CICLO DE ENTREVISTAS
Perfil Educación

Eduardo Belliboni: “El peronismo ha dejado de representar los intereses de los trabajadores”

El dirigente de la Unidad Piquetera y el Polo Obrero participó del Ciclo de Entrevistas organizado por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación. El financiamiento de los planes sociales. Críticas al peronismo y por qué Cristina Kirchner no es de izquierda.

Entrevista a Eduardo Belliboni
Entrevista a Eduardo Belliboni | Captura de pantalla

Eduardo Belliboni participó de una conferencia de prensa virtual organizada por estudiantes del Posgrado en Periodismo de Investigación que dirige el Grupo Perfil junto a la Universidad del Salvador (USAL), en la que se refirió a las críticas que recibe el Polo Obrero por apropiación de una parte de los planes sociales que llega a los beneficiarios. “Es una campaña. Nosotros no tenemos acceso al dinero que cobra una persona, sino que se cobra a través de una tarjeta. Las organizaciones se financian con los aportes de sus afiliados, como una sociedad de fomento, como organizaciones del ámbito social, como un club. Esto es exactamente lo mismo”, sostuvo. 

El líder piquetero también cuestionó la idea de que Cristina Fernández y Máximo Kirchner son dirigentes de izquierda. “Hay gente que cree que ellos son de izquierda, pero si uno le pregunta a Cristina, no va a decir nunca que lo es. Son millonarios, no son de izquierda”, declaró Belliboni en el Ciclo de Entrevistas a cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.

—¿Qué responde frente a las críticas que sostienen que el Polo Obrero se queda con una parte de los planes sociales?

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—Es una campaña. Nosotros no tenemos acceso al dinero que cobra una persona, sino que se cobra a través de una tarjeta. Siempre tuvimos la idea de organizarnos para autofinanciarnos. Las organizaciones se financian con los aportes de sus afiliados, como una sociedad de fomento, como organizaciones del ámbito social, como un club. Esto es exactamente lo mismo. Nosotros le pusimos un límite, nunca es más del 2%, porque es el aporte sindical histórico. Las burocracias de los sindicatos lo transformaron y ahora cobran el 4 o 5%, bonos especiales, no consultan a nadie, lo hacen mediante la patronal que es agente de retención. Algunos, inclusive le cobran la cuota sindical a los no afiliados, nosotros repudiamos eso. Decimos que tiene que haber un aporte porque hace falta. En el comedor popular, por ejemplo, el estado lleva la comida a un depósito, y de ahí lo tienen que venir a buscar los compañeros que tienen que pagar un flete, igual con las garrafas, todo eso lo pagan los beneficiarios de ese comedor popular. Con el aporte pagamos la garrafa, la cebolla que no viene, la carne, las alitas de pollo para ponerle a un guiso, es decir, todo lo que el Estado no provee. Inclusive en la época de la pandemia, tuvimos que comprar toneladas de alcohol en gel, porque en los comedores populares no nos proveyeron ni un litro de alcohol. 

—A diferencia de los clubes sociales, cuyo pago es voluntario, ustedes reciben el 2% de los ingresos de los más necesitados. ¿Qué puede decir al respecto?

Nosotros no nos quedamos con ese dinero, es la gente la que se beneficia de eso. Sino, tendríamos que cerrar los comedores: ¿cómo los financiaríamos? En general, no hay aportes de gente que no es del lugar, algunas veces, alguien dona algo de carne o algo de verdura, pero después hay que sostener los gastos todos los meses: la luz, el agua, la garrafa, el lugar dónde se hace el comedor popular, todo eso lo sostienen los beneficiarios. Como ocurre con cualquier organización que se auto organiza, no tiene ningún financiamiento, nosotros no somos una sociedad de beneficencia, somos una organización que lucha para que los compañeros tengan trabajo. Es como cuando se arma una olla popular en cualquier huelga de trabajadores, para juntar los recursos se pide a otros trabajadores los mismos que hacen la huelga juntan lo que pueden, se hace una ‘vaquita’. Así también se sostiene el comedor popular. ¿Quiénes lo van a hacer sino son los propios afectados?

—Cristina Kirchner y Máximo Kirchner son dirigentes que reinvindican posturas de la izquierda, a la vez que declaran patrimonios millonarios. ¿Qué piensa al respecto?

