La escritora Natalia Zito publicó una nueva novela en mayo, titulada Vos. A través de Emecé, Zito compartió una nueva ficción con material autobiográfico que cuenta la historia de una mujer que, atravesando la grave enfermedad de su padre, recibe la noticia de su embarazo. Es una obra cruda e íntima, que se pregunta por la muerte, la familia, el rol de la mujer, la violencia y lo no dicho. Pertenece a lo que será una trilogía, inaugurada por la novela Rara (2019), y finalizará con su próximo libro.
Vos, la novela de Natalia Zito
Natalia Zito es una autora argentina que piensa sobre el duelo. Es psicoanalista, por lo que el ejercicio de mirar hacia adentro y recoger lo que todos pretenden esconder es automático, casi imperceptible para ella.
Lo que Zito llama “zonas oscuras”, lo que no suele ser articulado ni expuesto, es protagonista en su última novela, titulada Vos. Un libro demoledor, rítmico e interrumpido, que encuentra a la protagonista enterándose de que está embarazada y atravesando la muerte de su padre, en una narración marcada por el racconto de ese vínculo y por las dinámicas familiares disfuncionales, analizadas desde el extrañamiento.
Vos, necesariamente escrito en la segunda persona, es un diálogo imaginario y desesperado con un padre calabrés que representa al arquetipo de masculinidad inmigrante. La ansiedad repasando lo que se dijo y el terror de no haber dicho lo suficiente. La certeza de no poder entrar de lleno en el universo de una persona que se crió en otro idioma.
Natalia Zito indaga con dulzura, asco y brusquedad lo traumático de la experiencia física de habitar un cuerpo, lo ominoso del hospital, lo extenuante de la internación domiciliaria, la despedida que ingresa sigilosa, la ausencia que siempre acecha amenazadora.
Además, escapa de los cánones que afirman que la familia es buena o mala, que la paternidad es fácil y que la maternidad es siempre deseada. Vos no recae en clichés porque auténticamente no cree en ellos. En menos de 300 páginas, Zito postula un nuevo episodio en su sobresaliente carrera de escritura de ficción con raíz autobiográfica.
Vos es un libro atrapante desde la trama, no porque esconda sorpresas: el fin es siempre el mismo y desde el primer capítulo se plantea la vecindad con la muerte, si no porque la ingeniería narrativa fue planteada como un rompecabezas, con retazos de la infancia entremezclados con el presente, fundiéndose en un universo íntimo cargado de verdades.
Admiración, silencio, cercanía, abuso sexual y despedidas cohabitan en ese insondable entramado de la vida cotidiana que, en repetición de rutinas y roles, se impone intempestivamente en la definición de lo que es una familia.
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En Vos aparece un contraste o un balance inesperado entre el tratamiento de la muerte, con cuidado, atención y sin espanto, y la maternidad, descripta con una crudeza inusual, un rechazo silenciado. La autora no cree que sean dos cosas tan distintas. “El embarazo es un momento donde la muerte está muy próxima”, analiza, asumiéndose en la duda y atacando el romanticismo histórico.
La construcción de la tensión logra que la lectura esté plagada de risas involuntarias, que se escapan buscando alivio en capítulos de una violencia asfixiante. También aparecen en escenas que rompen el registro de lo real, que se convierten en una sátira del tono hollywoodense, en sinceras recreaciones de lo que es un duelo. Ridículo, extremo, a veces desdramatizado.
La novela también pendula entre los aportes literarios de Ricardo Piglia e Imre Kertész, dos pilares consumidos por enfermedades terribles y degenerativas. El padre de la protagonista en Vos es diagnosticado con leucemia, otra demostración de la vulnerabilidad frente a lo indescifrable, el daño que viene desde adentro.
Vos suena a música italiana de 1960, huele a tres hermanos mayores y tiene el peso de una comida familiar en silencio. También elige la animalidad como punto neurálgico de su simbología: lo inefable de la experiencia humana, lo irreductible en ese hombre que es, entre otras cosas, padre.
En esta novela, la cercanía con los protagonistas es tan cotidiana que logra invisibilizar el artificio de la ficción y, al leerla, se habita con complicidad el mundo interno de la narradora. Un espacio tan palpable que en ningún momento requiere nombre propio. Un protagonismo pleno, sin egocentrismo ni neurosis. Una voz necesaria, que te faja y te cuida.
