COLUMNISTAS
Simeone y los tres en el fondo

Un amistoso, estúpido

Esta historia del 3-3-3-1 o 3-3-1-3 que tiró Diego Simeone sobre la mesa nos devolvió a la discusión futbolera. Por fin dejamos a un lado los pases escuálidos del mercado argentino, los pases de jugadores presentados como extraordinarios a plazas de segunda como Grecia y México, el delictivo aumento de las entradas populares, las generosas vacaciones de Basile, a Pinhas Zahavi, a Aguilar, a Pompilio, a Israel y a Grondona.

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Esta historia del 3-3-3-1 o 3-3-1-3 que tiró Diego Simeone sobre la mesa nos devolvió a la discusión futbolera. Por fin dejamos a un lado los pases escuálidos del mercado argentino, los pases de jugadores presentados como extraordinarios a plazas de segunda como Grecia y México, el delictivo aumento de las entradas populares, las generosas vacaciones de Basile, a Pinhas Zahavi, a Aguilar, a Pompilio, a Israel y a Grondona.
Está buena esta discusión que instaló el Cholo, porque nos obliga a saber. Y a conocer. Uno puede leer que “Simeone está empecinado con su línea de tres, preso de un dibujo que deja afuera a Ferrari y a Falcao”. Pero el que jugó contra Boca, vale decirlo, ¡fue el primer partido en el que Simeone probó un equipo que ni siquiera se sabe si será el titular! ¡Y era un amistoso! Contra Boca, a cancha llena, pero amistoso al fin, que es cuando hay que probar. Ferrari y Falcao –las “grandes ausencias” del clásico– estuvieron contra San Lorenzo un par de días más tarde y no hubo cambios sustanciales. Por alguna extraña razón, siempre se cree que los que no juegan son mejores que los que juegan.
Riquelme, en cambio, fue criterioso. Sostuvo hace un par de días que River arrancó bien, entusiasmado por el nuevo sistema. “Pero Boca llegó al gol por una pelota parada y cambió la historia. Nosotros jugamos de esta manera (4-3-1-2) hace mucho tiempo porque nos da resultado. No queremos que Palermo salga del área ni que Palacio deje la punta izquierda”. Tiene razón. En lo del entusiasmo inicial de River en el clásico y en que Boca juega y obtiene éxitos hace muchos años con este sistema. Pero para el dibujo que emplea Boca, Riquelme es imprescindible. Porque Román es un último ejemplar de un puesto en extinción, el del enlace.
Lo que está claro es que todo sirve. Por si hace falta recordarlo, Argentina arrasó en México ‘86 con tres defensores centrales: Ruggeri, Brown y Cuciuffo. Y ganamos el Mundial ‘78 con el 4-3-3. Brasil fue campeón del Mundo en el 70 con un fútbol vistoso y profundo. Y aunque salió segundo, Holanda le subió la velocidad al fútbol en Alemania ‘74 (ya lo había hecho Ajax, también con Rinus Michels, en 1972) y partió en dos la historia de este juego.
En el fútbol vernáculo, ganaron títulos y marcaron rumbos La Máquina de River en los 40, el Independiente de fines de los 30 y también el invulnerable Boca de los campeonatos de 1962, ‘64 y ‘65. Ese Boca contemporáneo de los Beatles mostraba un estilo que se daba de frente con aquellos River o Independiente. Más acá en el tiempo, el Ferro de Griguol anticipó en los 80 lo que iba a ser el fútbol en los 90 y 2000: laterales veloces lanzados al ataque y disciplina de los volantes para recuperar. Fue muy castigado por eso, decían que era aburrido. “Estamos aburridos de ganar”, retrucaban los hinchas del cuadro de Caballito. Una tarde, en la cancha de Huracán, el árbitro Juan Carlos Demaro paró el juego y dio tiro libre contra Ferro, porque los defensores y los volantes se pasaban la pelota y no la revoleaban hacia adelante. La ignorancia de Demaro estaba alimentada por una prensa que no sabía bien de qué se trataba, pero se oponía.
Ahora pasa lo mismo. A Simeone se le ocurrió probar con un sistema que ya había utilizado en Estudiantes y, como perdió, lo matan y lo tratan de caprichoso en el primer amistoso. En cualquier momento, un árbitro le da un tiro libre en contra por utilizar defensa de tres.
No sé cómo le irá en River, no soy adivino. Pero hay que esperar. Cuando salió campeón con Estudiantes en el Apertura 2006, el Cholo era una mezcla de Bielsa, Bianchi, Menotti y Bilardo. Y también jugaba con tres en el fondo.
En River, el menú es más variado. Puede probar con Gerlo cubriendo el lateral derecho (lo hizo unas cien veces en Quilmes) o con Ferrari. Del otro lado, piensa en Tuzzio (que también ocupó ese sector en San Lorenzo) y en Villagra. Contra Boca, el sábado pasado, escogió once y los puso, con Ortega de conductor, Rosales de un lado y Alexis Sánchez del otro. Tuvo situaciones, tomó la iniciativa del partido en los primeros 20 minutos, hizo un pressing que tuvo como abanderado a Ponzio (implacable celador de Riquelme) y recibió un gol de pelota quieta cuando nadie lo esperaba. Después se cayó y mostró fallas que debe corregir. Boca volvió a someterlo con una pelota detenida e hizo un flojísimo segundo tiempo. Pero es muy imprudente bajar juicios definitivos por un amistoso de pretemporada.
Tampoco sé cómo le irá a River esta noche, obviamente. Queda claro que Simeone también entiende el ataque de River con Ortega, Falcao y Abreu juntos. O Alexis Sánchez y Rosales. Tiene a Augusto Fernández, a Ponzio, trajo a Archubi, está por llegar Sebastián Leto... Hay material como para probar y hacer un equipo estupendo.
Tenemos que esperar. En todos los casos que nombramos de equipos campeones o de formaciones que dejaron huella, hubo un trabajo a largo plazo. Los campeonatos cortos de la Argentina terminaron con los grandes campeones porque son equipos de tres meses. El Boca de Bianchi, el River del Pelado Díaz y el Vélez campeón de todo trascendieron porque ganaron mucho, pero sobre todo porque se prolongaron en el tiempo.
Al Cholo Simeone podrá irle bien, mal o regular. Recién comienza su camino. Condenar su sistema o su idea por un partido veraniego no sólo está mal: es, lisa y llanamente, una estupidez.