—Ellos no se autoproclaman de izquierda, hay gente que cree que ellos son de izquierda pero si uno le pregunta a Cristina, no va a decir nunca que lo es. Son millonarios, no son de izquierda. Yo nunca la escuché decir que era de izquierda, lo que dijo una vez es que a la izquierda de ella estaba la pared y no había nada, lo cual es mentira. Ella coqueteó con algunos sectores de izquierda del continente, pero todas eran  tendencias de tipo nacionalista. El nacionalismo muchas veces tiene una verborragia de izquierda, pero Cristina nunca integró un partido de izquierda, el kirchnerismo no lo es. Tiene una simbología que en algunos casos junta en una misma bandera al Che Guevara, a San Martín y a Rosas, lo que no tiene nada que ver. Ella nunca ha reivindicado a la izquierda, al revés, ha sido muy crítica, inclusive cuando se refiere a los movimientos piqueteros, dijo: “Si los viera Evita”. Se está refiriendo a Evita y a Pérsico, luego dijo que no había hablado de ellos sino de los que marchan por la 9 de Julio con banderas políticas, y yo dije: “Presente”.

—¿Considera que es incompatible ser millonario y ser de izquierda?

—No conozco ningún líder de izquierda que sea millonario, no sólo en mi partido, porque eso es una contradicción total y absoluta. Un millonario es alguien con un determinado capital que, para nosotros, lo ha obtenido a partir de la plusvalía, que le saca al trabajador. Es incompatible ser millonario y ser socialista, si existiera algún dirigente así, sería repudiable, pero los conozco a todos, sé cómo viven, son mayoría de trabajadores. La izquierda es la única que plantea que los legisladores tienen que ganar el sueldo de un docente calificado, no las fortunas que ganan los legisladores, y lo hacemos en la práctica. Todos los legisladores y asesores entregan lo que sobra de un salario docente a las causas populares, al desarrollo de las organizaciones sociales, al aporte a la solidaridad obrera y a la construcción de los partidos que integra.

—¿Cómo piensa que podría seguir la causa Vialidad, luego del atentado a la vicepresidenta? 

—No creo que tenga una relación, al menos no debería. Una cosa es la causa en sí misma, y otra cosa es el atentado que sufrió la vicepresidenta. En caso de sufrir alguna modificación en cuanto a su rumbo, estaríamos confirmando algo que nosotros creemos. En este caso ocurren dos cuestiones, de un lado de la grieta se habla de lawfare y del otro lado de la grieta de corrupción, para nosotros pueden ocurrir las dos cosas, que haya, efectivamente corrupción, como en la obra pública y que la justicia actúe en un caso sí y otro no, lo cual no sería justicia. Actúa en el caso de Cristina Kirchner por la obra pública, en el caso de Santa Cruz y las rutas de Lázaro Báez, pero no actúa en los casos de corrupción que ha habido en el caso de la energía eólica en sur, o en el  caso de los Panamá Papers, por ejemplo. Corrupción hay en todos los gobiernos, pero la justicia actúa en algunos casos y en otros no. Creo que en este caso existe manipulación de la justicia y también corrupción.  Por lo tanto, es deseable que no ocurra cualquier cosa, es decir, que el desarrollo del juicio se mantenga tal cual mandan las leyes, la jurisprudencia y el procedimiento legal.

—El atentado generó un quiebre en la interna de Juntos por el Cambio. ¿Usted cree que también lo produjo en la Izquierda? 

—No creo que haya un quiebre, hay posiciones diferentes. Alguna izquierda fue a la plaza, algún sector planteó la idea de la defensa de la democracia, que nosotros creemos que no estaban en juego las libertades democráticas. Cuando estuvieron en juego las libertades democráticas, fue cuando se produjo en el intento de golpe de Aldo Rico, nosotros estuvimos en la plaza de Mayo, en ese momento había que estar ahí y colocarse del lado de los que no queríamos ese golpe. Acá no hay ninguna amenaza de golpe, es un incidente gravísimo, pero no estaba presente la idea de interrupción del sistema democrático, mucho menos de las libertades democráticas, por lo tanto lo consideramos un error.  Me contaron que en la plaza había mucha alegría, es extraño cuando lo que está en juego es una persona acusada de magnicidio, lo que es muy grave, pero corría la alegría. Ese hecho había logrado unir al peronismo, enttonces la alegría tenía que ver no con el atentado, sino con la unidad del peronismo que tiene otros objetivos, no las libertades democráticas.