Sobre Natalia Zito
Al ser consultada por su relación con la muerte, Natalia Zito la definió como “demasiado cercana”. De todas formas, supone que ese vínculo marcó su identidad, porque se alejó de la norma y atravesó una frontera. “Yo no me la saqué de encima desde que murió mi primer hijo. Ese mirar a los ojos y tener la sensación de la muerte cerca y absolutamente posible”, dijo a PERFIL.
Sobre esa proximidad, en la que parece que, lejos de evadirse o asustarse, Zito se sentara a tomar un café y hacerle preguntas a la muerte, trata su obra. Vos se publicó en mayo de este año, pero ya en el 2019 inauguró lo que será una trilogía, con su primera novela, Rara.
“Trilogía no porque sean en continuidad, Vos no es la historia de Rara, pero sí hay una continuidad en el asunto del duelo. Rara es la muerte del hijo, Vos es la muerte del padre y la que estoy escribiendo es la muerte de la madre. Será una trilogía sobre el duelo”, detalló Zito.
"La mayor parte del tiempo sufro, lidiando con la sensación de que no me está saliendo", dijo Zito sobre el ejercicio de escribir
La autora comenzó a escribir Vos durante los últimos meses de la vida de su padre, un proceso que fue difícil de atravesar. En realidad estaba escribiendo un diario, de manera “absolutamente catártica", todas las noches. Años después, recuperó ese material y vio su potencial literario.
“Quería contar la historia de un padre que se moría, la historia de los hermanos, empecé a preguntarme cuántos personajes tenían que haber, cosas que tienen que ver con lo que le conviene a la historia, más allá del recuerdo”, explicó.
Respecto al género, Natalia Zito no se define como una autora de autoficción. “Me da temor que si toma ese nombre, estemos habilitando a que, porque a alguien se le murió el padre, por ejemplo, con eso alcance para escribir una novela. Para que algo se transforme en literatura hace falta mucho más”, opinó y se definió como una “maniática de la ingeniería narrativa”.
“Hay una frase de Roland Barthes que me gusta mucho para pensar este asunto: ‘cómo hacer de lo que se escribió en caliente, un buen manjar frío’. Me parece una síntesis genial de cuál es el procedimiento”, recordó para ilustrar la metodología de ficcionalizar las experiencias propias.
Sobre este asunto, Zito parece haber pensado muchos años. Incluso coordina talleres en la escuela EntrePalabras y, sobre estas experiencias, publicó el ensayo Traidores, donde afirma que “escribir es una forma de irme y estar más que nunca”.
Zito quisiera terminar la trilogía y que la muerte le dé “un respiro, la verdad, y ocuparme de otras cosas”. Para su próximo libro, que aún no tiene título, está buscando nuevas herramientas que permitan subir aún más el nivel de atención sobre el cuerpo, un tema que insiste en su vida.
El viernes 7 de julio será la presentación de Vos, en una conversación junto a la periodista Silvia Hopenhayn.
“La novela es una indagación sobre una nueva forma de escritura para transmitir algo del cuerpo a cuerpo del vínculo madre e hija. Mi intención es que en la novela sobre la muerte de la madre el cuerpo esté todavía más. Es difícil porque las palabras le rehúyen al cuerpo, por momentos. Para eso estoy echando mano al surrealismo, a la poesía, a olvidar un poco la trama, que para mí es un desafío, porque me es bastante fácil seguirla. Perderla, hacer que la narración se apoye en otro lado, es el desafío en el que estoy”, informó la autora a Perfil.
Zito, nacida en 1977, también es la autora de Agua del mismo caño, un libro de cuentos del 2014, adaptado para teatro como El momento desnudo en 2019, y de Veintisiete noches, un policial publicado en 2021, que reconstruye y ficcionaliza el resonante caso de Natalia Kohen, la mujer a la que su familia quiso declarar insana con el diagnóstico brindado por el reconocido neurocirujano Facundo Manes.
En junio, Natalia Zito abrió la inscripción para Juntos en Casa, el nuevo taller virtual sobre escritura que estará coordinando y el viernes 7 de julio será la presentación de Vos, en una conversación junto a la periodista Silvia Hopenhayn. Se realizará en Dain Usina Cultural, Nicaragua 4899, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Extracto de la entrevista a Natalia Zito con Perfil
(Advertencia: spoilers de Vos)
¿Por qué decidiste contar una historia que trata de una forma cruda y realista el embarazo, y de una forma poética y prolongada a la muerte? Hay un equilibrio admirable ahí...
