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Puntos de inflexión

Los días se acortan y faltan veinte para el equinoccio que dará comienzo al otoño y el acortamiento de los intervalos de luz se hará cada vez más sensible, dejando la impresión de que el tiempo corre más rápido que lo debido, como si el tiempo adeudara o debiera algo.

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Los días se acortan y faltan veinte para el equinoccio que dará comienzo al otoño y el acortamiento de los intervalos de luz se hará cada vez más sensible, dejando la impresión de que el tiempo corre más rápido que lo debido, como si el tiempo adeudara o debiera algo. Unificadas o no, las inminentes elecciones de 2009 plebiscitan la gestión K de una manera que ni el matrimonio presidencial alcanza a percibir. Tanta tensión, tantos vuelos, tanto jet lag y tantas exigencias venidas de tantos lados estorban la percepción y neutralizan la poca ecuanimidad que es dada a los humanos y particularmente a los humanos justicialistas.
Recordemos que el Gran Modelo consistía en una división del trabajo matrimonial en el que la mujer se ocuparía del Estado y el consorte del Movimiento, apuntando ambas misiones hacia un recambio en 2011. Hoy, con menos certezas que en diciembre de 2007, la pareja sigue impulsada por esa inercia, pensando mucho en 2011 y rogando que les sea benigno.
Es verdad que en el camino se interpusieron el fiasco de las retenciones y la imponderable crisis financiera mundial. Pero bien pudieron haber sido otras eventualidades –secesión de alguna provincia esquilmada, explosión inflacionaria o cualquier otra cosa– y la escena sería la misma. Mucho antes del sorpresivo crack yanqui, y aun antes del alzamiento sojero, basándose apenas en sus fuentes secretas y en el horóscopo chino, el esotérico Jorge Asís anunció que 2008 sería el año de la “implosión” del modelo K, y, en los tiempos en que la Presi elogiaba a Puerto Madero como un antecedente luminoso de lo que prometía ser su tren bala, yo lamentaba que sobre reservas de más de cuarenta mil millones de dólares tuviéramos sentada gente incapaz de imaginar qué hacer con ellos.
No creo que ser serpiente de agua, como se atribuye a la Presidenta, o búfalo de tierra, según se imputa al corriente año, modifique los destinos de la gente o de las naciones. En cambio veo la fuga de “cerebros” de la constelación K como una prueba y a la vez como un desencadenante de la implosión anunciada. Ahora sólo falta una encuesta que confirme el peor pronóstico electoral para que la implosión se convierta en desbande. Ya aparecerá alguna.
Mientras tanto, no hay nada para celebrar: la llamada “foto de la esperanza” con el trío De Narváez-Macri-Solá hiela la sangre de cualquiera al extremo de que hasta la evidencia de la mano negra de Duhalde detrás de la cámara se vuelve tranquilizadora.