—¿Por qué cree que hubo esa alegría que describe en la marcha luego del atentado?

—Porque todo el peronismo encontró un objetivo por el cual luchar y unirse: la defensa de Cristina, pero también la defensa del Gobierno. En un período en el que hay una enorme crisis económica y se está produciendo un ajuste extraordinario, se necesita de una épica que no sea exclusivamente hablar de la economía y el desastre que está ocurriendo para muchísimas personas que viven de un salario y de aquellos que no lo tienen. Hay un ajuste que no tiene límites, que afecta a las personas discapacitadas, a los jubilados, a los trabajadores con programas sociales que están hundidos en un monto miserable. Son hechos gravísimos socialmente, y el peronismo que siempre se jactó de representar los intereses populares, tiene que lidiar con esto a partir de las consecuencias del ajuste con el FMI y la necesidad de impulsar un ajuste fiscal que no puede disimular. Al lado del ajuste que está haciendo Massa, Guzmán es un poroto. 

—¿Usted cree que el ataque contra Cristina no constituye un atentado contra la democracia?

Es un atentado contra la segunda magistratura del país, pero no pusieron en riesgo las libertades democráticas, a tal punto que se pudieron expresar libremente al otro día, y cada uno de nosotros anda en la calle y puede expresar las opiniones que quiere. El tema es confundir el atentado a la libertad democrática con el atentado personal. Hubo muchos atentados contra presidentes y esto, en algunos casos, significó una escalada que terminó con la supresión de las libertades democráticas, hoy eso no está en discusión. Funcionan los partidos, las instituciones del Estado, la Justicia y el parlamento. Es decir, no hubo un atentado a la libertad, sino contra la segunda magistrada.

 

Entrevista a Eduardo Belliboni - Ciclo de Entrevistas Posgrado Perfil-USAL


 

—¿Por qué cree que los sindicatos no han llamado hasta el momento a un paro general, a pesar del altísimo nivel inflación? De hecho, la última marcha de la CGT fue contra “contra los formadores de precios”, no fue contra el Gobierno.

—Porque es una dirección que no responde a los intereses de los trabajadores. Los motivos para una acción de lucha de la CGT están presentes a tal punto, que a esta marcha se la presenta como en contra los formadores de precios. Es una expresión distorsionada de la bronca que hay por debajo y han tenido que disfrazarlo con esta historia de los formadores de precios. Lo discutí con Plaini, cuando la Unidad Piquetera les llevó una propuesta de paro y plan de lucha con la CGT, pero no con la idea de que ellos lo fueran a hacer, sino como una forma de presionarlos públicamente con esa carta, planteando la necesidad de un paro y un plan de lucha para defender las jubilaciones y el salario en medio de un proceso inflacionario. Lo que discutí es este problema de los formadores de precios, porque hablar de ellos y dejar afuera al gobierno, es hasta una contradicción de términos. El Gobierno es un formador de precios, uno de los más importantes porque, analizando el problema de la formación de precios, el Gobierno es responsable. Ese día, nosotros hicimos la movilización de los sectores combativos del movimiento obrero y piquetero con un acto en la plaza, lo que significó un contrapunto en el discurso. En la conferencia de prensa de la CGT, Pablo Moyano se enojó mucho conmigo, contra lo que representaba esa movilización, porque le reclamábamos un paro nacional y un plan de lucha. 

—¿Cree que la CGT representa a los trabajadores? 

La dirección actual de la CGT no, representa a sus propios intereses, que son los intereses empresariales, de corporaciones. Muchos de los integrantes de la CGT son empresarios, tienen una vida de empresarios y no representa los intereses de los trabajadores porque, además, no los consultan. Para saber lo que piensa un trabajador hay que consultarlo, y hace mucho tiempo que no hay asambleas o plenarios de delegados. Ni siquiera se ha reunido la CGT, que tiene un confederal, que no ha sido convocado, ni siquiera cuando ocurrió el atentado a Cristina. En la CGT no funcionan los mecanismos democracia interna. A mí me ha tocado sufrirlo, cuando he armado listas opositoras en distintos gremios: en metalúrgicos de la UTA, del ferrocarril, de plásticos, en todos los casos la persecución vino, seguramente por indicación de las direcciones sindicales burocratizadas, como tenemos hoy en los sindicatos y que están entronizadas en la CGT.