Qué interesante, tenés razón. No lo pensé para nada. No me propuse contar el embarazo de una manera cruda y la enfermedad de una manera poética. Pero ahora que lo decís, es verdad que todo lo relativo al parto y al bebé está contado de forma realista.
Debe tener que ver con mi manera de vivir la maternidad, supongo. También porque algo de la época me debe atravesar, hemos edulcorado tanto el embarazo y los asuntos del cuerpo relacionados a eso, que quizás sentí que no era necesario seguir haciéndolo.
Me parece también que no veo como algo contrario al embarazo de ella y la enfermedad del padre. En realidad están juntos, porque para mí el embarazo es un momento donde la muerte está muy próxima, hay tanto riesgo y tantas cosas pueden salir mal. Además ella durante toda la primera parte, hasta que decide tenerlo, no sabe si quiere tener ese hijo.
"No me alcanzaba el relato realista para narrar esas escenas"
¡La vida está re complicada!, está embarazada, el padre se va a morir, no sabe si lo quiere tener, entonces no diría que está llena de vida, para nada. Finalmente tiene una hija y eso le trae otras cosas, pero lo pienso más como cosas que conviven. No opuestos.
No pensé el equilibrio, en general no pienso en esos términos. Es más, si lo hubiese detectado capaz que lo llevaba a un punto más desmedido. Pero es interesante, hay un contraste, diría yo.
Me llamó la atención que la voz narrativa en Vos no busca ser graciosa, no hace bromas, incluso atraviesa cosas terribles. Pero me hizo reír, en una complicidad que se nutre de las descripciones profundas sobre las relaciones disfuncionales familiares. ¿Te reís escribiendo? ¿Hay placer en tu escritura?
Sos la segunda persona que me dice lo del humor, que es algo que yo hago sin ninguna consciencia, no me doy cuenta. No es algo que busque, para nada. Se ve que está en algún lado mío. Cuando me lo dicen pienso que sí, puede ser. Hay algunas partes en las que yo me divierto.
Pero no todo el tiempo hay placer. No soy de las escritoras que lo primero que te dirían sobre el proceso de escritura es que me divierto. La verdad es que no, más vale lo sufro, porque la mayor parte del tiempo estoy lidiando con la sensación de que no me está saliendo, que no estoy escribiendo lo que quisiera, que no llego a transmitir lo que quiero.
La mayor parte del tiempo tengo esa sensación, así que a decir verdad la paso bastante mal. Pero ese pasarla mal convive en muchas oportunidades con la sensación de “está bien, es por acá, es lo que tengo que hacer”. Tengo de a momentos la sensación de que lo que escribí ese día está bueno y, en algunas oportunidades, cuando le agarro la vuelta a una escena, me río. No es lo preponderante, pero sí me he reído como diciendo “qué hija de puta, mirá lo que estoy escribiendo”.
Por ejemplo, en esta novela, con la escena de la cámara Gesell en la que la madre la interroga, que tiene mucho de policía de la FBI, me he reído con ruido. Esa escena es terrible, pero me produjo mucha gracia ese tinte, ese tono.
Llegué a ese recurso porque mi gran desafío era que no me alcanzaba el relato realista para narrar esas escenas. Me parecía que narrarlo de una manera realista se quedaba corto, respecto a la idea que yo tenía sobre lo que estaba ocurriendo. Sobre todo porque me interesaba hablar de esas cosas que son bastante imperceptibles, que todos sabemos que están ahí y, sin embargo, no se ven a simple vista. Son las cosas de las que nadie habla.
Justamente, hay algo fascinante en la novela, que es el factor de lo que no se explica. Como la película Hechizo del tiempo, en Vos nunca explicás de dónde sale el castor detrás de los ojos del padre. ¿Qué me podés decir al respecto?
Me encanta que me lo preguntes con esa frase, “lo que no se explica”, y te lo agradezco, porque mi temor con el castor era que se interpretara. “Es la comparación con el padre, la muerte, la enfermedad”, y no. El castor es lo que no se explica, en el sentido de que es esa parte irreductible del padre.
