío para los editores. Tal vez por ello ha sido poco feliz el transferir a la sección Sociedad (páginas 44 y 45) tres de los artículos, uno de ellos de gran importancia (la llegada del “superavión” ruso). Hubiese sido óptimo que integraran el conjunto de la cobertura en la sección Política.