OPINIóN
Aplicación peligrosa

FaceApp, la nueva forma de obtener nuestros datos

Sus usuarios proveen información privada, propia y de terceros, en forma fluida y desinteresada, a su desarrollador.

Cibercrimen
Muchas contribuciones vienen de Servicios de Inteligencia que pagan, en forma generosa, por obtener la información de nuestros parámetros biométricos. | Imagen de Free-Photos en Pixabay.

Existen necesidades casi básicas que buscamos en nuestro smartphone. Obviamente la más conocida es la de la comunicación, aunque no me refiero desde el punto de vista de lo obvio, los llamados, mensajes, correos electrónicos y transferencia de archivos. La necesidad de comunicación a la que me refiero, es a la socialización con otras personas, ese contacto que nos brindan las redes sociales como Facebook y los servicios de mensajería instantánea como Whatsapp.

Otra de las necesidades es la lúdica, no todas las personas juegan con su celular, (al menos en forma consciente), algunas aplicaciones como Snapchat nos brindan distracción, compartiendo con nuestros amigos fotos, que ya por repetidas no divierten tanto a mucha gente.

Y podríamos hablar de dos necesidades más, que podemos tratar de satisfacer con nuestro fiel aliado celular: una es el culto a nuestra imagen y otra es saber cómo será nuestro futuro, o cómo seríamos si fuéramos diferentes. Y para todo esto FaceApp nos viene como anillo al dedo.

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FaceApp: cómo funciona la aplicación del momento y cuán peligrosa puede ser

Debo reconocer que esta App me presenta varios misterios: en primer lugar, porqué si su creador es el Ingeniero ruso Yaroslav Goncharov, y sus oficinas se encuentran en la ciudad rusa de San Petesburgo (lo que nos permite inferir dónde irá a parar nuestra información), su empresa Wireless Lab tiene por sede formal en la pequeña ciudad de Wilmington, en el paraíso offshore de los Estados Unidos, es decir en el Estado de Delaware.

Otro misterio es, porqué si la aplicación tiene ya un par de años (2017), resulta que en julio de 2019, e increíblemente en forma simultánea, un grupo de Influencers, tales como los españoles Kajal y AuronPlay, la llevaron al tope de las descargas y de las tendencias en las Redes Sociales, con hashtags tales como #faceapp y #faceappchallenge. ¿Habrá sido una maravillosa sincronicidad? ¿O tal vez la percepción de un estímulo, de esos que el mito urbano de los Influencers, dice que reciben?.

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Indudablemente, para que en nuestro teléfono recibamos interesantes fotos de cómo nos veríamos con otro color de cabello (o con cabello), o con más o menos edad e incluso si fuéramos de otro sexo, se debe haber desarrollado una poderosa aplicación informática con una costosa tecnología de Reconocimiento Facial, que recurre a Inteligencia Artificial y Redes Neuronales, además de un complejo teleprocesamiento, con un costo de mantenimiento importante; por lo que me surge la malintencionada pregunta ¿Quién paga la diversión?, máxime cuando la empresa afirma que no venderá nuestras imágenes… aunque incluye un giro poético, que es donde está la respuesta a nuestras dudas… “se reserva el derecho de compartir nuestras maravillosas producciones fotográficas (y sus originales, que es lo que en realidad más importa), “con organizaciones de terceros, que ayudan a prestar su servicio”. Y no fue por error que subrayé la palabra Servicio. Es que muchas de esas contribuciones vienen de Servicios de Inteligencia que pagan, en forma generosa, por obtener la información de nuestros parámetros biométricos, los de nuestros afectos (además de reconocerlos como tal), nuestros contactos telefónicos, nuestras redes neuronales, nuestra ubicación en tiempo real y otras tantas maravillas de nuestra vida privada.

Y aquí surge una necesidad más, que procura saciar fielmente teléfono celular y sus extraordinarias aplicaciones ¿gratuitas?: Nuestra necesidad de trascendenciaFaceApp es una maravillosa aplicación, que pagamos con la información privada propia y de terceros, que le brindamos en forma fluida y desinteresada a su desarrollador, tal vez para que cuando arribemos al Aeropuerto Domodédovo de Moscú o al Museo del Kremlin, un agente con cara inquisidora y uniforme gris nos diga: Товарищ, мывасждали, que sonará como “Tovarishch, my vas zhdali” y que significará Camarada, lo estábamos esperando.

Ing. Marcelo Torok