Está encarnado también en lo del idioma, cuando se da cuenta de que nunca habló con su papá en su lengua materna y, por lo tanto, hay una parte de él que no conoce. El castor es eso, una parte irreductible del padre que ella no sabe qué es. Como cuando ves algo a lo que no le podés poner palabras, es lo que no se explica.
Si rastreás, hay varias referencias animales, sobre todo el castor. Pero pensé lo animal también en el sentido de que los animales no razonan como nosotros, no cargan las cosas de sentido, las cosas son lo que son y punto. Pensé lo animal así, lo que no se explica.
¿Te costó abordar el tema del abuso intrafamiliar? Es desproporcionadamente tabú, frente a lo frecuente que es.
Justamente por eso me interesaba. Yo soy psicoanalista, además, y las tramas familiares me siguen cautivando desde muchos lugares. Sobre el abuso, quería escribir sobre algo que no leí tanto, que es este costado que es difícil de describir, porque no son una violación ni siquiera son el abuso que ocurre en la novela en el personaje de la prima.
Si bien eso está, porque yo necesitaba ese reflejo, a mí lo que más me interesaba era lo otro, la relación de este hermano con el que hubo ese montón de “nadas”, entre grandes comillas, que igual también constituyen una forma de abuso. Es tan difícil hablar de eso y, para las cosas para las que casi no tenemos palabras, aparece la literatura como el lugar privilegiado.
Me interesaba intentar mostrar lo que en la vida corriente es casi imperceptible, porque sí, definitivamente es muchísimo más frecuente de lo que se cree. También me interesaba el asunto del silencio, complejizar ese cliché de “hay que hablarlo, lo mejor es la palabra siempre”. En principio, quería ponerle unos signos de interrogación y que eso sea complejo de pensar. Hay que decir ¿qué? ¿Siempre que se habla es bueno? ¿Siempre que las personas hablan tienen consecuencias u ocurren otras cosas?
Otro elemento que nutre la novela es la aparición de dos lenguajes artísticos, la música y la literatura. Aquí tengo una doble pregunta: ¿por qué creés que la música sentimental italiana, como Iva Zanicchi, Peppino di Capri o Luigi Tenco, nos marca tanto? Y, por otro lado, ¿cuál es el último libro que leíste y te gustaría recomendar?
Ese es uno de los elementos autobiográficos que me parecían que estaban buenos. Yo crecí escuchando esas canciones, fui una niña como la de la novela, que iba en la parte de atrás del auto escuchando y cantando, no sabiendo qué cantaba, pero interpretando los sonidos. Haciendo propio ese idioma familiar que no tenía la menor idea de qué implicaba.
Para mí, la música y esa en particular, sí tiene que ver mucho con mi papá. Para ir a mis zonas oscuras y para indagar en mis propias ideas respecto del padre, esa música me ayuda. Incluso, tengo una playlist en Spotify con la música de la novela y tengo otra lista personal que me hice para escribir.
Cada vez que me sentaba a escribir la novela, ponía esa música que ahora no quiero escuchar. Yo digo que los libros son como lugares de los que me fui, entonces ya está, no quiero. Pero la música es como los sabores o los olores, que de pronto sentís algo y volvés un poquito a esos años de la infancia que son la base. La infancia es todo, es algo que sigue estando presente de maneras no tan evidentes en nosotros toda la vida.
Publican una novela inédita de Thomas Wolfe
Respecto a lo otro, soy muy crítica con los libros, me gustan pocos. Que me haya gustado mucho, se me ocurre Aurelia, de Gérard de Nerval. Es un gran libro escrito en 1855, es el relato de un delirio, pero al mismo tiempo, con cierta lógica. El libro te permite meterte en la cabeza de alguien que delira y que ve alucinaciones, pero al mismo tiempo es posible, no se pierde. Hay libros escritos sobre la locura y la psicosis, pero en la mayoría de los textos se pierde pie cuando entra. Dejás de hacer pie incluso como lector y el autor también.
En este caso, él hace una cosa absolutamente increíble que es que no se pierde el pie y, sin embargo, transmite la experiencia de la locura. Yo vengo leyendo e indagando en esto de extender el relato realista, perder el sentido, porque lo que estoy escribiendo ahora pretende perderlo todavía más. Entonces, Aurelia es definitivamente un gran libro que poca gente ha leído y está bueno hacerlo circular.
ML cp