—¿Qué signfica, para usted, un gobierno peronista que realiza ajustes?

—Si hoy el vehículo del ajuste es el peronismo, ha dejado de representar los intereses populares. Por eso, nosotros planteamos que se abre la posibilidad de construir un nuevo movimiento popular bajo otras banderas, porque el peronismo ha dejado de representar los intereses de los trabajadores y, por lo tanto, es necesario la construcción de un nuevo movimiento popular que los trabajadores, las masas populares, puedan tomar en sus manos con banderas socialistas. El peronismo ha empezado a agotarse como variante para los compañeros con lo que yo me reúno en Villa Palito o en González Catán, ahí me dicen “el peronismo no va más, porque no me representa y me está sacando lo poco que tengo”.

—En referencia al programa Potenciar Trabajo y las planillas que han llegado a las organizaciones populares, ¿considera que se trata de una reorganización equitativa de los planes o de un plan de ajuste del Gobierno?

—Cuando se habló de una auditoría, lo primero que dijimos fue que estábamos de acuerdo, pero no es una auditoría, es una encuesta. El objetivo es saber a qué se dedica una persona, pero el misterio sabe perfectamente a qué se dedica cada persona, porque hubo un registro durante el gobierno de Macri. A partir de eso, tienen información respecto de que habían estudiado y qué estudiaban en ese momento las personas que cobraban el plan potenciar trabajo. Todos los meses se cruzan los datos de los beneficiados, para seguir pagándoles este programa. El verdadero objetivo es que haya mucha gente que no vaya y pierda el plan, calculan que 200.000 no vayan a la encuesta. Muchos faltarían porque tienen otro trabajo, o porque tiene miedo que al ir a la encuesta sean manipulados por el municipio. Estas mismas encuestas o parecidas se hicieron en todos los gobiernos. En 2020 y 2021, el gobierno pidió que cada uno entrara a una página, tecleara sus datos y así se reempadronaba; hubo un montón de gente que no lo hizo y le sacaron el plan. Esta encuesta, termina siendo una farsa para toda la población. Nunca se va a saber qué se hace con la plata del ministerio de desarrollo social, que en su historia tiene una auditoría casi modelo. Cuando se auditaron los alimentos, tuvieron que renunciar todos los funcionarios que estaban a cargo de la compra porque, lo que en el almacén valía $20 ellos lo compraban a $40, y tuvieron que correr a todos esos funcionarios. No renunció Arroyo por poco, pero sí todos responsables de esas compras fraudulentas con sobre precios. Los movimientos oficialistas tienen muchísimos recursos porque realizan actividades importantes desde punto de vista de la producción. Por ejemplo, el movimiento Evita tiene una fábrica de aceite, lo destila y lo vende. Creo que todo eso debe estar auditado, auque el dinero esté bien utilizado. Pero eso no se va a hacer.

—¿Qué opina de la Venezuela de Nicolás Maduro? 

—El modelo ha abandonado hasta los principios más elementales del desarrollo de una democracia, de un interés popular, representa a una casta y los trabajadores no tienen libertad de organizarse. No llega a ser un Estado burocratizado como es Cuba, porque no ha estatizado absolutamente nada, excepto el petróleo que, además, una parte es privada. Es un gobierno que no tiene que ver con la izquierda que yo defiendo, con la idea de un gobierno de los trabajadores, porque ahí no gobiernan los trabajadores, sino una especie de dictadura que está conformada por muchos militares, que dirige absolutamente los sectores más importantes de la economía, pero no está al servicio del pueblo. Inclusive tiene enormes negocios con sectores, que, para nosotros, son imperialistas o países opresores como Rusia, China y Estados Unidos. No es un modelo que nosotros queramos para ningún país, por lo tanto, no tenemos ningún apoyo hacia Venezuela, como con los gobiernos de Cristina y actualmente con el gobierno de Alberto Fernández

—Le agradecemos su participación en el Ciclo de Entrevista de Perfil Educación y le damos la posibilidad de cerrar el reportaje con un comentario final.

—Sólo les pido a los periodistas que hagan periodismo.

 

María Pastore, Agustina Bordigoni y Ayelén Lázzaro
Estudiantes de Periodismo de Perfil Educación
Posgrado en Periodismo de Investigación Perfil-USAL