COLUMNISTAS
la ley de la calle y las encuestas

Pasar el invierno, consumiendo

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El problema de los aprendizajes es que no siempre los ensayos y errores terminan bien. Hay intentos que fracasan, aunque la épica del sacrificio sea emotiva. Es el caso del último marcha atrás del Gobierno, que repone planes como el Ahora 12 y busca que vuelvan las cuotas sin interés para reactivar el consumo. Quedará para más adelante el dogma de que el nuevo país crecerá de la mano de la inversión y no del recalentamiento del mercado.

Para desmontar la farsa de precios enturbiados por cuotas que encubrían costos financieros, el muy cuestionado Ministerio de la Producción lanzó Precios Transparentes. Esperaba que el sinceramiento diera como resultado una baja de los precios.

Maduraban unos brotes verdes, y volvía a mirarse el futuro con optimismo. Era fines de 2016. Cambiemos echaba al ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, sin derramamiento de sangre, también a Isela Costantini de Aerolíneas y a Carlos Melconian del Banco Nación.

Hacía poco habían entrado en vigor los últimos acuerdos paritarios y aumentaba la demanda de cemento. El campo demandaba (aún lo hace) pick-ups y cosechadoras como nunca. El presente sonreía encaminado hacia octubre y era el momento del golpe de gracia al sistema kirchnerista de entronización del consumo. Pero el Gobierno tropezó con la vida, la especulación y la dura ley de la calle: explicitados los costos financieros, la gente se alejó del financiamiento pero también de la compra de bienes durables, y de muchos no durables. Fue un aserto teórico, pero una pifia política.

La mayor alarma vino con las encuestas. Un relevamiento de la semana pasada de Kantar-TNS explica el “recalculando” del Gobierno, y por qué se apura a hacerlo ya. El índice general de expectativas de Kantar revela –como otras consultoras– una caída de la confianza de los consumidores, hacia Macri y el rumbo económico. La consultora detectó que la intención de compra de bienes durables fue “lo que aparece con el mayor impacto negativo en este período (febrero), con una caída similar a la ocurrida en febrero de 2014”. Es decir, en el período de comparación de todas las políticas económicas de Cambiemos: la devaluación del peso de Kicillof, de enero de 2014, respecto de las cuales el Gobierno sacaba pecho airoso.

Para Kantar, las políticas de saneamiento de los precios fueron un tiro al corazón de la base electoral que le es menos proclive a acompañar a Cambiemos: “La implementación del contado a valor real/cuotas con costo financiero puede ser una causal para la retracción de la planificación de compra de los sectores más críticos, los residentes en el GBA, los niveles medio-bajos, así como los extremos de edades (18 a 24 años y mayores de 65)”, explicó la consultora de consumo.

Pero no todo es culpa de la inexperiencia del PRO. Empresarios alimentarios no salen del asombro al ver los cambios en las conductas de los consumidores frente a la crisis, donde la carne dejó de reemplazarse por fideos, como es tradición. Nuevos cambios de hábito están horadando la rentabilidad de muchos industriales.
Tampoco tuvieron en cuenta los estrategas comerciales de Producción el grado de endeudamiento de las familias, que las aleja de consumos más allá de una cuota posible, si es que acaso pudieran sumarla al presupuesto familiar.

Con el retorno de las cuotas, y la inyección de fondos a la construcción y vía créditos hipotecarios de los bancos oficiales, buscarán que vuelva el optimismo. Que, aventura ahora el Gobierno, podría llegar en unos seis meses. Alguien parafrasearía al padre de los liberales, Alvaro Alsogaray, cuando durante el gobierno desarrollista de Frondizi, y en un discurso que convocaba a la austeridad, proclamó: “Hay que pasar el invierno”. Ahora, sin inversiones, pero consumiendo.