INTERNACIONAL
MUERTE EN EKATERIMBURGO

A 100 años de su ejecución, confirman autenticidad de los huesos del último Zar de Rusia

El 17 de julio de 1918 Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cinco hijos fueron ejecutados por los bolcheviques. El Comité de Investigaciones ruso trabajó durante 13 años para reconocerlos.

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El zar Nicolás, la zarina Alejandra y sus cinco hijos. | AP

Justo cuando se cumplen 100 años de la muerte del zar Nicolás II el Comité de Investigaciones de Rusia confirmó la autenticidad de los restos mortales de la familia imperial. El último zar ruso fue ejectado dieciséis meses después de su abdicación, el 17 de julio de 1918, en Ekaterimburgo, lo que significó el final trágico para la dinastía Romanov, que había gobernado de forma autócrata durante 315 años. Sus restos están sepultados en San Petersburgo.

"Tras la realización de un análisis genético a los restos exhumados se pudo confirmar definitivamente que los huesos pertenecen a la familia del zar", informó la portavoz de la autoridad con sede en Mocú, Svetlana Petrenko.  "En estos momentos, gracias a una serie de pruebas complejas genético-moleculares, se confirmó la autenticidad de los restos hallados del exemperador Nicolás II, los miembros de su familia y personas allegadas", declaró.

Petrenko destacó que la investigación del asesinato de los miembros de la familia imperial en 1918 continúa, pero según los estudios, siete de los 11 restos hallados corresponden al núcleo familiar: el zar Nicolás, su esposa la zarina Alejandra, sus cuatro hijas -las grandes duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia- y su hijo menor, el zarévich Alexis. Según Petrenko, los resultados de la comparación de los perfiles de restos óseos y muestras de descendientes de la dinastía zarista confirman, tanto por vía paterna como materna, que los restos pertenecen a Nicolás II y sus familiares.

Nicolás II y Alejandra fueron coronados en agosto de 1896.

Además, en base a las pruebas para establecer el parentesco biológico entre el emperador Alejandro III (exhumado el año pasado en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo) y los restos atribuidos a Nicolás II, se estableció que tenían una relación de parentesco padre-hijo. "Tras el fin del trabajo de dos comisiones médicas (antropológicas) y peritaje jurídico histórico y de archivos, se tomará una decisión final sobre la causa penal", agregó Petrenko, quien además indicó que importantes científicos participaron en este proceso de peritaje.

La autoridad responsable en Moscú retomó en 2015 las investigaciones de la muerte de la familia gobernante en la noche del 17 de julio de 1918 después de que la Iglesia ortodoxa rusa expresara sus dudas sobre si algunos de los restos encontrados realmente pertenecían a la familia. Los huesos de dos personas fueron encontrados en 2007 en un bosque de abedules en el distrito federal del Ural. Entonces los forenses los atribuyeron sin ninguna duda al heredero del trono Alexei y su hermana María.

Nicolás II fue el último zar de una dinastía que gobernaba desde 1603. (Gentileza RBTH)

"Para establecer todas las circunstancias de la muerte y sepelio de los miembros de la familia del zar, solucionar las discusiones generadas en relación a la identificación del grupo de personas halladas cerca de Ekaterimburgo, la investigación volvió a estudiar todos los aspectos de importancia para el caso y se llevó a cabo un conjunto de acciones de instrucción e investigaciones de expertos", concluyó la portavoz. Para ello, los expertos estudian y sistematizan alrededor de 2.000 fuentes documentales, incluyendo las halladas durante los últimos dos años en archivos y museos extranjeros y que todavía no habían sido investigadas.

Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cinco hijos fueron ejecutados por los bolcheviques, a pesar de que el monarca ya había abdicado al trono en marzo de 1917 y los revolucionarios ya estaban en el Kremlin. Su abdicación había sido motivada por las dificultades de abastecimiento, un frío especialmente duro y las sucesivas derrotas del ejército imperial en la Primera Guerra Mundial, que motivaron manifestaciones en la capital, San Petersburgo. Los obreros en huelga se unieron a los manifestantes.

La casa Ipatiev, en Ekaterimburgo, donde los Romanov pasaron sus últimos días como prisioneros. (Gentileza RBTH)

Nicolás II desplegó a las tropas de las guarniciones de la ciudad. Pero una parte de los soldados se amotinaron. Las manifestaciones se transformaron en disturbios y obligaron al impopular zar a abdicar. Se sucedieron varios gobiernos provisionales hasta que los bolcheviques, liderados por Lenin, se hicieron con el poder en octubre. El zar intentó exiliarse en el Reino Unido, donde reinaba su primo el rey Jorge V. Pero los Romanov se vieron encerrados rápidamente en el Palacio de Alejandro, después fueron trasladados a Siberia y finalmente a Ekaterimburgo, en los Urales, a miles de kilómetros del poder central.

Alarmados por el acercamiento del Ejército Blanco a Ekaterimburgo, los responsables bolcheviques locales decidieron librarse de los Romanov. En la madrugada del 17 de julio de 1918, el comisario de policía Yakov Yurovski hizo que la familia imperial y sus trabajadores domésticos bajaran al sótano y les leyó una orden de ejecución.  "Nicolás se giró, estupefacto, e intentó hacer una pregunta. Yurovski repitió su declaración y después, sin dudar, gritó: '¡Fuego!'", cuenta el historiador británico Robert Service en "The Last of the Tsars" (2017).

El sótano de la casa de Ipatiev después de la ejecución de la familia Romanov. (Gentileza RBTH)

El zar Nicolás II, de 50 años, su mujer Alejandra, de origen alemán y sus cinco hijos de entre 10 y 20 años fueron abatidos, al igual que los sirvientes, la dama de honor, el cocinero y el médico de la familia. "Las primeras balas no mataron a los más jóvenes, que fueron rematados a quemarropa", relató la Iglesia Ortodoxa rusa, que canonizó al conjunto de la familia, reconocida mártir el año 2000.  Los cuerpos fueron lanzados rápidamente en una fosa común en los alrededores de Ekaterimburgo.

Los restos de Nicolás, su mujer y tres de sus hijas, Anastasia, Olga y Tatiana, los encontraron unos historiadores aficionados en 1979, pero el descubrimiento no se hizo público hasta 1991, cuando la Unión Soviética estaba saltando por los aires. Hubo que esperar hasta 1998 para que el gobierno ruso identificara oficialmente las osamentas. El 17 de julio de 1998, los restos fueron inhumados en la cripta de la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo. Esta ejecución constituye "una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia", dijo entonces el presidente ruso Boris Yeltsin.

Los supuestos cráneos de los miembros de la familia de Niсolás II hallados en 1979 (Gentileza RBTH)