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UN PAIS EN SERIO

‘Te rompo el Bicentenario’

En medio de los festejos de la Independencia, la disyuntiva es Máximo o Caruso Lombardi. La doble escarapela del patriotismo en estéreo.

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Entro en mi oficina impecable, de traje flamante, zapatos nuevos, limpio, perfumado y con dos escarapelas en la solapa. Me espera Carla, mi asesora de imagen, sentada en mi escritorio, mirando su iPad. Como siempre, está elegante, radiante, pero sin ninguna escarapela.

—¿Qué hacés que no tenés escarapela? –pregunto, algo enojado–. Dijimos que íbamos a ir a los festejos del Bicentenario.
—Vamos a ir, sí, pero sabés que me parece ridículo lo de ponerse escarapela. Hay mucha gente que usa escarapela y después no respeta una fila o no le da el asiento a una embarazada en el colectivo.
—Sienten que la escarapela les da impunidad, ¿no?
—Claro, una impunidad patriótica.
—Bueno, pero esta vez la cosa es distinta –explico–. Porque no era una escarapela, sino dos escarapelas. Es la Patria en estéreo.
—¡Peor! –exclama Carla–. Con una escarapela me siento una patriotera culposa. Con dos escarapelas me siento una chica de tapa de Hombre.
—No está mal.
—Es más, podríamos escribir una obra que se llame Te rompo el Bicentenario. El afiche sería un par de tetas con una escarapela en cada pezón. La hacemos y este verano la rompemos en Villa Carlos Paz.
—¿Vos decís? –pregunto.
—¡Por supuesto! –se entusiasma Carla–. Esperá que ya mismo le digo a Cora que gestione unos auspicios.
Carla llama a Cora, que está en otra oficina. Cora es la encargada de relaciones institucionales de la productora. Cora entra en mi oficina. Le cuento la idea sobre Te rompo el Bicentenario.
—Necesitamos que consigas sponsors –digo.
—Puedo hablar con gente de Cultura de Nación y de las provincias –dice Cora–. Es obvio que todo lo que tiene que ver con el Bicentenario tiene interés cultural.
Le digo a Cora que gestione eso. Cora se va.
—Listo, ahora a esperar y a preparar todo para el verano –dice Carla, y no sé si habla en serio o me está cargando.
—Pará, todavía me falta escribir mi columna política para Perfil.
—No hace falta. Si lográs producir Te rompo el Bicentenario, no vas a tener que escribir más esas boludeces que hacés para el diario. Porque te vas a llenar de guita haciendo otras boludeces.
—Pero necesito seguir manteniendo mi perfil de periodista serio...
—Tu futuro como periodista serio es menos auspicioso que el futuro que tiene el kirchnerismo como fuerza política.
—Eso no es bueno, ¿no? –pregunto.
—Y, no sé, fijate –responde Carla–: acá el periodista serio sos vos.
—Pensar que antes Cristina decía que la querían matar las corporaciones, el Pentágono y la CIA. Ahora, en cambio, dice que la quiere matar Stolbizer.
—Que es como pasar de Estado Islámico a Juan Carr.
—¡Pobre Cristina! –me lamento–. Ya no le queda ni un Rucci que le sostenga el paraguas cuando vuelve a Buenos Aires con lluvia.
—Pensar que antes Perón hablaba mientras lo filmaba Pino Solanas en Puerta de Hierro. Hoy Cristina habla con Roberto Navarro, pero por teléfono, como si estuviera en la clandestinidad.
—El problema del kirchnerismo es que si no está Cristina, no hay conducción.
—Cristina debería dar un paso al costado y dejar a Máximo en la conducción.
—¿Vos decís que a Máximo le da para conducir el kirchnerismo? –pregunto asombrado.
—Y, si suena Caruso Lombardi como técnico de la Selección, ¿por qué no? –pregunta Carla.
—¿Por qué seguimos hablando del kirchnerismo?
—Un poco porque gobernaron durante 12 años y parece que se habrían quedado con algún vuelto. Y otro poco porque nos comemos el amague del Gobierno, que quiere que hablemos de eso para no tener que hablar de tarifazos, de beneficios a las empresas a las que representan sus funcionarios-Ceos, y otros detalles por el estilo.
—Hablando de eso, ¿Aranguren sigue siendo ministro?
—¡Por supuesto! –exclama Carla–. Lo tienen para que lo puteen a él y no a Macri.
—Ah, o sea que para el Gobierno Aranguren vendría a ser algo así como el kirchnerismo…
—¡Exacto!
—Ahora, si hay que tener siempre uno más feo como ministro, no entiendo por qué renunció Lopérfido.
—Es que todo tiene un límite –explica Carla–. Pero vas a ver que cuando Aranguren diga “el recorte no fue de 30 mil voltios sino de 6.500”, ahí sí se pudre todo.
—Igual hay una cosa que me molesta más que los tarifazos, y es el tarifazo con cortes de luz. Acá en la productora, durante la tormenta se cortó la luz durante tres días.
—Me parece que te estás yendo al carajo con las críticas. En primer lugar, no se dice “tarifazo”: se dice “sinceramiento tarifario”. Y en segundo lugar, no se dice “corte de luz”: se dice “reordenamiento de la energía eléctrica”.
—¿Es que no hay nadie que ponga un poco de sensatez? –pregunto, algo cansado.
—Por supuesto –responde Carla–. Está el diputado Julián Dindart, por ejemplo.
—¿Quién? –pregunto.
—Dindart. Uno que ahora es diputado, pero cuando era ministro de Salud de Corrientes dijo que las mujeres pobres se embarazan para cobrar un plan social.
—Ojo que quizás ahora las mujeres pobres se embaracen para que les paguen la factura de luz y gas.
—No, pará, el Estado no tiene tantos recursos como para hacerse cargo de eso.
Entra Cora de nuevo.
—Hablé con la gente de Cultura –avisa–. Me dijeron que no van a poner un peso para Te rompo el Bicentenario, que quieren austeridad para diferenciarse del kirchnerismo.
—¿Te dieron cifras? –pregunto.
—Sí –responde Cora.
—¿Y cuánto gastó el kirchnerismo exactamente?
—Mucho.
—¿Y el macrismo?
—Poco.
—No me parecen cifras muy precisas –dice Carla.
—Además, dicen que lo importante es que fue una celebración plural, donde no convocaron a los artistas más vinculados al macrismo –continúa Cora.
—¿Estás segura?
—Por supuesto –dice Cora–. Fijate que el Mago Sin Dientes no actuó en ningún escenario del país.
—¡Así nunca vamos a cerrar la grieta! –me quejo.
—Y lo que es peor: así nunca vas a poder presentar Te rompo el Bicentenario en Carlos Paz –agrega Carla.
—¿Qué voy a hacer, entonces?
—Tranquilo –concluye Carla–. Si no sale Te rompo el Bicentenario, tal vez puedas hacer Te abro la grieta. Total, mientras siga siendo un buen curro, hay grieta para rato.