Abrió un link que le envió un dirigente por Whatsapp y leyó que la oposición vinculaba al oficialismo con el allanamiento a Mauricio Macri. Buscó más información y vio que el juez de la causa por haber violado la cuarentena era Juan Manuel Culotta, que no solo está vinculado en su adolescencia al ex presidente y había sido elegido durante el gobierno de Juntos por el Cambio para estar a cargo del juzgado electoral bonaerense en la elección que perdió por casi 400 mil votos. Este magistrado no podría hoy estar más lejos del kirchnerismo: como miembro del Consejo de la Magistratura, votó hace un mes y medio en contra de la revisión del traslado de jueces que el bloque del Frente de Todos terminó aprobando en el Senado.
Cristina Kirchner levantó el teléfono. Habló con el intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini, a quien la oposición señaló como responsable de la causa contra Macri. También llamó al titular del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez. Desde el partido se emitió un comunicado denunciando un “autoallanamiento”, que la vicepresidenta convalidó al bautizarlo como “fake allanamiento”.
Es en la política de la provincia de Buenos Aires donde más cómoda se siente. Desde la derrota de 2015, Cristina Kirchner comenzó un armado al que hasta entonces no le había prestado atención. Los intendentes comenzaron a visitarla en el Instituto Patria y se convirtieron en el sostén de la ex presidenta cuando aún no había unidad posible.
Para la campaña electoral de 2019, delegó en su hijo Máximo Kirchner el armado bonaerense, aunque revisó uno por uno los nombres de las listas y fue la que eligió a Axel Kicillof como candidato a gobernador que después terminaría sacando casi 14 puntos de ventaja sobre María Eugenia Vidal.
Hoy es uno de los dirigentes con los que más habla. Puede hacerlo varias veces al día. Siguió minuto a minuto la crisis con la Policía Bonaerense y se interiorizó por la toma de tierras. Con los intendentes habla para que le relaten el clima social en las zonas más calientes. También lo hace con el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque.
Si después de seis meses de pandemia el Conurbano no muestra signos de estallido social es por la ayuda económica a los sectores más vulnerables. Cristina Kirchner es la que garantiza que en una provincia con las arcas en rojo, sea Alberto Fernández quien haga los máximos esfuerzos.
El Presidente preferiría mantener el equilibrio en su agenda, una idea opuesta a CFK
El Presidente sabe que nada le puede faltar al gobernador. Con la vicepresidenta como madrina de los bonaerenses, no hay lugar ahora para un escenario como el que sufrió Daniel Scioli con el ahogo financiero de Nación, que lo llevó incluso a tener que desdoblar el pago de aguinaldo. Mientras, el Senado se mueve a su ritmo. La última jugada fue el rechazo a los traslados de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli.
Habla con Alberto Fernández casi todas las noches, además de visitarlo en la Quinta de Olivos cada 10 días. Quienes conocen a los dos aseguran que la agenda judicial en la que avanzó el Gobierno es compartida por ambos más de lo que se cree.
Pero el Presidente preferiría mantener el equilibrio en su agenda y en su relación con la oposición. Un Fernández que dialogó casi toda su vida política con dirigentes opositores como Horacio Rodríguez Larreta quisiera extender ese buen vínculo. Idea opuesta a la de su compañera de fórmula, quien nunca habló con Larreta y no cree que haya que hacerlo.
Hoy incluso, Cristina coincide más con Sergio Massa con cómo pararse frente a la oposición que con Fernández. La alianza con el titular de la Cámara de Diputados parece irrompible. La vicepresidenta suele hablar con el tigrense pero es Máximo quien fortalece ese vínculo a diario que volverá a ser clave en la elección del año próximo para ganar en el bastión bonaerense en el que se refugia la ex jefa de Estado.
Sobre la gestión nacional habla con el Presidente y apenas un puñado de ministros. Justicia y economía son los dos ejes en los que se concentra, pero también fue la primera en buscar una solución al aumento de tarifas y plantear como servicio público a las telecomunicaciones. Jugada doble: también fue contra el Grupo Clarín, pelea en la que Fernández se hubiese mostrado más moderado.
Adoptó al titular de Economía, Martín Guzmán, como propio, pero no tiene vínculo con funcionarios como el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Es también acá en donde vuelve a aparecer la figura de Máximo, quien sí dialoga con el jefe de Gabinete y en los últimos meses comenzó a respetarlo más de lo que lo hacía al principio de la gestión.